El Edificio Mónaco, fortín del capo Pablo Escobar en sus días de auge, está próximo a desaparecer. Como parte de una propuesta del alcalde de Medellín Federico Gutiérrez, la edificación de 5.000 metros y ubicada en el corazón de Santa María de los Ángeles, uno de los barrios más exclusivos del sector de El Poblado en Medellín, será demolida el próximo 22 de febrero. La propiedad ha permanecido deshabitada desde que en 1988 una bomba con 80 kilos de dinamita estalló allí y agudizó la guerra entre los carteles de Medellín y Cali. De ella, hoy solo quedan los escombros y el recuerdo de uno de los episodios más oscuros de Colombia. Por muchos años, las autoridades han debatido qué hacer con el edificio, pues la curiosidad que genera entre los ciudadanos y turistas, la ha convertido en uno de los íconos de la mafia. Lea también: Los traquetos no pueden escribir la historia La implosión está programada para el próximo viernes a las 11:00 a.m. y en su lugar será construido el Parque Memorial, Medellín 1983-1994. Este texto, César Augusto Zapata hace una reflexión sobre la importancia de transformar algunos espacios que fueron epicentros de eventos atroces de la violencia para honrar la memoria de las personas que murieron como consecuencia de actos narcoterroristas.
César Augusto Zapata tiene más de 20 años de experiencia en la planeación de museos, memoriales y diseño de exhibiciones. Trabajó en el desarrollo del memorial 9/11 en New York y el memorial WIMSA en Washington, DC. por esta razón ha sido invitado por la Alcaldía de Medellín para acompañar el proceso de creación del Parque Memorial, Medellín 1983-1994."El 22 de febrero se derribará en el barrio Santa María de los Ángeles de Medellín un edificio abandonado que se convirtió en un símbolo del narcotráfico debido a que el 13 de enero de 1988 un carro bomba fue detonado al frente del edificio. Este carro bomba, el primero en Colombia, estalló la guerra entre el cartel de Cali y el de Medellín. El lugar ahora forma parte del mito de Pablo Escobar Gaviria cuya fama internacional ha engrandecido Narcos, la serie más popular de Netflix. Decenas de personas pasan diariamente por la calle de Mónaco, nombre que le dio Pablo a su residencia de ocho pisos, para ver lo que fue el hogar del narcotraficante más conocido del planeta a finales de la década de los 80. Mónaco es a veces visitado por turistas guiados por otros individuos que han creado lo que ya se reconoce internacionalmente como los narco tours –Popeye, uno de sus guías más famosos, cobraba $1,000 USD por persona. En publicaciones como New Yorker, New York Times y The Guardian se ha escrito sobre este fenómeno que ha crecido proporcionalmente con el incremento exponencial del turismo en Medellín durante la última década. Le puede interesar: La sombra de Pablo Escobar en ‘The New York Times‘ Para una gran parte de la población de Medellín, entre ellos su Alcalde Federico Gutiérrez, los narco tours presentan una narrativa falsa de la ciudad. Más ficción que realidad, cuentan una historia que no refleja la tragedia que vivieron los medellinenses y enaltece groseramente a un individuo que causó un daño inmenso a la ciudad y al país. Esto ha motivado a los dirigentes de la ciudad a transformar algunos espacios que fueron epicentros de eventos atroces de violencia en sitios de conciencia para honrar la memoria de las personas que murieron como consecuencia de actos narcoterroristas. Esta iniciativa ha creado polémica en Medellín porque el proyecto no consideró la restauración del edificio o su transformación en un museo y por la manera como se derribará para dar paso a la construcción de un memorial, cuyo diseño fue otorgado en diciembre del año pasado a una oficina de jóvenes arquitectos de Medellín por medio de un concurso público gestionado por la Sociedad Colombiana de Arquitectos. Algunos críticos alegan que el proceso realizado no es un ejercicio “correcto” de memoria. El celebrado memorial a los veteranos de la guerra de Vietnam en Washington, DC no fue tan celebrado en 1982 cuando fue dedicado. Como muchos otros memoriales, el diseño final fue el resultado de un concurso arquitectónico, otorgado en este caso a una estudiante de arquitectura llamada Maya Lin. La construcción del memorial ocurrió en un momento de gran división en la sociedad estadounidense sobre la participación del país en ese conflicto y estuvo plagada de muchas controversias, a tal punto que Lin renunció al proyecto antes de que este fuese construido. El memorial no cayó bien ante la opinión pública porque el color del memorial es negro y su forma abstracta evoca una herida abierta sobre la tierra. Hasta ese momento, todos los memoriales de la ciudad eran blancos y de estilo neoclásico, evocando ideales triunfalistas. A pesar de las críticas, el memorial se ha convertido en uno de los monumentos más significativos y más visitados en esta ciudad. El memorial 9/11 en New York comenzó a planearse dos años después de la tragedia. Fue un ejercicio de memoria que no podía esperar varias décadas para realizarse y fue dedicado en el año 2011. Las controversias sobre su diseño y construcción giraron en torno al manejo de poderosos interés establecidos: los derechos económicos sobre el uso del suelo, la propiedad del estado sobre el terrero, la infraestructura de transporte, la necesidad de memorializar e interpretar un acto terrorista de tal magnitud y la memoria de las víctimas. El diseño original, otorgado por concurso público al joven arquitecto Michael Arad, solo se realizó en parte por razones financieras. Hoy, ocho años después de su dedicación, el memorial, el museo y el nuevo desarrollo urbanístico a su alrededor se han convertido en un símbolo de resiliencia para la ciudad. Más allá de calificarlos como “correctos” o “incorrectos”, el valor que tienen los ejercicios de memoria está en el diálogo y la controversia que generan. Lo importante es el proceso mismo, más que el resultado final. En esta vía, resultan esclarecedores los planteamientos de James Young sobre el papel central y estimulante que juega la controversia en la construcción de monumentos conmemorativos. Según Young estos tienen sentido justamente por la polémica que los fundamenta, permitiendo la expresión de tensiones, debates y razonamientos, e inaugurando conversaciones sobre hechos antes silenciados. En contexto: Las imágenes del polémico tour del rapero Wiz Khalifa en Medellín Quizás los medellinenses, enfrentados por el sí o por el no, en este caso y muchos otros, podrían encontrar en el memorial un espacio de reconciliación en donde la memoria de un pasado violento será reconocida. En 1991 se registró en Medellín el más alto nivel de homicidios en el mundo. Tratemos de encontrarnos en el dolor, si no podemos encontrarnos en la razón. Por ello los memoriales son tan potentes, porque a través de estos espacios, que pretenden ser eternos, se expresa una declaración hacia el futuro. El Estado alemán ha sido uno de los que más ha invertido en la creación de memoriales que reconocen el horror de Holocausto y que invitan, por medio de la expresión, a la reflexión y la conciencia a una declaración de nunca más repetirlo. La memoria como protección contra los abusos del poder en el futuro.
¿Quién o qué será testigo de un evento que no se debe olvidar después de que tú y yo no existamos? ¿Un libro o un objeto como parte de una exhibición en un museo sujeto a cambios de administración cada 4 años? ¿una foto o un archivo digital en un formato ya obsoleto? Quizás un memorial, expresado a través de piedra, será lo único que podrá perdurar y dar testimonio de un fenómeno que acabó con la vida de más de 46.000 personas entre 1983 y 1994, y lastimó a cientos de miles. Un memorial es permanente y explícito en su mensaje. No es efímero o transitorio. “Inflexión”, como sus creadores han llamado al memorial que se construirá en lo que hasta hoy era el edificio Mónaco, no acabará con el mito de Pablo o el narcotráfico, no evitará actos narcoterroristas. Pero algo sí puedo intuir. El memorial ayudará a compensar el déficit de empatía del cual sufrimos muchos colombianos por el dolor del otro, por el dolor de las familias que perdieron a sus seres amados. Para ellos es el memorial". 1. Young. J. (2016) The Stages of Memory: Reflections on Memorial Art, Loss, and the Spaces Between. University of Massachusetts Press.