En 1983 la guerrilla del ELN agonizaba y nadie apostaba un peso por su suerte. Incluso en ese entonces debido a la ofensiva militar del momento se llegó a vaticinar que no lograría sobrevivir debido a los pocos integrantes con los que contaba y a las inmensas dificultades financieras que tenía para mantener a flote sus golpeadas estructuras. Pero el moribundo revivió. Todo gracias a la llegada de una de las empresas petroleras más importantes en el mundo en esa época: la compañía alemana Mannesmann. Junto con la italiana Sicim, estas dos empresas fueron contratadas por el gobierno colombiano para construir el oleoducto Caño Limón-Coveñas. El ELN se jugó su última carta y secuestró a cuatro ingenieros de Mannesmann, por los que exigieron un rescate multimillonario. La cifra que pidió el ELN por la devolución de los ingenieros nunca se conoció a ciencia cierta pero se hablaba de 8 millones de dólares. Cuatro de ellos habrían sido pagados en efectivo. El resto, supuestamente el grupo guerrillero exigió invertirlo en obras sociales en materia de educación, salud, vías de comunicación, acueductos y alcantarillados en las comunidades de la zona donde las petroleras y sus contratistas comenzaban a trabajar, algo que nunca ocurrió. El asunto incluso llevó a que el gobierno alemán trajera en julio de 1983 a dos polémicos personajes al país para encargarse de las negociaciones. Se trataba de Werner Mauss y su esposa Isabel cuya misión era contactar a los comandantes de ELN para buscar la liberación de los ingenieros secuestrados. Durante los siguientes cuatro meses, la pareja de agentes alemanes logró concretar el ‘negocio’ tras el pago de la millonaria suma, a cambio de la promesa del ELN de no atacar más a la Mannesmann. En los cinco años siguientes que transcurrieron después de la liberación de los ingenieros alemanes esta guerrilla pasó de ser un grupo paupérrimo a contar con miles de millones en sus arcas con lo cual garantizaron su supervivencia. Los ‘elenos’ no cumplieron con el trato y esa guerrilla desató una ofensiva en la cual dejó por fuera las actividades de la empresa alemana. En esos años volaron en más de 20 oportunidades el oleoducto Caño Limón-Coveñas, dinamitaron otras 15 instalaciones petroleras y secuestraron a cerca de 14 alcaldes en la zona donde se estaban desarrollando las exploraciones petroleras. El escándalo desatado por los pagos y la ofensiva terrorista terminaron con la salida de la multinacional del país.