El pasado 12 de enero, el empresario colombiano Alejandro Falla vivió una de las peores tardes de su vida cuando salía de un restaurante en la ciudad de Bogotá, junto a su hermano.
Al salir del establecimiento presenciaron un robo a mano armada contra dos personas, que a gritos pedían ayuda a los transeúntes después de que uno de los delincuentes les robara el celular. “Con mi hermano saltamos a ayudar a esta pareja, una señora y un señor; lo que pasó fue muy rápido”, dijo Falla a SEMANA.
Uno de los dos delincuentes se dio a la fuga, pero se le fundió la moto y fue capturado a unas cuadras por la comunidad, que logró detenerlo, pero el que quedó en el lugar fue sometido en el piso por Alejandro y su hermano, en un acto heroico por parte del empresario.
“Estando en el piso, estoy con las manos sujetándolo; saca el puñal y me lo clava en la rodilla, yo pierdo el equilibrio y caigo, lo tenía sujetado de la parte de atrás del casco y, para liberarse, se voltea con el puñal y a mí lo único que se me ocurre es poner el antebrazo para que no me hiera en otro lado”, dijo Falla confirmando que en ese momento recibió dos puñaladas más.
El ladrón logró soltarse de sus captores y se dio a la fuga. En ese momento, lo que el empresario recuerda es que personas de la comunidad, incluyendo a empleadas de las tiendas aledañas al suceso, le prestaron atención como pudieron mientras llegaba una ambulancia.
Mientras eso ocurría, llegó una patrulla de dos policías en una moto, quienes decidieron perseguir al delincuente que propinó el ataque al empresario y lo capturaron a pocos metros de donde había ocurrido el incidente.
“Me sorprendió gratamente cómo vi señoras de almacenes cerca que trataban de ayudarme a contener la sangre, me sorprendió porque no tienen por qué hacerlo y menos cuando hay sangre de por medio”, dijo Falla a SEMANA, asegurando que fue trasladado a la Clínica Santafé, donde fue operado al día siguiente para reconstruir los nervios en la pierna derecha y en el antebrazo.
Al lugar llegó la policía para recibir la denuncia de los afectados, “mi hermano va a la URI y pone el denuncio, nos enteramos de que las personas a las que robaron no quisieron poner el denuncio, no quisieron identificarse con la Policía, lo cual para mí fue un poco desilusionante”, aseguró.
Esa palabra fue usada varias veces por el empresario durante la entrevista; en otro momento, se sintió decepcionado y desilusionado cuando en diferentes videos conocidos después del incidente se veía a las personas a las que ellos habían ayudado “tomando el celular” cuando el ladrón finalmente lo suelta tras la presión de Falla y su hermano.
“Ahí es donde más me da dolor, cuando sentí que las personas que uno creyó que estaba ayudando en el momento, que les toca poner de su parte un denuncio, no, se van como si no hubiera sido con ellos, eso fue más doloroso que las puñaladas del ladrón”, dijo.
Otro momento de decepción para Alejandro fue cuando se enteró de que dejaron ir a los dos ladrones que habían sido capturados en flagrancia por “errores de protocolo al capturarlos”, según la Fiscalía. A Falla le habría llegado información que incluso están investigando a los uniformados.
“La Fiscalía inicia otro proceso para recapturarlos, hacemos otra entrevista virtual, les damos todo el relato y nos dicen que les darían orden de captura nuevamente”; sin embargo, días después, el empresario recibió un correo en el que le piden ir a una casa de justicia a conciliar, algo increíble de creer.
El recurso se convertiría en querella, una denuncia que pasaba de ser una prioridad de ataque a volverse una investigación por “una pelea”, según cuenta Falla, quien decidió desistir de la denuncia por el riesgo que podría presentar para él y para su familia.
Si bien Alejandro estuvo inmerso en una problemática del día a día que es la inseguridad en la capital del país, aseguró que tomar justicia por mano propia frente a estos hechos es complejo: “Yo creo que es un sentimiento de desesperación, la gente está desesperada y no da más, sienten que nadie los protege”, agregó.
“Entrar a hacer un juicio moral sobre cómo defenderse es complejo dada la coyuntura de la ciudad y del país, a mí no me gustan las armas, pienso que las armas deberían ser el territorio del Estado y el Estado debería ser el que proporciona la seguridad, pero lo que es cierto es que se le salió de las manos”, aseveró.
Según el empresario, en muchas ocasiones los delincuentes están mejor armados que las mismas fuerzas del orden y es ahí que los ciudadanos toman decisiones de defenderse como pueden, “no podría dar un juicio de valor por quienes sí usan armas porque están desesperados”.
Finalmente, Alejandro Falla, quien vive fuera de Colombia hace varios años, aseguró que no se siente seguro en Bogotá: “No camino ya en la calle, intento no exponerme, no salir, no me siento seguro y eso me duele profundamente porque soy colombiano”, concluyó.