El fútbol profesional colombiano festejará 75 años de historia el próximo 26 de junio. Este aniversario llega en un momento particularmente crítico debido a la ola de violencia que ha sacudido a los estadios durante los últimos meses. Por eso, SEMANA consultó a expertos para analizar las causas y las alternativas con el fin de erradicar este problema que parece no tener solución.
Antonio Hernández, exdirector del Instituto Distrital de la Participación y Acción Comunal (IDPAC), quien coordinó la política de las barras durante la Alcaldía de Enrique Peñalosa, dijo que en primer lugar “hay que entender que es un tema que debe ir muy ligado a las políticas de juventud”.
Para Hernández, el barrismo está compuesto principalmente por gente joven que siente el alentar una barra de una forma distinta y más violenta. Por ese motivo, él afirmó que no debe dejarse de un lado esta conexión para educar a los hinchas.
El representante a la Cámara Juan Sebastián Gómez, del Nuevo Liberalismo, consideró que la violencia en los estadios refleja la coyuntura nacional. “Siempre he dicho que si alguien quiere saber cómo está su sociedad, debe mirar hacia las tribunas populares. Es evidente que hay un deterioro”, sostuvo Gómez.
Por su parte, Fernando Jaramillo, presidente de la Dimayor, señaló que hay que múltiples factores que desatan la violencia en los escenarios. “Este es un país que tiene muchos años de violencia y se lleva a los campos de fútbol. También hay un problema social complejo, desde el punto de vista de los núcleos familiares, el consumo de estupefacientes y las bebidas alcohólicas”, agregó Jaramillo.
Hasta ahora, las medidas tomadas no han logrado contener la violencia. El llamado Plan Decenal de Comodidad, Seguridad y Convivencia en el fútbol ha sido el proyecto del Estado más ambicioso, pero al mismo tiempo uno de los más criticados. ¿La razón? Nunca ha sido puesto en marcha de forma correcta.
Hernández recuerda que vivió de primera mano los primeros años de dicho plan y dice que hubo problemas por falta de conocimiento de las autoridades.
Por ese motivo, en su gestión en el IDPAC (2016-2019), Hernández se concentró en políticas dirigidas a la juventud, a promover una cultura de la no violencia, al control biométrico y a la participación real. A su juicio, las próximas elecciones regionales, en octubre próximo deben ser una oportunidad. “Hay un momento maravilloso para construir dado el cierre de las administraciones actuales, y la apuesta de los alcaldes y alcaldesas que llegarán en enero. Hay que renovar ese plan decenal”, dijo Hernández.
El representante Gómez calificó el plan decenal como un “completo fracaso” y Jaramillo, de la Dimayor, pidió un trabajo en conjunto con el Gobierno, en vez de echar culpas a diestra y siniestra.
Si de algo son conscientes los fanáticos del deporte rey es que ya se acostumbraron, cada fin de semana, a que la Dimayor emita una nueva sanción y que no se produzcan cambios trascendentales.
Por ejemplo, en febrero pasado, un hincha del Deportes Tolima atacó por la espalda a Daniel Cataño, jugador de Millonarios. Este acto fue duramente criticado por la opinión pública, se penalizó con tres años de sanción para el hincha agresor y una multa económica que asciende a 23 millones de pesos.
Pero una de las preocupaciones con este tipo de castigos es que nadie puede garantizarles al resto de los hinchas que van a disfrutar del fútbol en paz. En los escenarios deportivos no hay tecnología de identificación para que estas medidas se cumplan efectivamente.
“Aquí están echándonos un cuento y es que dicen que sancionan al hincha del Tolima, a los hinchas de Nacional, a los de Millonarios y que no van a entrar a los partidos. Eso no se puede controlar, pues no hay un control biométrico. Eso debe existir y que se puedan cruzar bases de datos con antecedentes judiciales, con la Sijín, la Dijín, etc. De lo contrario, son cantos a la bandera”, señaló Hernández.
El mismo problema se vio con los famosos “contratos” entre las directivas de Atlético Nacional y la barra de Los Del Sur. Todo terminó en una guerra entre la barra y la Fuerza Pública. Las sanciones de la Dimayor no tuvieron mayor efecto y serán pagadas, así como las otras que se imponen cada fin de semana de por medio.
Para el representante Gómez, estas sanciones no son útiles e incluso las considera contraproducentes. “Creo que no tienen efecto. Pueden ser un estímulo perverso porque algunos hinchas pueden estar molestos con sus clubes, como ocurrió con Atlético Nacional. Eso se convierte en un estímulo para que sancionen al equipo”, dijo Gómez.
El representante pidió que esas sanciones sean reemplazadas por inversión en proyecto sociales con las barras.
Lo que es curioso es que el mismo presidente de la Dimayor dijo que las sanciones no cumplen con la función de mitigar la violencia y se deben pensar medidas más drásticas para disminuir la violencia.
“No necesariamente las sanciones deportivas funcionan. Los que se perjudican, claramente, son los clubes”, anotó Jaramillo.
¿Qué hacer entonces? Hernández, exdirector del IDPAC, propuso: “El control biométrico es fundamental. Que la gente sepa que, si se acerca al estadio y va a ingresar, su nombre será revisado en una base de datos para determinar si tiene alguna sanción o si incluso está siendo requerido por autoridades”.
Hernández introdujo la entrada con identificación biométrica al estadio El Campín, en Bogotá, pero dicho método de identificación no volvió a ser usado. “Trabajamos en proyectos pilotos. De la mano con la Policía se hicieron seis, eso quedó avanzado, pero nada que se aplica ahora”, advirtió.
El representante Gómez, quien es uno de los líderes de la barra del Once Caldas de Manizales, habló de la carnetización. “Los hinchas nos carnetizamos y nunca se hizo una identificación biométrica para ingresar a los estadios. No se aplican sanciones individuales, sino colectivas. Es un cúmulo de situaciones que lleva a que haya tanta violencia en los estadios, como no se veía antes”, afirmó.
Jaramillo aceptó que el paso a seguir es la correcta identificación de los asistentes a través de la identificación e individualización. “Desde el punto de vista de medidas preventivas es clarísimo que la plena identificación de los hinchas es muy importante. Sobre eso debemos trabajar en una solución integral”, afirmó.
Además, Jaramillo pidió endurecer las sanciones contra los hinchas violentos para poner punto final a estos actos repetitivos de los hinchas en los estadios colombianos.
“En muchos países estas medidas punitivas, desde el punto de vista penal, funcionaron. Es decir, hay que extremar las penas por invasión al campo, agresiones en el partido. Eso sirvió en Inglaterra, Chile y Argentina”.
Sin embargo, pese a la opinión de los expertos, a las sanciones impuestas tanto a los clubes, como a unos cuantos hinchas, los amantes del fútbol no ven una luz al final del túnel. No se ven soluciones efectivas a corto plazo. Seguramente, será un tema que los aspirantes a las alcaldías deberán abordar y debatir en las elecciones de octubre próximo. El fútbol mueve mucho y más en Colombia, en donde para muchos es incluso una razón de vida.