Una nueva tragedia enluta a una familia bogotana esta semana luego de que en la mañana del pasado lunes autoridades distritales reportaran el homicidio de un joven de solo 14 años de edad a bordo de un bus de TransMilenio, a manos de un hombre aún sin identificar.
En diálogo con SEMANA, la madre de la víctima comentó que “todo inició en la estación de Ricaurte cuando mi hijo le pisó la chancla y esta persona le dijo que tenía que arrodillarse y pedirle perdón, a lo que mi hijo se negó, y empezó a encararlo, y de un momento a otro sacó la navaja y me lo mató con dos puñaladas en el pecho”.
De esa manera acabó la vida de Juan Esteban Alzate Ceballos, quien había salido en la tarde del sábado 8 de octubre con su novio y una amiga a disfrutar de unos tragos y chichas en el Chorro de Quevedo en La Candelaria, en el centro de Bogotá, pero quien de regreso a casa terminó perdiendo la vida por una vil apuñalada que recibió en el pecho a manos de otro usuario de TransMilenio.
Su madre, Estefanía Ceballos, se declara conmocionada y sin saber cómo podrá seguir adelante sin su hijo y con la angustia de no contar con los recursos necesarios para darle una cristiana sepultura.
Según comentó la mujer, “el problema empezó porque él estaba con el novio, mi hijo es gay, pero el hecho de que sea gay no daba para que me lo fueran matando de esta manera, porque él era una persona común y corriente, desde los 8 años él ya tenía definida su orientación sexual”.
Con la voz entrecortada recuerda cómo fueron los angustiantes momentos cuando se enteró de que su hijo se debatía entre la vida y la muerte. “A mí el novio me llamó desesperado, llorando, y me dijo señora Estefanía a Esteban me lo apuñalaron acá en el TransMilenio”. Desde ese momento, a la madre del menor se le empezó a desmoronar el mundo en mil pedazos.
Aferrado a un milagro, Esteban, a pesar de la gravedad de las heridas, aún se encontraba con vida mientras era trasladado al Hospital Santa Clara. “Después me volvió a llamar a avisarme que al niño lo habían metido a cirugía, pero luego me comunicó que Esteban no aguantó la operación y finalmente murió. Yo no alcancé a llegar al hospital, cuando lo hice, ya mi hijo estaba muerto”, afirma Estefanía.
El vacío que deja Juan Esteban en su familia será demoledor. Era uno de los mayores de un total de seis hijos. “Él era el que seguía después del mayor, yo tengo un hijo de 20 años que está en el Ejército, y seguía él, Esteban”, contó su mamá.
A pesar de que Esteban llevaba dos meses viviendo con su pareja, su mamá señala que la relación con su hijo era estupenda, pues como lo subraya, “yo con el papá de Esteban me separé hace muchos años y, en pocas palabras, yo fui papá y mamá para él”. De hecho, ambos trataban de compartir el mayor tiempo juntos que fuera posible.
Juan Esteban, quien llevaba cuatro años viviendo en Bogotá, en la localidad de Bosa, tras llegar a la capital procedentes de Maní, Casanare, con su mamá y demás hermanos, se encontraba validando tercero y cuarto primaria en la jornada nocturna del colegio Fernando Mazuera, al sur de la ciudad.
“Mi hijo estaba muy atrasado, no podía estudiar de día, pues tenía una edad avanzada para poder estudiar en tercero o cuarto y por eso no me lo recibían en los colegios”, comenta Estefanía, quien agrega que “en el día, él hacia las tareas, paseaba sus perros, dos pitbulls y un beagle, también le hacía aseo al apartamento en el que vivía con su novio y a eso de las 4 de la tarde se venía del apartamento en San Mateo, en Soacha, hacia Bosa, a donde yo vivo”.
De acuerdo con la madre, “Esteban llegaba a mi casa a pedirme que le regalara para las onces”. Cuenta además que en muchas ocasiones ella preparaba almuerzo y lo llamaba para que fuera a la casa. “Pasábamos mucho tiempo juntos a pesar de que él viviera con su novio”.
Con mucha nostalgia, Estefanía recuerda que el sueño de su hijo era ser modelo profesional e ir a vivir algún día a Estados Unidos y desde allí ahorrar para comprarle una casa a su mamá, pero todos esos sueños se vieron truncados a manos de un ciudadano extranjero que le quitó la vida por simplemente haberlo pisado sin intención.
“Yo quiero que se haga justicia, lo de mi hijo no puede quedar impune. Es más, el día que a mi hijo lo apuñalaron, ahí había un patrullero y me cuenta el novio de mi hijo que ellos trataron de buscar ayuda con el uniformado, pero él lo único que respondió fue que “dejen la bulla”. Así que yo les pido a las autoridades que den con el paradero de este criminal que le quitó la vida a un niño que tenía metas, de ser un profesional, de irse para Estados Unidos, de convertirse en un modelo”, dijo.
Y concluyó de manera tajante: “Me le robaron todos los sueños a mi hijo simplemente porque le pisó las chanclas”.