Luego de cinco años de haber sido capturada comenzó en un juzgado de Paloquemao el juicio contra Marilú Ramírez, acusada de participar en el carro bomba de la Escuela Superior de Guerra, en el norte de Bogotá, en el 2006 y quien se infiltró y realizó el curso elite de los generales y codearse con la cúpula militar, empresarios y magistrados.  Durante la diligencia, el fiscal del caso leyó algunos correos electrónicos que hacen parte de las pruebas con las que el ente acusador busca la condena de Ramírez por terrorismo, entre otros delitos. A finales del 2007, SEMANA reveló estos contenidos y contó la increíble historia de cómo esta voluminosa mujer burló los más estrictos controles militares para codearse con altos mandos como parte de su plan para perpetrar el ataque terrorista. Esta es la historia que hoy vuelve a tomar relevancia. Todo comenzó el 25 de octubre del 2007 cuando se presentó un hecho poco usual en el complejo judicial de Paloquemao, en Bogotá. Un juez, a petición de la Fiscalía, ordenó desalojar de curiosos y periodistas la sala de audiencias número 2 porque, según él, lo que se iba a hablar allí podía poner en riesgo la seguridad del Estado. Y razones no le faltaban para tan drástica medida. Allí, ante las autoridades, se encontraban seis integrantes de las Red Urbana Antonio Nariño (RUAN) de las FARC, años antes sembraron el terror en la capital de la República. Entre todos los sindicados, sin embargo, se destacaba una mujer que en ese entonces tenía 40 años, con nueve semestres de comunicación social y dos de derecho. Su nombre: Marilú Ramírez Baquero, quien en los últimos dos años hizo parte de dos actividades bien disímiles. La primera, en el 2005, cuando participó de civil –en calidad de invitada– en los cursos que los coroneles de las Fuerzas Armadas hacen para ascender al grado de general; la segunda, en el 2006, cuando se le señala de ser la supuesta autora material del carro bomba en la Escuela Superior de Guerra. Aparte de Ramírez Baquero, el día previo a esa audiencia las autoridades capturaron a cinco personas más, luego de un trabajo de inteligencia y de operativos militares que para ese entonces se dieron en Mesetas y Uribe (Meta), al campamento del temido jefe guerrillero Carlos Antonio Lozada, quien es el hombre fuerte y fundador de la ‘Ruan’ de las FARC en Bogotá. La infiltrada Cada año, los oficiales de las Fuerzas Militares y de Policía que van a ascender al grado de brigadier general deben someterse a un exigente curso en la Escuela Superior de Guerra, conocido como Curso Integral de Defensa Nacional (Cidenal). Durante cerca de 10 meses, entre otras cosas, los coroneles asisten a seminarios y conferencias que son dictados no sólo por sus superiores, sino también por el propio presidente de la República y los ministros de su gabinete. También van como conferencistas magistrados de las Altas Cortes, fiscales, procuradores, militares extranjeros, empresarios nacionales y extranjeros y reconocidos académicos colombianos y extranjeros. Desde hace muchos años es tradición que al curso Cidenal, que inicialmente sólo era para miembros de la fuerza pública, se invite como estudiantes a civiles que hacen parte de lo más granado de instituciones oficiales y privadas del país. Por eso, a los detectives que capturaron a Marilú Ramírez Baquero les llamó la atención que lo primero que hizo ella fue identificarse con un carné del Cidenal. Para tratar de zafarse del acoso de las autoridades, durante varios minutos Ramírez mencionó como sus amigos a muchos generales del Ejército y de la Policía. Pese a sus explicaciones, la captura se hizo efectiva por orden de un fiscal de la Unidad Nacional Antiterrorismo, que tenía contra ella cargos por rebelión, concierto para delinquir y terrorismo. La noticia de la detención de Ramírez empezó a correr como pólvora entre todos los asistentes al Cidenal del 2005. No era para menos. Todos recordaban que con ellos había estudiado la mujer sindicada de terrorista y que dos años atrás se les había presentado como una alta funcionaria de la Veeduría Distrital. "Cuando nos enteramos de que Marilú había sido detenida, todos quedamos fríos, pues los requisitos que nos exigieron son muy drásticos. A mí, por ejemplo, me averiguaron esta vida y la otra", le dijo a SEMANA en su momento una fiscal de alto rango que asistió al Cidenal ese mismo año. En esa fecha, otro de los participantes también mostró su preocupación cuando se conoció de la detención. "Estamos muy asustados con lo que pasó. Marilú se hizo muy amiga de todos nosotros. Ella no sólo tenía nuestros teléfonos y direcciones, sino que conoció nuestras familias, estuvo en nuestras casas y fincas y se enteró de cuáles eran nuestras actividades laborales y económicas", contó el gerente de una multinacional que también hizo parte del Cidenal del 2005. Pero no sólo empresarios y funcionarios judiciales se aterraron con la noticia de Marilú. Los más preocupados, y hasta avergonzados, fueron los propios militares. La guerrillera burló todos los esquemas de seguridad y, lo que es más grave, se hizo a información privilegiada que compromete la seguridad nacional. En las conferencias que recibió en el Cidenal, Ramírez conoció en detalle la estructura de las Fuerzas Armadas y los planes de guerra que el Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea y la Policía tenían contra la guerrilla, el paramilitarismo y el narcotráfico. En ese escenario, también conoció de primera mano las fortalezas y las debilidades de las fuerzas del orden. Marilú no sólo logró información privilegiada en las conferencias y los foros del Cidenal. Gracias a su simpatía, se metió también en la vida social de militares y empresarios. No era raro entonces verla en cocteles y fiestas en el Club Militar. Frecuentemente era invitada por sus amigos de curso a sus apartamentos y fincas. No se perdió ni una ceremonia militar. Era la primera que llegaba y la última en salir. El 22 de noviembre del 2005 recibió el diploma que la acreditaba como graduada del Cidenal, de manos del entonces presidente, Álvaro Uribe Vélez. Después de finalizado el curso, la guerrillera no perdió sus contactos y siguió asistiendo a eventos exclusivos de militares. Las pruebas En audiencias pasadas, la Fiscalía no dudó en señalar a Marilú como la responsable del ataque terrorista contra la Escuela Superior de Guerra. De acuerdo con las pruebas que el ente acusador le presentó al juez de garantías, ella es conocida en la organización guerrillera como la 'compañera de graduación'. Así mismo, en el computador del jefe de las FARC Carlos Antonio Lozada se hallaron varios mensajes de texto entre la guerrillera y su comandante, que la comprometen seriamente. En uno de ellos se le pide a Marilú "nos dé la inteligencia sobre IC (inteligencia de combate) del profesor de la universidad y con el ‘Flaco’ que está con la mujer del camarada 'Chucho', quien tiene transporte para traer material de intendencia y enviar explosivos para realizar IC". Según la Fiscalía, "cuando en ese escrito se refiere a graduación, es que las FARC así denominaron al atentado explosivo que hubo en la Universidad Militar". Y para rematar su intervención sobre las actividades terroristas de Marilú Ramírez, el fiscal del caso fue contundente cuando reveló que "se han encontrado archivos en los que usted figura en los órdenes de batalla de la organización guerrillera", recalcó el representante del ente investigador. "También obran instrucciones de Carlos Antonio Lozada en donde le dice a usted que debe contactarse con otras personas para realizar actos terroristas, porque usted es una persona conocida de muchos militares, porque usted es reconocida y respetada en el ámbito social. Usted debe actuar y presentarles a ellos información sobre actos terroristas. Igualmente existe una memoria que la vincula a usted con el acto criminal de colocar un carro bomba dentro de una instalación militar al cual llamaron la ‘graduación’", sentenció el funcionario. Este es el panorama al que se enfrenta Marilú ante la justicia, que en la próximas semanas dará a conocer la condena que purgará la mujer que logró meterle un ‘gol’ a las Fuerzas Militares y al país.