¿Qué son los mototaxis: un modo de vida para decenas de miles de personas, un factor de accidentalidad, contaminación e inseguridad, una solución de transporte para barrios sin buses del servicio público? Respuesta: todas las anteriores y más. Por eso, el decreto 001 con el que el alcalde de Barranquilla, Alejandro Char, intenta acabar con el mototaxismo levantó una polvareda en la capital del Atlántico y tiene en vilo a la región. La medida, anunciada el 23 de enero, prohíbe circular en motocicleta con parrillero, llevar menores de 12 años o mujeres embarazadas. Solo los conductores que figuren como propietarios pueden movilizarse entre las once de la noche y las cinco de la mañana. No se permite estacionar en andenes, zonas verdes, vías arterias y otras zonas públicas. Se contemplan excepciones para miembros de la fuerza pública, escoltas, mensajeros de empresas y otras categorías de trabajadores. Aunque el decreto solo entrará en vigor el 12 de febrero y se han adelantado diariamente mesas de trabajo con los mototaxistas para discutir alternativas de empleo, la respuesta fue fulminante. En protestas en los días siguientes, un bus fue incendiado, los articulados de Transmetro fueron agredidos y hubo 40 detenidos. Mil quinientos hombres de la fuerza pública patrullan las calles. El secretario de Movilidad de Barranquilla, Jaime Pumarejo, fue tajante: “El mototaxismo como opción de vida se acabó en la ciudad”. Sin embargo, con el paso de los días, las autoridades están considerando permitir la actividad, con ciertas condiciones, en barrios del suroccidente y el suroriente, pobremente atendidos por el transporte público. Lo que revelan las protestas es que el mototaxismo es tan polémico como masivo. Mientras en 2000 había en Barranquilla, de acuerdo con la Policía Metropolitana, 500 mototaxistas, en enero de 2011 había matriculadas ante la Secretaría de Movilidad 30.900 motos, de las cuales, según un censo elaborado por asociaciones del gremio, 13.500 prestan servicio de mototaxi. Deivis García, presidente de una asociación que agrupa a 5.000 mototaxistas, sostiene que más de sesenta y cuatro mil familias se verán afectadas, pues la cadena incluye fabricantes, concesionarios, mecánicos, vendedores de cascos, chalecos y comida, distribuidores de repuestos, importadores y montallantas. A los mototaxistas hay que sumarles sus clientes. El propio secretario de Movilidad dice que, de acuerdo con una encuesta que hizo el Distrito, el 70 por ciento de los habitantes de los estratos 1 y 2 están contra la medida, pues muchos utilizan el servicio o tienen un mototaxista en la familia. Veinte por ciento de los barranquilleros viaja ‘de parrillero’. A la vez, el mototaxismo es una pesadilla hecha realidad para el desarrollo y la planificación urbanos. Se trata de una de las formas de transporte más riesgosas, contaminantes y ruidosas que se puedan concebir. Es una competencia informal para el transporte público legal. Y para nadie es un secreto que, desde ‘campaneros’ para grupos ilegales en barrios y pueblos de la costa hasta pícaros que usan esa fachada para robar, no todos los mototaxistas son lo que parecen. Por todo esto, sectores importantes de la población verían con alivio el fin de este oficio. En 2010 fueron asesinadas en Barranquilla 342 personas y en la mitad de esos hechos estuvo involucrado un motociclista. De las 66 personas que murieron en 1.200 accidentes de tránsito, 30 eran motociclistas o parrilleros. Cuando las autoridades distritales y la Policía analizaron los delitos contra la vida y la integridad, encontraron que los dos instrumentos claves eran la moto y el arma de fuego. Las soluciones no son fáciles. Muchos mototaxistas pueden hacer al día entre 25 y 30 carreras a un precio que va de 1.500 a 2.000 pesos. Hay quienes ganan un millón mensual trabajando 18 horas diarias, pero la gran mayoría debe entregar al propietario de la moto mínimo 10.000 pesos al día, para quedarse con 15.000 o 20.000 pesos. El gobierno tiene ofertas de 500 empleos alternativos de parte de los transportadores, otros 200 de Triple A, la empresa de acueducto y alcantarillado, y el Distrito podría generar 200 más. Aparte de lo exiguo de estas cifras, quienes aspiren a esos trabajos deberán ser capacitados. No será nada fácil encontrar soluciones para una de las modalidades del rebusque, la informalidad y el subdesarrollo más extendidas del país. Con razón, Sincelejo, Montería, Cartagena y Santa Marta, donde la situación es igual o peor, están a la expectativa de cómo se resuelva el drama del mototaxismo en Barranquilla.