Además de la salsa o la caña de azúcar, el América o el Deportivo Cali, otro de los tantos nombres propios que hinchan de orgullo el pecho de los caleños es Tecnoquímicas, empresa farmacéutica que nació el 12 junio de 1952, dos años y un día antes de la primera transmisión de televisión en Colombia.
La ‘caja mágica’, como entonces los colombianos llamaban al aparato que en principio era un lujo de familias adineradas, luego fue sinónimo de unión, educación popular y divulgación cultural, para una población que a mitad del siglo pasado era mayoritariamente analfabeta.
La ‘pantalla chica’, cómo fue bautizada años después, no solo se pintó de colores con el tiempo, también supuso una revolución publicitaria, pues las empresas se dejaron seducir por su imán atrayente, como el de las actuales pantallas de teléfonos inteligentes, y “cambiaron de canal” para promocionar productos y servicios.
En días en que no eran muchos los lectores de periódicos, y ante la imposibilidad de mostrar la mercancía en la radio, la televisión fue la mejor vitrina de cientos de artículos que antes solo se veían en las de los almacenes, pero que luego iban a buscar tras la recomendación de las llamadas “propagandas” que amenizaban las transmisiones televisivas.
Buena parte de la reputación de Tecnoquímicas se debe a la televisión nacional, en la que es llamada “TQ” de medicamentos “totalmente confiables”: las más de 4.000 referencias de su vademécum, que también ha conquistado mercados como los de Ecuador, Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y Panamá.
Además de comercializar los genéricos MK y fabricar los pañales Winny, el 45 por ciento de sus ventas provienen de los medicamentos de venta libre, entre ellos una de las ‘joyas’ del Valle del Cauca: Sal de Frutas Lua, “alivio de una, a la pesadez y llenura”, según irrumpió en la televisión desde 1993.
Ácido acetilsalicílico (aspirina), ácido cítrico, fosfato de calcio y bicarbonato de sodio eran su fórmula, la misma que en 1931 había sido descubierta en Alemania, y que el laboratorio Bayern hizo rodar por el mundo.
Las tabletas redondas se volvieron una efectiva solución efervescente contra el dolor de cabeza, la acidez y el malestar estomacal por ingerir alimentos en exceso y bebidas no alcohólicas.
Alguien que encontró alivio en el Alka-Seltzer, tras una noche de excesos etílicos, la habrá recomendado para superar el ‘infierno’ de una resaca, que según los médicos se cura con hidratación y descanso.
Luego de ofrecer un sabor “más tropical”, Sal de Frutas Lua desafió la hegemonía que tenían los teutones en botiquines de hogares, colegios y oficinas, así como en tiendas de barrio y supermercados de todo el país.
Al cumplir las mismas funciones que las tabletas alemanas, cientos de miles de colombianos probaron los diminutos granitos producidos por TQ contra el guayabo.
Quienes dieron testimonio de su eficacia se volvieron fervientes devotos de su “milagroso” efecto; unos recomendaban un sobre antes de beber licor y el segundo al acostarse; a otros solo les bastaba el del colofón de la rumba para levantarse como si hubieran descansado toda la noche.
En 2021, tras el año de la pandemia, Tecnoquímicas reportó ingresos operacionales por 2,3 billones de pesos, de acuerdo con el ranking de las 5.000 Empresas de Dinero, liderando en industria, el sector de laboratorios farmacéuticos y otros.
‘Buena fiesta’
En 2010, Tecnoquímicas irrumpió de nuevo en la pantalla chica con un “nuevo” producto, aunque pareciera el remake de una exitosa serie de televisión de antaño.
Sal Bonfiest Lua empezó a ser el nombre más pronunciado para “exorcizar” las consecuencias de la “rasca” o la “perra”, como también se conoce en Colombia a las borracheras “borracasete”, que pueden ser un infierno físico.
En 2015, la firma de los productos “totalmente confiables” sedujo a los colombianos con un antídoto “remasterizado”. Apenas en su primer semestre en el mercado, Bonfiest Plus conquistó las mentes de los colombianos y se convirtió en la segunda solución más vendida en el país, detrás de Sal de Frutas Lua, y superando al internacional Alka-Seltzer, aunque su fórmula era la misma, según las indicaciones de sus empaques, las que alivian el dolor de cabeza y el malestar producto de la llenura.
De la euforia al guayabo
El departamento de mercadeo de Tecnoquímicas comprobó, una vez más, la eficacia del mensaje publicitario difundido en televisión, entre otras, gracias a la figura emergente del antioqueño J Balvin, hoy reconocido artista de reguetón.
Su canción 6 AM, todo un hit en América Latina y Europa, buscaba explicaciones a “esa clase e’ rumba, la que yo cogí anoche, no recuerdo lo que sucedió”, video que, en las piezas publicitarias de televisión, terminó lanzando al estrellato al Bonfiest, vocablo francés que en castellano traduce “buena fiesta”.
Y aunque desde su lanzamiento al mercado de medicamentos de venta libre alivió guayabos y resacas en Colombia, Ecuador y algunos países de Centroamérica, Bonfiest disfruta su éxito con un dolor de cabeza que empezó en 2020, año de la pandemia.
El ciudadano Carlos Andrés Castro, uno de los tantos que compró sobres como para llenar un álbum Panini, nunca sintió alivio, ni tampoco aceleró su proceso de rehabilitación –de 24 a 48 horas, recomiendan los médicos– para superar el estado de veisalgia, como se llama científicamente el guayabo, y se caracteriza por dolor de cabeza, sed excesiva, vómito, mareo y dolor gástrico, relacionados con un estado de deshidratación del organismo.
El abogado Camilo Araque presentó la Acción de Grupo contra Tecnoquímicas por presunta publicidad engañosa, al considerar que el producto ofrece alivio a los síntomas causados tras una noche de copas, cuando sus indicaciones lo definen solo como “antiácido para el tratamiento de trastornos dispépticos generados por exceso de bebidas no alcohólicas y comidas. Analgésico y antipirético”.
Esta fue admitida, contra todo pronóstico, por el despacho de Tirso Peña Hernández, juez 23 civil del Circuito, conocido por un controvertido caso en que negó una tutela al expresidente Álvaro Uribe por el caso de la serie Matarife.
Tras dos años de diligencias, el juez llamó a juicio a Termoquímicas, distribuidora del Bonfiest, y a Tecnofar TQ S. A. S., su fabricante.
“Efervescente”
Esta semana respondieron en el banquillo de los acusados, en un interrogatorio que se extendió por más de dos horas, y que SEMANA conoció en su integridad.
En un juicio que podría calificarse de “efervescente”, Antonio Jairo Ramírez Echave, abogado de la fabricante, rechazó la sindicación, con el argumento de que la Superintendencia de Industria y Comercio autorizó el nombre del producto, y que el Invima autorizó sus piezas publicitarias, según explicó el abogado de Tecnofar en el juicio. “Desde 2015 no hemos recibido ni una sola queja por publicidad engañosa”.
El abogado de la farmacéutica recurrió a las de otros famosos productos para explicar que el nombre que le autorizaron a Tecnoquímicas no corresponde, de forma literal, con su objetivo: “Ni Coca-Cola tiene cocaína, Poker no incita al juego y Bavaria no significa que es importada de Alemania. Según la RAE, ‘fiesta’ es una reunión de amigos…”.
Incluso, recurrió a su competencia, Alka-Seltzer, que en Guatemala, Nicaragua, Honduras y Estados Unidos comercializa variantes como Xtreme, vendida en comerciales como santo remedio para la “goma”, como se le dice al guayabo en Costa Rica. “Pero a la contraparte no le interesa atacar a las multinacionales”, insinuó en el juicio.
El juez deberá analizar las pruebas recaudadas para decidir si Tecnoquímicas, una de las empresas que enorgullecen a los vallecaucanos, violó el estatuto del consumidor, que hasta contempla sanciones a quienes incurran en publicidad engañosa.
Si en el juicio se reveló que hasta la fecha más de 124 millones de sobres se han comercializado, ni en sano juicio se puede alcanzar a calcular el dolor de cabeza si llega una condena. El juez citó a las partes para el 7 de junio de 2023, cuando se espera el fin o la prolongación del guayabo de Bonfiest.