La polémica reforma tributaria, que pretende recaudar ingresos por 26,1 billones de pesos y estabilizar las cuentas fiscales del país tras la pandemia por la covid-19, no ha sido presentada oficialmente al Congreso y ya le provoca los primeros dolores de cabeza al Gobierno, que, de momento, no tiene a la mayoría de los partidos alineados a su favor. Un panorama nada fácil en plena campaña electoral y que requerirá de bastante lobby y pedagogía.
Algunos congresistas de los partidos de gobierno tienen más dudas que certezas, otros critican que se les toque el bolsillo a los colombianos, unos más le temen al desgaste político, mientras que la oposición ve la oportunidad de aprovechar electoralmente la discusión y pavimentar el camino a la presidencia de Gustavo Petro o el candidato de la centroizquierda.
La apuesta de Duque por presentar la reforma tributaria a 17 meses de dejar el poder le significará un desgaste, reflejado en el posible desplome de su popularidad, que hoy alcanza sus niveles más altos con 45 por ciento de aceptación, según el gran estudio electoral de SEMANA.
Aunque el presidente podría heredarle la papa caliente a su sucesor, prefiere actuar de inmediato y soportar el chaparrón. El ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, confesó que el Gobierno solo tiene caja para menos de dos meses, lo que agrava la situación.
Ante la urgencia, el Ejecutivo, con la propuesta más que lista sobre la mesa, ha preferido ambientarla políticamente antes de someterla de lleno a los ataques de la oposición e incluso a las críticas de algunos partidos políticos cercanos del Gobierno, como Cambio Radical, el Partido Liberal y el Centro Democrático, la casa política de Duque, hoy fraccionada.
“El manejo es absolutamente nefasto, con poca seriedad”, afirmó a SEMANA el congresista Gabriel Santos, molesto por la falta de comunicación y la poca claridad del contenido de la reforma. “Las únicas personas que están poniendo en riesgo el grado de inversión por el mal manejo de la reforma tributaria son los mismos funcionarios del Gobierno”, advirtió.
Luis Fernando Velasco se refirió a la habilidad del Gobierno “que pretende mostrar un monstruo grande (la reforma), esperando sacar un monstruo mediano, pero de todas formas es un monstruo”.
¿Cómo están las cuentas políticas para el trámite de la tributaria? Es imposible que la polémica iniciativa transite por una pista sin obstáculos. Por esto, congresistas de distintos partidos coinciden en que hoy no existe el ambiente propicio para su aprobación. Y, si logra surtir el trámite, terminará con grandes modificaciones. Los puntos más polémicos son que se puedan gravar con IVA productos de la canasta familiar, que paguen renta salarios de alrededor de 3 millones y poner una carga impositiva a las pensiones.
Para empezar, la iniciativa de Carrasquilla deberá tener un consenso desde el Centro Democrático, en el que los ánimos no son los mejores. El propio Álvaro Uribe presidió una reunión de urgencia, bajó las tensiones en las bancadas y expidió un comunicado en el que habló de unidad entre los congresistas, además de la clara necesidad de una reforma tributaria; pero también, del compromiso de buscar alternativas sociales para financiar los programas que eviten que la pobreza dé un salto de 35 a 50 por ciento en dos años.
Sin embargo, hay voces inconformes entre las bases y la militancia uribista fuera de los congresistas Gabriel Santos, Gabriel Jaime Vallejo, César Eugenio Martínez, Christian Garcés y Jairo Cristancho. También desde el Senado, Paloma Valencia, Paola Holguín, María Fernanda Cabal y Carlos Meisel han exigido públicamente más reducción de gastos desde la Casa de Nariño y manifestaron su desacuerdo con el IVA. “Nosotros prometimos un Estado austero, ese debería ser el primer mensaje, ¿dónde está la política de austeridad del Gobierno? ¿El plan de choque de ahorro?”, preguntó la senadora Paola Holguín.
Gabriel Jaime Vallejo, por ejemplo, le confesó a SEMANA que no votará ninguna reforma que contenga nuevos impuestos o aumento de tarifas. Y, si deciden aprobarla por ley de bancadas, se acogerá a la objeción de conciencia. El congresista Carlos Meisel aseguró que “ninguna reforma es buena, porque es una evidencia de que nos estamos gastando más de lo que podemos”. Mientras, María Fernanda Cabal propuso la eliminación de las 16 Altas Consejerías y ahorrarse 232.000 millones de pesos, al igual que la Corporación Nacional para la Reconstrucción del Río Páez y la Agencia para la Cooperación Internacional, entre otras.
Aun cuando, en últimas, el Centro Democrático terminará alineado por Uribe, el tema no está tan fácil en Cambio Radical. El exvicepresidente Germán Vargas Lleras ya le mostró los dientes a la reforma tributaria, la llamó un “conejazo” y “despropósito nacional”, y marcó las líneas rojas que no pretende aprobar, como el impuesto a quien gane pensión por encima de 7 millones, aumento del IVA a la canasta familiar y convertir en permanente el polémico gravamen al patrimonio.
Cambio Radical –en muchas ocasiones del lado del Gobierno– es disciplinado, y en esta oportunidad, como votará en bancada, se apartará de la reforma si el ministro de Hacienda no acepta las modificaciones. Los congresistas José Daniel López, Temístocles Ortega y JaimeRodríguez le pidieron al partido hundir la reforma.
SEMANA conoció que el Gobierno flexibilizará algunas propuestas y ha sostenido encuentros con el senador Carlos Abraham Jiménez y el congresista Leonardo Rico, delegados de Vargas Lleras, figuras clave en todo el proceso de aprobación de la reforma, porque presiden las comisiones de presupuesto en Senado y Cámara, en las que pasará en primera instancia la iniciativa.
Por los lados del liberalismo, César Gaviria, presidente de la colectividad, tampoco está de acuerdo con la reforma tributaria. Y las relaciones con el Gobierno Duque transitan por un difícil momento, lo que obstaculizará el tema. Aunque el expresidente guardará silencio hasta no conocer oficialmente el documento, con seguridad pedirá que lo voten en contra. Allí, ciertos sectores solicitarán hacerlo mediante el voto secreto para no causar distancias con el Gobierno y evitar el desgaste político preelectoral.
Para fortuna del ministro Carrasquilla, a diferencia de Cambio Radical, en la tolda roja no hay unificación de mando y más de la mitad de los congresistas liberales son cercanos a la Casa de Nariño. Sin embargo, dependerá del lobby y la pedagogía para su alineación final.
En La U, es incierto el panorama. Mientras que Dilian Francisca Toro, presidenta del partido, dijo que no votarán nada que genere impuestos a la canasta familiar, el impuesto a la renta de personas naturales y el impuesto a los pensionados, el representante Alfredo Deluque prefiere esperar a que la reforma sea radicada para analizarla y tomar decisiones.
En cuanto al Partido Conservador, este jueves sostuvieron una reunión para sentar una posición como bancada y, a pesar de que se espera que acompañen al Gobierno, porque la consideran necesaria, hacen algunos reparos. “El Estado tiene un déficit crónico que se ha agrandado con la pandemia, necesita recursos. La sabiduría del Gobierno y el Congreso está en cómo recaudar más sin afectar el crecimiento económico y el bolsillo de la gente, que no da más. Pero hay mecanismos”, dijo a SEMANA Ómar Yepes, presidente de la colectividad.
Desde la oposición es claro que se mantendrán en contra del proyecto, a pesar de que algunos consideran necesaria una reforma, pero con otro enfoque totalmente distinto. “No es necesaria, es indispensable”, reconoció el senador Iván Marulanda de la Alianza Verde.La representante Katherine Miranda, por su parte, presentará ponencia negativa para buscar hundir el proyecto. Propone que, si se requiere una reforma tributaria, debería contemplarse la posibilidad de gravar con IVA las bebidas azucaradas y ponerles impuesto a las Iglesias. “Si esta tributaria toca la clase media, prefiero que se caiga”, aseguró.
La Colombia Humana propondrá otras alternativas que llamen más la atención de la ciudadanía, sabiendo que será difícil que pasen, pues no cuentan con las mayorías. Allí se unirán en bloque partidos de la izquierda y centroizquierda, que electoralmente están divididos, pero que en el Congreso tienen un pensamiento similar. “Estaremos llamando, como lo hice yo y lo han hecho otros miembros de la bancada, a la movilización social”, aseguró María José Pizarro.
Desde el Polo Democrático también se mantendrá la posición crítica del proyecto y se propondrán otras opciones. “No puedo rescatar nada de la reforma, es más de lo mismo”, afirmó Wilson Arias.
Jorge Robledo, ahora en Dignidad, reafirmará su posición crítica con el presidente Duque y el Gobierno, especialmente con el ministro Carrasquilla. Señala que en los casi 20 años que lleva en el Congreso siempre ha visto el mismo modus operandi en las reformas tributarias discutidas, y es que al comienzo hay reparos, pero al final el proyecto termina pasando. “Habemus reforma tributaria, porque Carrasquilla es el mejor comprador de congresistas”, agregó Armando Benedetti.
Hasta el momento, las cuentas políticas no le cuadran al Gobierno. Por esto, sondean a los partidos, escuchan propuestas y las ajustan antes de lanzar en los próximos días la reforma tributaria al ruedo.