El anuncio de que el Manzana Postobón Team, uno de los equipos profesionales de ciclismo más importantes de Colombia será liquidado después de que dos de sus corredores salieron reportados como positivos por dopaje, ha empezado a elevar las voces de denuncias y protestas de un complejo tema que algunos han querido mantener en silencio. La Unión Ciclística Internacional (UCI) había suspendido el 20 de mayo a Juan José Amador, tras un resultado analítico adverso. Y el 4 de abril hizo lo mismo con Wílmar Paredes, quien salió positivo para EPO, una droga que aumenta la eritropoyetina, una hormona que mantiene una alta concentración de glóbulos rojos en la sangre. Antes de pasar por el deshonor de que lo suspendieran a nivel internacional, los dueños y directivos del equipo decidieron acabarlo. Lo hicieron a pesar de que al parecer los ciclistas habían violado los reglamentos del equipo. Puede leer: Equipo Manzana Postobón no va más por casos de dopaje La noticia cayó como un baldado de agua fría en un deporte que vive uno de sus mejores momentos. Se trata de una generación única con ciclistas como Nairo Quintana, Rigoberto Urán, Fernando Gaviria, Esteban Chaves o Egan Bernal. Solo en lo corrido de este año, la UCI ya sancionó a seis corredores, incluido el reconocido pedalista Jarlinson Pantano, del equipo Trek-Sagafredo, y Álex Cano, de Coldeportes-Zenú. Estas cifras ponen a Colombia como el segundo país, solo por debajo de Costa Rica, con más sancionados o en investigación por dopaje en el mundo. La situación es tan compleja y hay tantas dudas sobre lo que pasa, que varios equipos profesionales del World Tour decidieron suspender, por ahora, la vinculación de cualquier deportista colombiano. Ernesto Lucena, director de Coldeportes, dijo a SEMANA que la cultura del dopaje en el ciclismo en Colombia lleva más de 25 años y ha sido tolerada, como la corrupción o la violencia. “A los ciclistas les da miedo hablar y denunciar, pero les vamos a permitir hablar para ponerle fin a esta vergonzosa práctica que amenaza uno de los deportes insignes y más populares del país. Esa es la decisión de este Gobierno y la de Coldeportes”, dijo Lucena. Al principio, algunos médicos o personas vinculadas con el ciclismo, especialmente con las competencias europeas, comenzaron a traer el doping al país. Y se ha extendido tanto que en los últimos años ya es un creciente negocio y una costumbre que se extiende cada vez más. Hoy, los responsables ofrecen gran variedad, y también le informan a los atletas en qué competencias no habrá controles. “Funciona, incluso a domicilio. Usted da su ubicación, ellos le recomiendan la droga y se la llevan a la casa”, dijo un conocedor del tema.
Ernesto Lucena Director de Coldeportes y Jorge o. González Presidente de la Federación Colombiana de Ciclismo No es un asunto nuevo ni silencioso. En la Vuelta a Colombia de 2017 salieron positivos en las pruebas ocho ciclistas de seis equipos, incluso Robinson López Rivera, quien se había coronado como el mejor joven de la competencia y tenía todo listo para vincularse al equipo italiano Uniero Trevigiani Hemus. Después de esta competencia, el ciclista suizo Alexander Ballet denunció la presencia de un proveedor de pastillas entre el pelotón al que llamaban el Farmaceuta. Le recomendamos: De escarabajos a superhéroes, así se formó la generación dorada del ciclismo Que el dopaje atenta contra el ciclismo es claro, así las pruebas contra la red de importación, distribución y suministros aún no sean contundentes. Esto ocurre, en parte, porque nada de este negocio es ilegal. Dentro de la lista de sancionados por la UCI, publicada por primera vez por la Federación de Ciclismo, aparece Carlos Robayo Rincón, quien trabajó en los equipos femeninos de ciclismo del país y se le investiga por administrar o intentar administrarlo a los corredores. El presidente de la Federación Colombiana de Ciclismo, Jorge Ovidio González, dijo que desafortunadamente el dopaje está muy arraigado porque no hay mecanismo ni para judicializar ni perseguir a los responsables. Hay unas mafias muy claras, en Bogotá, Medellín, Cali y Boyacá en las que estarían involucrados médicos, técnicos, corredores, mecánicos y conductores. Para afrontar este problema, Coldeportes tiene varias estrategias. La primera, buscar que el Congreso de la República apruebe un proyecto de ley que pretende reformar el artículo 380 del Código Penal, para procesar y encarcelar a quien “ilícitamente comercialice, formule, suministre, aplique, prescriba, proporcione, dispense, administre, ofrezca, o facilite a un deportista profesional o aficionado alguna sustancia o método prohibido en el deporte, lo induzca al consumo, o trafique con dichas sustancias o métodos”. Hay un debate sobre incluir o no a los deportistas que recurran a estos métodos.
La federación dice que precisamente hace dos años presentaron a Coldeportes un proyecto para judicializar y crear los controles, pero no recibieron respuesta, y anunciaron que lo harán la de nuevo la próxima semana. “La federación ha trabajado hasta donde los recursos económicos y técnicos nos lo permiten, pero para llegar al pasaporte biológico, a los controles antes, durante o después de competencias, se requiere una batería legislativa, policiva y de recursos que hoy no se tienen”, dijo González. Sin control interno Otro de los puntos claves para combatir el dopaje es el control. Esto requiere tecnología apta para realizar análisis de sangre para pasaportes biológicos, registro de los controles antidopaje. Algo que hoy no tiene el país. Después de dos falsos negativos en el laboratorio de Coldeportes, la Organización Mundial Antidopaje (WADA por sus siglas en inglés) suspendió el LCD. Igualmente, envió una delegación a inspeccionar los laboratorios. En esa visita registraron 38 no conformidades y 56 recomendaciones de la máxima autoridad mundial en el tema. Puede leer: Escándalo: Ocho positivos por dopaje en la Vuelta a Colombia 2017 Coldeportes asegura que trabaja por recuperar la acreditación del Laboratorio de Control al Dopaje de Colombia. Para ello, siguiendo el modelo de 19 de los 32 laboratorios acreditados a nivel mundial, Coldeportes avanza en la alianza que dejaría el control en manos de la Universidad Nacional. “Por orden de la WADA los gobiernos no pueden tener ningún tipo de influencia sobre los laboratorios”, explica Lucena. Ahora bien, durante este tiempo, han enviado todas las muestras tomadas en el país a Utah en Estados Unidos o a Montreal en Canadá para su análisis. Cada prueba cuesta alrededor de 300 dólares. Con el apoyo de la universidad, Coldeportes pretende tener un laboratorio integral que no solo haga análisis de pruebas, sino que también logre entender los fenómenos sociales que llevan a los deportistas a doparse. Unido a todo esto, Coldeportes trabaja en crear formatos confidenciales o canales privados para que los ciclistas e involucrados en el dopaje digan lo que saben para poder destruir este cáncer de raíz. Lo triste, las ligas y la propia Federación de Ciclismo hacen muy poco en el tema. De hecho, el propio director de Coldeportes le dijo a SEMANA que “lo ocurrido en el ciclismo, desde las federaciones y las competencias infantiles o juveniles, hasta en las profesionales, muestra una actitud, pasiva, y deja un aire de permisividad de la Federación de Ciclismo, cuyos líderes deberían evaluar su permanencia”.