Mark Feierstein conoce muy bien a Colombia. En 2000 vino por primera vez para asesorar la campaña de Maria Emma Mejía a la Alcaldía de Bogotá. Dice que en ese entones el país era casi “un Estado fallido”. Ahora, como director de Usaid para América Latina y el Caribe, insiste que el cambio ha sido enorme y que hay razones para sentirse optimista. SEMANA aprovechó su visita al Bajo Cauca, a Medellín y Bogotá para entrevistarlo. SEMANA: ¿Cómo vio la situación en el Bajo Cauca? Mark Feienstein: Invertimos 30 millones de dólares allí en actividades productivas, construcción de capital social, infraestructura, defensa de los derechos humanos. Estuvimos en Cáceres, inauguramos 200 kilómetros de carreteras, fuimos a un parque educativo, a una casa de justicia. Me animó la visita, a pesar de ser una región en conflicto, hay progresos. Hablamos con campesinos que sembraban coca y ahora tienen cacao, trabajamos mucho para impulsar esa transición. El chocolate se volvió un arma para combatir el terrorismo. SEMANA:¿Qué fue lo que más le conmovió? M. F.: Conocimos chicas de secundaria y niños, nos contaron sobre sus estudios, sus sueños, lo que quieren hacer. Hace 15 años no nos hubiéramos encontrado con tanto optimismo. Hay un valor simbólico de que venga gente de Washington al Bajo Cauca, hablando un español chistoso, con el mensaje de que los ojos del mundo están en Cáceres, que no están aislados. Es una lucha difícil, pero tienen la solidaridad del mundo. SEMANA: Colombia emprende políticas de posconflicto a pesar de que la guerra siga. ¿No nos estamos adelantando? M. F.: Son programas importantes con o sin acuerdo de paz, estamos creando tejido social, instituciones. Hay que comenzar ya y alistarse para un posible acuerdo. SEMANA: Más allá de los programas sociales, en estas regiones hay un problema de abandono. ¿Cómo impulsar esa institucionalidad? M. F.: A largo plazo el sector privado tiene que impulsar el desarrollo, no el Estado. Es un proceso que está en marcha, buscamos alianzas con empresas nacionales e internacionales para que lleguen a estos sitios. Con el gobierno nuestra meta es fortalecer las instituciones, la unidad de víctimas, la de restitución. Somos socios minoritarios, Colombia pone su capacidad institucional. Las carreteras fueron financiadas por Antioquia y Usaid. Le dimos nuestros recursos a la Gobernación, queremos que estos caminos se vean por lo que son, como la entrada de la institucionalidad a una zona conflictiva y olvidada. El gobierno puede mostrar resultados, inversión, así se construye fe, esperanza, confianza entre el ciudadano y el Estado. SEMANA: ¿Qué tan comprometidos están con Colombia para los próximos años? M. F.: Este año el presupuesto de Usaid en Colombia es de 140 millones de dólares, el segundo más alto en América Latina. Pero el éxito para Usaid es desaparecer. En América Latina dejamos de trabajar en Uruguay, Chile, Panamá, Costa Rica, países exitosos. Muchos piensan que un aumento de presupuesto es un éxito, no es así, la disminución lo es. El presupuesto de Usaid ha bajado, por el éxito que tiene Colombia. Algún día vamos a cerrar nuestra oficina y eso va a ser una razón para celebrar. SEMANA: ¿Cómo es la reconciliación a la colombiana? M. F.: Comienza con la voluntad política, promover la colaboración, invertir los recursos, cuidar las poblaciones vulnerables. Hay un acuerdo de sociedad que hay que hacer cosas para que el país funcione como una sola Nación. En Estados Unidos Colombia es visto como un gran éxito. He tenido responsabilidad global, viajé mucho a África, a Yemen, Irak, Nigeria, Oriente Medio, a zonas en conflicto. Ven a Colombia como un modelo, aquí hay lecciones para todo el mundo. SEMANA: ¿Le preocupa la división política que hay en torno a la negociación? M. F.: Así es la democracia, siempre hay debates, son legítimos, respetamos los puntos de vista, hay ruido, eso es positivo. SEMANA: ¿Si las Farc se desmovilizan, trabajarían con ellas? M. F.: Vamos a ver cuáles son los acuerdos, los elementos, siempre estamos dispuestos a ayudar al gobierno.