Desde hace varias semanas la opinión nacional, y gran parte de la internacional, tiene los ojos puestos en la crisis desatada en la frontera entre Colombia y Venezuela. El impactante drama de los colombianos deportados, las pugnas diplomáticas y las reacciones de diferentes sectores de lado y lado han copado la agenda informativa y política. La indignación de los colombianos por lo que ocurre se siente y se respira en todo el país. El panorama es complejo y el ambiente agitado. Sin embargo, más allá de las consecuencias, lo cierto del caso es que la mayoría de los colombianos y los venezolanos no tienen claro cuál exactamente fue la chispa que sirvió de detonante de esta crisis. Lo poco que se supo provino por parte del gobierno bolivariano que ordenó el cierre de la frontera como respuesta a un “ataque de paramilitares colombianos a un grupo de militares venezolanos”. Si bien es cierto que la emboscada ocurrió, no son nada claras las circunstancias y los actores. De hecho son varias las posibles causas, todas confusas y rodeadas de misterio. Estas son las principales hipótesis. Guardias contra militares El pasado 19 de agosto, cerca de las 5 y 30 de la tarde, los tenientes del Ejército venezolano Daniel Veloz Santaella, Alexis Rodríguez y el cabo primero Miguel Núñez –integrantes de inteligencia militar– fueron atacados a tiros en el área urbana, barrio Simón Bolívar de San Antonio del Táchira. Con ellos iba un civil. Todos resultaron heridos. Tan solo 48 horas antes, el 17 de agosto, ese mismo grupo de militares había detenido, en un retén cerca de San Cristóbal, un vehículo en el que viajaban dos integrantes de la Guardia Nacional de Venezuela. Al intentar requisar el automotor, estos últimos se opusieron y solicitaron la presencia de sus superiores y del Ministerio Público venezolano. El incidente entre los militares y los guardias fue escalando. Finalmente, con la presencia de uniformados de alto rango, inspeccionaron el carro y encontraron droga, 42 millones de bolívares y 3 millones de dólares. El asunto no tuvo mayor trascendencia y se manejó con discreción. Los militares hicieron un informe, revelado hace pocos días por el diario ABC de España, en el cual dejaron consignado lo que pasó. Dos días más tarde ocurrió la emboscada, lo que ha dado lugar a pensar que pudo tratarse de una retaliación de miembros de la Guardia por el decomiso y por las labores de inteligencia que venían haciendo los militares en su contra. Un sector de las Fuerzas Armadas venezolanas es relacionado con el llamado cartel de los Soles, vinculado con negocios de narcotráfico. Su contraparte es conocida como el cartel de La Guajira, del cual hacen parte integrantes de la Guardia Nacional. El civil sospechoso Cuando ocurrió la emboscada los tres militares de inteligencia venezolana iban en compañía de un civil. Lo que no informaron las autoridades de ese país fue quién era el misterioso hombre. SEMANA estableció que se trataba de un colombiano llamado Ramón Vuelvas. Conocido con el alias de el Paisa, es un personaje vinculado a estructuras del Clan Úsuga que han migrado y actúan en el vecino país. Este hombre estaría suministrando información a los militares con el fin de atacar a los socios y los puntos de acopio de droga y contrabando de un rival, otro delincuente venezolano conocido con el alias de el Gordo, quien controla gran parte de estas actividades ilegales en San Antonio del Táchira, en complicidad con miembros de la Guardia. Esa disputa entre bandas rivales, cada una ayudada por militares o Guardia, habría generado el ataque. La muerte del maletero Otra de las causas del ataque a la comisión militar venezolana tendría que ver con un incidente que se presentó hace pocos días. El 29 de agosto, un colombiano recibió un disparo de fusil en la ribera del río Táchira. Se trataba de un hombre que hacía parte de los llamados ‘maleteros’, las personas que transportan por las trochas todo tipo de cargamentos ilegales entre los dos países. Su muerte produjo graves disturbios durante toda la mañana de ese día entre ‘maleteros’ colombianos que acusaban a militares venezolanos de asesinar a este hombre que tenía seis hijos. Algunos de estos ‘maleteros’ hacen parte de mafias muy grandes y poderosas que controlan el tráfico en la frontera y quienes eventualmente habrían atacado a los uniformados en venganza. Urabeños, Rastrojos y AGC El pasado 10 de agosto, casi un mes antes del ataque, un panfleto firmado por las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC) fue distribuido en el municipio de Villa del Rosario, Norte de Santander, y algunas poblaciones del lado venezolano. En el documento se amenazaba de muerte a medio centenar de personas que hacen parte de disidencias de las bandas criminales los Rastrojos y los Urabeños, las cuales tiene presencia en sectores de San Antonio del Táchira y Ureña, principalmente. Las vendettas por quedarse con el control de rutas de contrabando de droga, combustible y mercancía habrían llevado a que un sector de los Rastrojos atacara a alias el Paisa, el disidente de los Urabeños que estaba en el mismo carro con los tres miembros de la inteligencia militar del Ejército venezolano que resultaron heridos. La causa más probable de la emboscada que generó la crisis binacional puede ser un ajuste de cuentas en el que están involucrados delincuentes colombianos y venezolanos con militares y guardias del vecino país. Sin embargo, es poco probable que las investigaciones de la Justicia en Venezuela despejen con certeza qué fue lo que ocurrió. Lo cierto del caso es que ese incidente terminó convertido en un tema político capitalizado por el gobierno de Nicolás Maduro. Miles de inocentes han pagado las consecuencias, mientras los delincuentes binacionales, en eventual complicidad con autoridades locales, siguen tan campantes.