Por: General Eduardo Enrique Zapateiro Altamiranda, comandante del Ejército Nacional

Ser soldado de un ejército es desarrollar un ejercicio laboral altamente cualificado, de utilidad social reconocida, en el cual se adquiere una competencia especializada, con conocimientos aplicables a la solución de problemas vitales, y que supone una vocación de por vida, como lo es la profesión de las armas. Una profesión arraigada al Ejército colombiano, colmada de valores y virtudes representados entre muchos imaginarios, y entre ellos el de las tradiciones, como está inscrito en la historia de Colombia, desde el mismo día en que el coronel Antonio Baraya, como primer comandante del Ejército en 1810, asumió la responsabilidad de dirigir una institución tan prestigiosa como esta.

Las repúblicas, representadas en su presidente o primer ministro en común acuerdo con sus ciudadanos, deben garantizar los derechos y libertades de quienes habitan su territorio.

De esta manera, el soberano, de manera legítima, debe armar unas fuerzas para lograr este objetivo y dentro de estas, se encuentran las fuerzas militares conformadas por el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea.

Ser militar es dominar el arte y el diseño operacional para entender los diferentes niveles de la guerra, de la estrategia y la táctica, dentro de los planes, campañas, batallas y combates. El arte y el diseño operacional, en fin, son herramientas complejas de emplear para cumplir con los objetivos del Estado, actuando en concordancia con la constitución y las leyes.

Los colombianos a través de su historia han construido Estado, patria y nación, donde se han identificado todas las etnias y culturas en una región de casi dos millones de kilómetros cuadrados compuesta por dos mares, tres cordilleras, varios pisos térmicos, los llanos orientales y una vasta selva amazónica.

Garantizar la seguridad de un Estado con estas connotaciones especiales y cumplir la misión constitucional de proteger a los colombianos en su vida, honra, bienes, creencias y demás derechos y libertades es una tarea compleja, que loablemente han venido desarrollando los soldados de Colombia durante sus más de 211 años de historia.

Los soldados de Colombia, desde la creación del Ejército en 1810 y en su devenir por la historia, han sido unos hombres y mujeres que con grandes valores y virtudes han enfrentado los grandes retos que les han impuesto. Los soldados del presente han recibido el legado y las tradiciones de sus antecesores y, de esta manera, nuestros soldados han logrado enfrentar las amenazas híbridas como los delitos transnacionales y el terrorismo, los cuales se encuentran inmersos en la globalización y superan las fronteras de los Estados.

De aquí es de donde nace la necesidad de tener unos soldados que comprendan todas las condiciones particulares de los territorios, del país, de la región y del mundo, para tener una comprensión de las necesidades de la población y del mismo Estado, enmarcado en la legitimidad de sus acciones.

Dentro de la visión del gobierno del presidente Iván Duque Márquez, la cual nació de la buena semilla de la libertad y el orden, se estableció una nueva dinámica para el cumplimiento constitucional del Ejército Nacional, respondiendo a los desafíos propios de su rol dentro del Estado social y democrático de Derecho.

Como lo establecí con el señor presidente en nuestra primera reunión desarrollada en Cartagena de Indias iniciando el 2021, los objetivos estratégicos se han ido cumpliendo y eso me deja con la conciencia tranquila de la mano con todos mis hombres y mujeres, soldados de este glorioso Ejército Nacional, de cumplirle al pueblo colombiano.

La institución que dirijo, en estos dos años ha sido una fuerza de acción decisiva de la nación, integrada por seres humanos de coraje y valor, unidos en una profesión de armas y honor, organizados, entrenados y equipados para obtener la victoria en cualquier momento y lugar sin importar la amenaza, desempeñándose de manera óptima en las demás áreas misionales de los tiempos venideros, en favor de la población civil, los derechos de sus miembros, el desarrollo económico, la protección de los intereses nacionales públicos y de las relaciones internacionales.

Prueba de ello, se ha visto materializado en el significativo aumento de la dinámica operacional que tuvo el Ejército Nacional durante el 2021, en comparación con el año anterior. Los indicadores de la lucha contra las economías ilícitas como el narcotráfico, el secuestro, el robo de hidrocarburos, la explotación ilícita de yacimientos mineros, así como la afectación contra los grupos armados organizados y la neutralización de explosivos, fueron algunos de los aspectos en los que hubo el incremento operacional durante este año que termina.

Dentro de la transición a la normalidad luego de un periodo de pandemia, es seguro que este año la lucha contra el secuestro, el narcotráfico y la minería ilegal, así como la recuperación de menores y capturas, fue lo más destacado en las operaciones desarrolladas por el Ejército Nacional.

La afectación a los diferentes grupos armados organizados ha tenido un aumento del 43 % con respecto al año anterior y de 404 menores, quienes fueron recuperados en el 2020 se pasaron a 498 en este año. Así mismo, fueron capturados 6.802 presuntos miembros de grupos armados organizados, que, en comparación al año anterior significó un aumento de 2.077 capturas.

Para mí, como comandante del Ejército, ha sido un aspecto muy significativo el haber podido regresar a los hogares de los colombianos a muchos jóvenes reclutados por las estructuras criminales, entre las cuales se encuentran los grupos armados organizados residuales de las FARC, el ELN, el Clan del Golfo, los Caparros, los Pelusos y demás grupos delincuenciales que, sin escrúpulo alguno, arrebataron de sus hogares a estos menores convirtiéndolos en combatientes… Pero gracias a la labor de nuestros soldados, ¡muchos de ellos fueron RECUPERADOS!

La violencia no da tregua y los enemigos de la paz, empleando métodos poco convencionales, atacan a nuestra población civil sin discriminar. De esta manera, en el desarrollo de las operaciones militares, 208 individuos fueron muertos en combate, como también integrantes de estos grupos se sometieron a la justicia, pasando de 211 sometimientos en el 2020 a 474 en el 2021. Las consecuencias de las operaciones militares también incluyen la incautación de material de guerra, con lo cual 3.783 armas de fuego y más de 370.000 unidades de munición han dejado de circular por el país, lo cual ha significado un 23 % más de incautaciones que el año pasado.

Por otra parte, también hubo una significativa mejora en la neutralización e incautación en explosivos. Las tropas del Ejército Nacional lograron ubicar y destruir de manera controlada más de 4.500 artefactos y minas antipersona. En igual sentido, más de 14 toneladas de explosivos y 32 mil metros de cordón detonante y mecha lenta fueron incautados, así como la neutralización de 104 acciones terroristas, lo que ha representado un aumento del 16% en la efectividad operacional en este campo.

Entre los resultados más importantes obtenidos este año, se destaca la captura de Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel, en el Urabá antioqueño el pasado 23 de octubre. A este individuo le figuraban 128 órdenes de captura por distintos delitos como narcotráfico, extorsión, homicidio, desplazamiento forzado, tráfico de armas, conformación de grupos armados, concierto para delinquir y delitos de lesa humanidad, entre otros.

Así mismo, alias Otoniel tiene vigentes siete sentencias condenatorias y ocho medidas de aseguramiento y en su contra existen dos circulares rojas y una azul de Interpol y solicitud de extradición emitida por una corte de los Estados Unidos. Además, labores de inteligencia e investigación criminal señalan a alias Otoniel como el responsable de direccionar alianzas delictivas con estructuras del crimen organizado residual y con algunos integrantes del ELN para actividades de narcotráfico, especialmente a través del golfo de Urabá.

Otra de las acciones militares sobresalientes del 2021, que demuestra la profesionalización de un Ejército humano y respetuoso de los derechos humanos y el Derecho Internacional Humanitario, se obtuvo en septiembre en el sur del departamento del Chocó, cuando en una acción ofensiva alias Fabián, cabecilla del Frente de Guerra Occidental del ELN, fue herido y capturado. Alias Fabián fue auxiliado por un socorrista militar y trasladado en una aeronave del Ejército hacia Cali, en donde falleció debido a la gravedad de sus heridas.

Alias Fabián tenía un historial criminal de más de 35 años, manejaba los negocios ilícitos del narcotráfico con laboratorios, corredores de movilidad para las drogas y disputas criminales con el Clan del Golfo y contaba con cerca de 20 órdenes de captura emitidas por autoridades legales.

De igual manera, en mayo del 2021, Robinson Gil Tapias, alias Flechas, cabecilla del grupo armado organizado Los Caparros, murió en desarrollo de una operación militar en su contra en la vereda San Judas, del corregimiento Piamonte, en Cáceres, en la región del Bajo Cauca antioqueño. Por este individuo las autoridades ofrecían una recompensa de hasta 597 millones de pesos. Estaba señalado del secuestro de ocho jóvenes en febrero de 2021, al igual que del desplazamiento forzado de los habitantes de la región entre 2019 y 2021, homicidios selectivos y de librar una guerra territorial contra el Clan del Golfo. Alias Flechas tenía un historial criminal de más de 18 años y con la caída de este actor de la violencia, ese grupo quedó desmantelado.

Dentro de las estrategias del Gobierno nacional para el 2021, también se encuentra la libertad de crear empresa, pensar y actuar diferente, vivir y andar por nuestras ciudades y campos, decidir cómo adelantar un emprendimiento, expresar nuestras ideas y asociarnos para defender nuestros principios.

Por esta razón, el Ejército de Colombia, fortalecido en la capacidad de reacción rápida y efectiva, acatando la Constitución Política, ha velado por la seguridad y la protección de las personas residentes en Colombia en su vida, honra, bienes, creencias y demás derechos y libertades, asegurando el cumplimiento de los deberes sociales del Estado y teniendo como imperativo el respeto irrestricto de los derechos humanos y el Derecho Internacional Humanitario.

De esta manera, por ejemplo, en cuanto a las economías ilícitas, la institución logró la liberación y rescate de 109 personas que permanecían secuestradas, lo que significó un aumento del 15 % si se tiene como referencia el año anterior, cuando 95 personas recobraron la libertad gracias al trabajo institucional.

Así mismo, en operaciones militares contra el narcotráfico fueron incautadas más de 261 toneladas de marihuana, pasta base de coca y cocaína, lo que se traduce en un incremento del 31 % en comparación con el año anterior. En cuanto a laboratorios para el procesamiento de droga, este año fueron neutralizados cerca de 3.200 de ellos y alrededor de 14.500 semilleros fueron destruidos, lo cual significó un avance del 246 % respecto al año anterior. Así mismo, fueron erradicadas más de 41.000 hectáreas de cultivos ilícitos, con lo cual se evitó producir estas sustancias nocivas para la salud de la población mundial.

Por su parte, en lo relacionado a la explotación ilícita de yacimientos mineros, este año se realizaron 371 intervenciones en donde fueron inutilizadas e incautadas 311 dragas, 117 excavadoras, 63 retroexcavadoras y se produjeron 994 capturas, lo que representó un aumento del 10 % en resultados contra este grave delito hacia el medio ambiente, en comparación con el 2020.

La corrupción es uno de los grandes retos que enfrenta el Ejército en el futuro, por esta razón, seguirá interiorizando de manera adecuada los lineamientos propuestos por la Dirección de Aplicación de Normas de Transparencia DANTE, con el fin de evitar que los miembros de la institución sean tentados a incurrir en actos de corrupción.

El comportamiento Ético Militar es el camino para que los hombres y mujeres que portan el uniforme de la patria cumplan su función pública con honor, siendo íntegros y transparentes tanto para su institución como para el pueblo de Colombia.

Aunque la configuración geográfica de nuestro país haya creado regiones aisladas a los centros de desarrollo, el compromiso del Ejército Nacional para con el pueblo colombiano, por intermedio de sus batallones de ingenieros, seguirá siendo el de construir y reconstruir la infraestructura en lugares remotos, apoyar al Departamento de la Prosperidad Social para que se ejecute el acompañamiento de manera efectiva a los proyectos sociales en las regiones, de manera que se logre construir tejido social alrededor de las mismas, con campañas dirigidas al arraigo, vivir en comunidad, mejorar el sentido de pertenencia y regresar al campo.

Aunque existen otros intangibles los cuales son complejos de medir, en el 2020 el Ejército desarrolló operaciones militares encaminadas a proteger la biodiversidad y el agua declarados Activos Estratégicos de la Nación, como también para incrementar el turismo en todas las regiones colombianas gracias al desarrollo de operaciones conjuntas, combinadas e inter agenciales, con elementos de la Policía, la Armada, la Fuerza Aérea, la Fiscalía y las autoridades ambientales, quienes se han comprometido con la protección del agua, la conservación de páramos, la reducción del impacto en el cambio climático, la calidad del aire y la gestión limpia de los suelos.

Para el 2022, los cerca de 240.000 hombres y mujeres que tiene el Ejército Nacional, desplegados a lo largo y ancho del territorio nacional, continuarán realizando operaciones militares con el objetivo de afectar las redes logísticas y criminales de los diferentes grupos armados organizados y así garantizar la seguridad, defensa y bienestar de los colombianos.

Hoy, Colombia cuenta con un GRAN EJÉRCITO, los colombianos pueden confiar en la institución y pueden estar seguros que dentro de ella hay mujeres y hombres dispuestos a darlo todo por ellos y por lo que nos ordena la Constitución.