El hombre al que se le vino el mundo encima. Más de 4.000 metros cúbicos de rocas cayeron sobre la transversal del Carare de un momento a otro, arrastrados por las incesantes lluvias que se viven en Santander. Bajo este alud impresionante de tierra quedó Edwin Felirto Lozada Niño, el conductor de una volqueta que andaba por el kilómetro 8, justo en el instante en que las lluvias desgranaron la montaña.

Al hombre lo estaban esperando en la casa y al ver que no llegaba, las autoridades decidieron revisar las cámaras de la carretera y se dieron cuenta de que había cruzado justo en el momento del derrumbe. Más de una semana duró remover la tierra que se había desplomado. Y solo hasta el día cuarto apareció el cuerpo de Edwin Felirto.

Según Fabián Vargas, de Gestión del Riesgo de Santander, 70 por ciento de los municipios de ese departamento tienen afectaciones por las lluvias. La vía Los Curos-Málaga lleva más de 15 días cerrada. En la vía a la provincia de Soto Norte, en el municipio de Charta, se gestiona la instalación de un puente militar. El río Magdalena ha estado en alerta roja y se calculan 10.000 hectáreas afectadas.

1. La heroica bajo agua

Centenares de turistas que pensaban pasar unos días de descanso quedaron atrapados en hoteles y apartamentos.

El puente festivo pasado, las fotos de Cartagena retrataban la Ciudad Amurallada como una especie de Venecia del trópico. Las calles del idílico centro histórico quedaron sumidas bajo la lluvia y el agua logró entrar hasta el Centro de Convenciones. Centenares de turistas que pensaban pasar unos días de descanso quedaron atrapados en hoteles y apartamentos.

“A la tragedia humanitaria que se repite cada vez que hay un ciclo lluvioso extraordinario y que afecta especialmente a quienes habitan en dificilísimas condiciones de vida, se suman los impactos económicos. Un sondeo nos indicó que la disminución de las ventas, por ejemplo, en restaurantes, se redujo hasta el 70 por ciento. Se cancelaron actos festivos de nuestras fiestas de independencia, golpeando a muchos microempresarios”, cuenta Claudia Fadul, de Fenalco Cartagena.

2. No se salvaron ni los muertos

Lo que pasó en el cementerio ha sorprendido a todos.

A eso de la medianoche, las tumbas del cementerio de Piojó, en el Atlántico, comenzaron a hundirse. Nadie sabe por qué las lluvias generaron la debacle que vive el municipio, uno de los más afectados del país. Pero culpan a la minería ilegal y a las obras hechas sin planeación. Más de 100 viviendas están averiadas y cerca de unas 85, desplomadas totalmente. Duró 35 horas lloviendo sin parar. Y parece como si una aplanadora se hubiera ensañado contra el barrio más damnificado.

Lo que pasó en el cementerio ha sorprendido a todos. Joel Villanueva cuenta que se ha planteado convertir el lugar en un camposanto y que hay alerta de que esa remoción de tierra en donde yacen los seres queridos del pueblo se convierta en un problema de salubridad. “Aquí no se muere nadie, por ahí dos personas al año”, cuenta.

3. La vida por la lluvia

Las lluvias y la alta velocidad se están convirtiendo en un factor aterrador de riesgo.

Las cifras de muertos por cuenta de la temporada invernal son impresionantes: 204 muertos, 281 heridos, 765 municipios afectados y 37 personas desaparecidas, según reportes de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo (UNGRD). Se suele pensar que solo están en peligro quienes viven en las laderas de los ríos, pero lo cierto es que nadie se escapa a la inclemencia del clima.

“Las lluvias y la alta velocidad se están convirtiendo en un factor aterrador de riesgo”, advirtió con preocupación la alcaldesa de Bogotá, Claudia López. Para el cierre de octubre, se reportaba que la ciudad había perdido 430 vidas en siniestros viales. Al invierno le atribuyen el aumento de esas cifras. López aseguró que la temporal invernal que vive Bogotá puede ser la peor de su historia.

4. No se puede dar clase así

Niños y niñas en el Atlántico han tenido que ir a tomar sus clases con el agua mojándoles los pies. En vez de aprender las tablas de multiplicar, han tenido que ayudar a sacar traperos para secar sus colegios. Y los salones han comenzado a dar alerta de caerse a pedazos. La Asociación de Educadores del Atlántico pidió declarar emergencia educativa. Con fotos, la organización ha dejado en evidencia el estado crítico en que se encuentran algunas instituciones por cuenta del fuerte invierno. En Barranquilla ya se tuvieron que cancelar clases en 33 colegios. “Los recursos se vuelven escasos y finitos, tanto en personal como en tiempo, para abarcar con tanta cosa. No ha parado de llover. Hay remoción en masa, crecientes súbitas”, le dijo Edgardo Saucedo, director de la oficina de Atención y Prevención de Desastres de Barranquilla, a SEMANA. Más de 3.500 familias afectadas tiene la capital. Piden más recursos para atender la emergencia.

5. Las papas atrapadas

En varias regiones del país, los cultivos de papas han quedado debajo del agua. | Foto: César Carrión

“El tema de la papa está bien complicado por la ola invernal. Por las mañanas hace buen clima y ya cuando vamos a recogerla en la tarde está lloviendo y no nos deja cosechar lo suficiente en la producción del día”, cuenta Luis Ernesto Gómez, un empresario papero que tiene sus cultivos en Cundinamarca. “Las vías están destruidas, el agua las ha llenado y el mal estado de las vías nos ha afectado bastante”.

Agrega que las regiones más afectadas son Nariño, Boyacá, Cundinamarca, Santander y Antioquia. “Todas las zonas paperas están en ola invernal y eso hace que lleguen pocas papas a cada región. A Corabastos en Bogotá está llegando muy poca y por eso se sube el precio”, agrega. Asegura que ha subido 45 por ciento el precio. Hace 20 días una carga estaba a 140.000 y hoy está a 240.000.

6. La piscina que puede desbordar el río

El invierno causa estragos en Santander de Quilichao, en Cauca. | Foto: Getty Images

Uno de los mayores atractivos de Santander de Quilichao es una piscina natural que bordea el impetuoso río que lleva el nombre del municipio y que es bordeada por majestuosos árboles de samán. Pero la semana pasada la piscina se convirtió en una amenaza. Sus aguas se llenaron de piedras porque el invierno arrastró este material por las corrientes y amenazaron con desbordar el río. “Llovió tres días seguidos y sentimos los estragos”, cuenta con asombro la alcaldesa Lucy Amparo Guzmán.

Ella se ha dedicado a atender la emergencia y casi que no hay funcionario del pueblo que no haya ayudado a contenerla; 20 familias han perdido su hogar y hay 12 vías afectadas. “Tuvimos que sacar toda la maquinaria para desocupar la piscina municipal y sacar personal de todas las dependencias para ayudar a superar los derrumbes. Hubo momentos en que se pensó que el río se iba a desbordar en el casco urbano. Nunca en la historia se había desbordado un río sobre la vía a Cali. Las lluvias son brutales y la verdad es que no tenemos capacidad para controlar esa forma de caer agua”, concluye.