Las alarmas en el hospital municipal de Galapa estaban encendidas. Tres niños, menores de 14 años, habían ingresado a ese centro hospitalario y, luego de someterse a un estricto procedimiento médico, los galenos encontraron signos de abuso sexual en sus cuerpos. Como si fuera poco, dos días después aparecieron cuatro niños más diagnosticados con las mismas condiciones, que aseguraron ser víctimas de agresiones sexuales por parte de su profesor de fútbol. SEMANA conoció impactantes testimonios que delatan el accionar de un posible abusador en serie. Sin importar contextura, color o estatura, decenas de menores cayeron en sus garras seducidos por el deseo de convertirse en estrellas del fútbol.
En Galapa, a más de 30 minutos de Barranquilla, Jairo José Neira Samper pasaba desapercibido. No levantaba sospecha alguna. A sus 44 años, era el presidente y entrenador de una escuela de fútbol y siempre mostró interés en ayudar a los más pequeños. Para entrar a La Coruña, así se llamaba el equipo, bastaba con tener menos de 14 años. Los padres pagaban una inscripción y de vez en cuando colaboraban con los gastos administrativos.
Nunca se imaginaron que entre camerinos y extenuantes partidos las pequeñas promesas del fútbol presuntamente eran obligadas a realizar todo tipo de vejámenes sexuales. Pero para alcanzar su cometido aún faltaba. La estrategia obligaba a tener paciencia y conservar esa fachada del profesor carismático y filántropo.
Luego de ganarse la confianza de los padres y vincular a los niños a su escuela deportiva, Jairo José Neira comenzaba a planear sus fechorías. Aprovechando los entrenamientos, se les acercaba, elogiaba sus talentos y los convencía de que podían escalar a grandes categorías.
Al parecer, creaba un escrupuloso ambiente de familiaridad y sus pupilos encontraban en él aquella oportunidad para cumplir sus sueños. De alguna u otra manera, en medio de su inocencia, sentían la necesidad de mostrarse agradecidos. La confianza fue de tal magnitud que muchas veces Neira Samper organizaba paseos recreacionales para aproximarse a la intimidad con sus víctimas.
En alguna ocasión, los habría llevado a una zona enmontada. Se trataba de un sitio ubicado a las afueras de Galapa, en el que entre maleza y hojas secas se extendía un enorme cuerpo de agua, como especie de lago. Para llegar debían adentrarse en la trocha y recorrer un trayecto de 45 minutos, aproximadamente. Al final, en aquel lugar los niños eran utilizados para complacer los deseos sexuales de su entrenador.
Ese día, según información obtenida por este medio, fueron más de cinco víctimas en total. Neira Samper, al parecer, les pidió que ingresaran al agua, algunos en ropa interior y otros completamente desnudos. Según él, la idea era disfrutar de un baño en conjunto y romper con la rutina. Posteriormente, se arrimó a los niños y con sus manos tocó las partes íntimas.
Entre ellos mismos, por orden de su profesor, también “jugaban” a descubrir sus cuerpos. De acuerdo con las autoridades, el presunto historial de Jairo José data de 2021, pero nada de eso se conocía hasta hace poco, cuando entre el 3 y el 5 de enero de este año siete víctimas ingresaron al hospital de Galapa con indicios de abuso sexual.
De inmediato, las alarmas se encendieron y la Policía desplegó un operativo para rastrear los pasos del agresor. Varios niños revelaron que fueron inducidos a prácticas sexuales en diferentes lugares, como los camerinos de las canchas y en sitios poco transcurridos. Narraron que el propio entrenador les pedía tocarse entre ellos mismos, los grababa y en una que otra ocasión hubo acceso carnal, es decir, penetración. Ellos accedían a sus pretensiones bajo amenazas de ser expulsados del equipo o porque su profesor, esa figura que despertaba admiración y seguridad, lograba persuadirlos explicándoles que no había nada extraño en ese tipo de comportamiento.
A cambio, los pequeños recibían zapatos y balones, o simplemente quedaba en el subconsciente la idea de que estaban haciendo las cosas bien para alcanzar sus objetivos profesionales. En repetidas circunstancias, los abusos ocurrieron en la casa de Jairo José. Durante unos fines de semana, por ejemplo, en los que se programaban encuentros deportivos, el profesor convencía a los padres de familia para que les permitieran a sus hijos pasar la noche en su casa con la excusa de que terminaban demasiado agotados por los partidos. En otros escenarios, los pretextos estaban relacionados con supuestas ayudas que requería para que los menores ingresaran a la vivienda.
A su alrededor, los vecinos no se inmutaban. Ninguno llegó a pensar que, de paredes hacia adentro, el agraciado y generoso entrenador de fútbol recibía a sus alumnos para satisfacer aberrantes prácticas sexuales. Los niños eran grabados y las autoridades competentes adelantan las investigaciones para esclarecer si los videos eran utilizados con la finalidad de complacerse a sí mismo o para divulgarlos como pornografía infantil.
Así fue la captura
Cuando se destaparon las primeras denuncias, Jairo José entró en alerta. Una publicación en Facebook advirtió sobre lo que estaba ocurriendo en el municipio y supo que la policía pronto iría tras su arresto. Primero se fugó. Desocupó la casa en Galapa y se mudó a Barranquilla junto con varios familiares. Mientras eso sucedía, inteligencia policial seguía sus movimientos.
A través de cámaras de seguridad, identificaron el vehículo utilizado para la mudanza, pero el resultado no fue tan factible. La cobertura de las cámaras no dio abasto para el amplio perímetro de la zona y pronto perdieron la ubicación de su objetivo. Pese a los operativos desplegados para capturarlo, el profesor seguía utilizando sus redes sociales y otras plataformas digitales para mantener comunicación.
De esa manera, las coordenadas indicaban que el presunto abusador se encontraba escondido en el sur de Barranquilla, barrio Los Olivos. Finalmente, con agentes encubiertos, las autoridades confirmaron la dirección del inmueble y en tiempo récord lo arrestaron. La captura se realizó el pasado miércoles 17 de enero. Durante el operativo, liderado por la unidad básica criminal adscrita a la seccional de Protección y Servicios Especiales, y miembros del Cuerpo Técnico de Investigación de la Fiscalía, incautaron diversos elementos, entre ellos un computador portátil, una USB, cuatro discos duros y una CPU.
Llama la atención que también se encontraron 1.000 carnets deportivos de identificación, dos celulares, 600 carnets deportivos con fotografía e información de niños y 30 tarjetas de identidad originales. Se presume que los carnets y las fotografías eran utilizados para analizar y escoger a sus víctimas. Al momento de ser capturado, Jairo José Neira aseguró que demostraría su inocencia.
Actualmente, el indiciado se encuentra privado de la libertad. La Fiscalía General de la Nación imputó los cargos de acceso carnal abusivo con menor de 14 años en concurso con actos sexuales agravados en concurso sucesivo y heterogéneo.
El acceso carnal corresponde al acto de penetración y la conducta se considera abusiva, porque la ley reconoce que un menor de 14 años no tiene la capacidad legal para dar un consentimiento informado y válido para participar en actividades sexuales. Esto se basa en la premisa de que los menores no tienen la madurez emocional y mental para tomar decisiones sexuales y proteger su bienestar.
Asimismo, cuando se acusa a alguien de actos sexuales agravados en concurso sucesivo y heterogéneo, se está señalando que la persona ha perpetrado una serie de acciones sexuales gravemente inapropiadas en diferentes momentos y que estas acciones pueden variar en su naturaleza específica. Jairo José Neira Samper es conocido bajo el alias del Profe, pero luego del cúmulo de denuncias son varios los seudónimos que han surgido para referenciarlo.
Más allá de los balones y las canchas de fútbol, el Profe ahora es el Monstruo de Galapa y para otros es el Monstruo de los Carruajes. Más de 30 niños cursan un proceso de restitución de derechos, pues habrían sido víctimas de vejámenes.