En el marco de la edición 53 del Torneo Internacional del Joropo, se desarrolló la conversación ‘Sonoridad, territorio y joropo’, un encuentro que contó con la participación del Cholo Valderrama, Cachi Ortegón, Doris Arbeláez y Darío Robayo, moderado por el periodista Juan Lozano.
Cachi Ortegón, experto en joropo y compositor llanero, señaló que el origen de esta tradición tiene el encanto de no estar bien definido y la curiosidad de ser algo sobre lo que hay que seguir indagando. Aseguró que, sin duda, este origen tiene un componente religioso de la música de las misiones jesuitas, franciscanas, candelarias, y otro componente de la música popular que corría en esos tiempos del romance, de la jácara y de esa música que se va mestizando.
Las menciones documentadas sobre el joropo arrancan desde la época de la guerra de independencia, en la que por primera vez aparece el término. “Luego, en todos los territorios de los llanos del Orinoco empiezan a florecer menciones, por ejemplo, sobre la música de los llanos en San Martín, una pequeña transcripción de un viajero europeo que la registra, y hace un comentario que esa era una música con bandolón”, sostuvo Cachi.
Los panelistas que participaron en el evento recalcaron que siempre en los relatos de los viajeros en el llano, al lado de la descripción del paisaje y la faena ganadera, está la de una música especial: largos romances asonantados, extensas y monótonas cantinelas, pero que hacen un compás agradable y brindan la facultad de improvisar. Todo esto está registrado desde comienzos del siglo XIX. El Cholo Valderrama señaló que “el origen del joropo está en las tonadas de ordeño, con los cantos a capela”. Si bien existen varios formatos en la interpretación del género, reconoció que el formato actual que tiene el joropo es netamente venezolano. No obstante, advirtió que acá se tenían los corridos y el romance.
El arpista llanero Darío Robayo aseguró que el joropo bebe de varias fuentes: “Los cantos de trabajo, las escalas modales del canto gregoriano, el romance. Elementos que también toman cosas del fandango”. Además, destacó la diversidad de elementos que están fundidos y fusionados de ese joropo que hoy se conoce.
La arpista e investigadora de artes musicales Doris Arbeláez resaltó la importancia del Joropo Académico como una manera de conocer a profundidad la tradición llanera de Colombia. “Reflexionar sobre nuestro propio saber es crucial para conocer hacia dónde van la reflexión histórica y la búsqueda de fuentes veraces que nos permitan entender cómo han sido los procesos de esta cultura y cómo se ha transformado”.
Por último, Cachi Ortegón dejó una invitación a la reflexión: “Perdemos el tiempo buscando patrias al joropo, porque el joropo es nuestra patria, es nuestro territorio. Los sentires no necesitan pasaporte, esos pasan solos las fronteras, pasan con el alma de uno”.