VICKY DÁVILA: ¿Cómo ve el restablecimiento de las relaciones entre Colombia y Venezuela?
LEOPOLDO LÓPEZ: Con preocupación. Es una integración que se está haciendo en función de negocios, de intereses económicos que no quedan del todo claros. Se busca invisibilizar lo que ha sido la tragedia de Venezuela. También creo que es un corto circuito entre lo que está diciendo Petro públicamente, incluso ante la ONU, y lo que está haciendo el embajador Armando Benedetti en Venezuela.
V.D.: ¿Por qué lo dice?
L.L.: Por un lado, Petro habla de los derechos humanos, del tema ambiental y esta misma semana, cuando estaba diciendo eso en la ONU, salió un informe de la Comisión de Derechos Humanos que determina que Nicolás Maduro y una cadena de mando, que incluye a Cilia Flores, Diosdado Cabello, Tareck El Aissami y varios otros, son responsables de haber cometido delitos de lesa humanidad.
Vemos la agenda de Benedetti durante las primeras semanas en Venezuela y ha sido precisamente reunirse con todos y cada uno de quienes están señalados en este informe. Todos señalados de haber ordenado torturas muy graves, en algunos casos violaciones sexuales, en otros, incluso, llegaron hasta la muerte de algunas de las personas que habían sido detenidas por razones políticas.
Lo otro que dice el informe es que Venezuela también tiene una situación gravísima de violación de derechos ambientales en la Amazonia por la explotación del oro ilegal y esto también es un corto circuito entre lo que está diciendo Petro y lo que está ocurriendo en Venezuela. Pareciera que la política de Colombia, de alguna manera, quiere invisibilizar la tragedia de millones de venezolanos que hoy están sufriendo a consecuencia de la dictadura.
V.D.: ¿Quién gana y quién pierde en este restablecimiento de relaciones?
L.L.: Pierden los venezolanos y los colombianos. Si se pretende una paz total, hay un requisito fundamental y es que en Venezuela haya paz, Estado de derecho y democracia. No puede haber paz en Colombia si no hay democracia en Venezuela. El proceso de paz con las Farc tuvo una tremenda consecuencia en mi país. Los grupos armados, las Farc entre ellos y el ELN, se desplazaron a territorio venezolano. Hoy esos grupos no están solamente en la frontera, sino en todo el territorio. Se habla mucho de la apertura de la frontera. La realidad es que quien cerró la frontera fue Maduro, no el presidente Iván Duque; para temas de migración y efectos comerciales ha estado abierta, y creo que hoy Venezuela no puede aportar ningún tipo de producto, o muy pocos productos, para Colombia.
V.D.: El Gobierno de Petro ha presentado el restablecimiento de la relaciones entre Colombia y Venezuela como un ‘gana a gana’.
L.L.: No creo que sea así.
V.D.: ¿Esto le da oxígeno a Maduro?
L.L.: Sí, Benedetti pareciera más bien el embajador de Maduro y de los intereses de Maduro que el embajador de Colombia. Sin duda, es una agenda que busca normalizar, estabilizar, busca ser el mascarón de proa para darle más legitimidad a Maduro en la región e internacionalmente.
V.D.: Pero, ¿cuál puede ser el interés del presidente Gustavo Petro al restablecer las relaciones con Venezuela, distinto a mejorar la economía y demás?
L.L.: Es evidente que hay un interés frente al proceso que se pretende establecer con el ELN. Se ha dicho incluso que Maduro sea garante de un proceso de paz, lo que realmente es una inmensa contradicción. ¿Maduro garante de un proceso de paz cuando hace pocos días fue presentado de nuevo como un responsable de crímenes de lesa humanidad? Lo que sí se ve es la intención de blanquear a Maduro, lavarle la imagen, normalizar la situación con Venezuela, presentar a Maduro como una realidad inevitable dentro del continente, esconder a los migrantes, la tragedia humanitaria, y las violaciones graves a derechos humanos.
He estado muy sorprendido de ver una agenda de Colombia en Venezuela simplemente de negocios. Incluso en Caracas se habla de que hay distintos intereses, de un lado y del otro, con comisiones (coimas) y todo lo que significa un establecimiento de una relación de negocios en un país en donde no hay Estado de derecho, en donde todo lo decide y lo hace la dictadura, y los intereses de la estructura criminal que están alrededor de Maduro. Cualquier tipo de vinculación con Maduro es una vinculación con una estructura criminal.
Hoy, Venezuela pasó de ser un país de paso de la cocaína colombiana a convertirse en una industria verticalmente integrada. Hay miles de hectáreas de cultivo de coca y hay cientos de laboratorios. Por supuesto, hay tráfico. Es decir, el tema del narcotráfico en territorio venezolano pasó a otro nivel. Esto pasó, precisamente, porque es algo que ha impulsado, apoyado y ha sido parte de la estructura del negocio criminal de Nicolás Maduro.
V.D.: Colombia ya dijo que probablemente retirará la denuncia contra Maduro en la Corte Penal Internacional.
L.L.: Es un error, como lo dije anteriormente. Quiero recordar lo siguiente. En 2007, fui inhabilitado sin ninguna justificación. Me coartaron la carrera política. Era candidato para ser alcalde metropolitano de Caracas. Entonces, fui a la Corte Interamericana de Derechos Humanos y obtuve una sentencia favorable, en donde se determinó que me habían violentado mis derechos políticos. La respuesta de Chávez, en aquel momento, fue salirse de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Unos años después, en 2013, Gustavo Petro también fue inhabilitado y también recurrió a la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Utilizó, precisamente, mi sentencia para presentar su caso. La corte, nuevamente, ratificó que no podía haber inhabilitaciones sin una condena penal en firme. Eso fue lo que permitió que Gustavo Petro fuese candidato.
V.D.: Maduro será garante en el proceso con el ELN. ¿Qué piensa?
L.L.: Significa que tiene contacto con el ELN. Es obvio. Nosotros hemos venido denunciando eso desde hace muchos años.
V.D.: Maduro siempre lo niega y tampoco acepta que el ELN está protegido en Venezuela.
L.L.: Siempre lo niegan, pero hoy está más que comprobado. Existe abundante información sobre la presencia del ELN, no solamente en la frontera occidental o sur, sino dentro del territorio venezolano. Es conocido que el ELN el que da la estructura de seguridad y, por supuesto, de represión en todo lo que es la industria de extracción ilegal de oro de sangre que ocurre en la Amazonia venezolana. Representa uno de los mayores ataques a lo que significa ese pulmón vegetal que nos pertenece a todos. El ELN está vinculado en actividades de contrabando, narcotráfico y control de frontera. Existen cientos de testimonios de venezolanos que cruzan la frontera hacia Colombia y que tienen que pasar por las alcabalas del ELN y de las Farc. Eso ocurre, porque lo permite Maduro. Por eso es que a él lo llaman para ser garante de una conversación. Él, evidentemente, no solamente tiene contacto, sino ascendencia y ejerce una función de protección hacia esas personas del ELN, sus intereses y actividades criminales en territorio venezolano.
V.D.: ¿El Gobierno de Petro debería condicionar el restablecimiento de relaciones a que Maduro entregue a los criminales del ELN y a las disidencias de las Farc que están en territorio venezolano?
L.L.: Lo que entiendo es que no hay una posición por parte de Colombia de enfrentar a estas organizaciones criminales. Sería lógico tener una relación bilateral en donde la seguridad se pueda abordar de manera conjunta y se pueda identificar cualquier grupo criminal que mate, torture, cobre vacunas y tenga aterrorizada a la población, para que sea un objetivo común de la fuerza pública y la justicia de ambos países. Eso es lo lógico, pero no es lo que está ocurriendo.
V.D: La presencia de grupos armados ilegales colombianos en Venezuela es de vieja data.
L.L.: Sí, en el caso de Caracas, Valencia, Maracaibo, Barquisimeto, las grandes ciudades de Venezuela, están “los colectivos”, son grupos paramilitares armados y financiados por parte de la dictadura. El ELN, las Farc, e incluso el cartel de Sinaloa y Hezbolá, entre otros grupos criminales, tienen presencia en otras partes del territorio venezolano. Incluso, hay presencia del grupo Wagner, que es la mano armada no oficial de Vladimir Putin. Maduro es parte de una alianza internacional que es contraria a la democracia, la libertad y la posibilidad de convivir en el mundo libremente.
V.D.: ¿Qué opina sobre la decisión del Gobierno de Petro de devolverle Monómeros a Maduro?
L.L.: Lo primero es que Monómeros es una empresa que en 2019 estaba prácticamente quebrada por la administración y también por las restricciones que tenía por parte del tesoro americano. Pretender que Maduro va a significar estabilidad y a permitir que pueda darse una oferta de fertilizantes y de productos al agro colombiano es un contrasentido. Basta con ver lo que ha sido la destrucción de la industria petrolera y petroquímica de Venezuela. Hoy mi país no es petrolero: pasamos de producir 3,7 millones de barriles a producir 500.000. Lo mismo sucede con los fertilizantes, con la urea. Maduro, más bien, va a significar que se continúe con esa inestabilidad.
V.D.: Lo que está en el ambiente es que a Monómeros se la han robado.
L.L.: Sin duda alguna. Allí ha habido unos procesos muy desafortunados, por muchos años. Lo último fue que en 2021 hubo un informe por parte de la Superintendencia de Sociedades en donde identificaban irregularidades en el manejo de Monómeros. Allí hubo la intención directa por parte del presidente Juan Guaidó de presentar la remoción del gerente general y reestructurar la junta directiva. En eso quiero hacer un paréntesis: el presidente Guaidó tiene unas competencias limitadas, en el sentido de que el estatuto de transición que permite el reconocimiento y el funcionamiento del gobierno interino establece que todas las designaciones y remociones se hagan por parte de la Asamblea Nacional. Y a pesar de que el presidente Guaidó, en tres oportunidades, hizo la solicitud de que se hiciera la remoción del gerente general y de la junta directiva, eso no fue posible porque no fue aprobado por parte de la Asamblea Nacional.
V.D.: Algunos dudan de Guaidó. ¿Está en un error?
L.L.: Con este tema quien ha sido muy claro desde el principio ha sido Guaidó. Pero no ha tenido el respaldo político para que se hubiesen dado los cambios en la Asamblea Nacional.
V.D.: ¿Qué papel cumple ahora? Hay una idea de que cada día está más debilitado. ¿Eso es correcto?
L.L.: Juan Gaudió ha asumido una inmensa responsabilidad que le ha caído sobre sus hombros y que es llevar adelante el mandato constitucional con el que fue reconocido como presidente, es el artículo 233 de la Constitución que establece llevar a Venezuela a unas elecciones libres, justas y verificables. En el año 2019 hubo mucho entusiasmo, movilización, y expectativas. Creo que todos pensamos que podría darse un cambio en el corto plazo. Sin embargo, las cosas lamentablemente no salieron en los tiempos cortos. Y luego vino la pandemia. La pandemia cambió el mundo y, por supuesto, desmovilizó tremendamente a Venezuela. Hoy día estamos en un escenario complejo de mayor represión, de mayor control social, en donde también ha habido una frustración por parte de la ciudadanía de no haber logrado el cambio político, y eso lo entiendo y lo comparto. Sin embargo, Juan Guaidó sigue dando la cara, recorriendo el país y con el compromiso claro, nítido, de la necesidad de salir de la dictadura de Maduro, de tener unas elecciones libres, de tener Estado de derecho, democracia. La de Juan Guaidó es una voz valiente que plantea la necesidad del cambio político.
V.D.: ¿Qué debería hacer el Gobierno de Colombia frente a Guaidó?
L.L.: La política de Colombia y de los países de la región deberían ser coherentes con lo que dicen. Nosotros lo que esperamos de Colombia es que tenga una política de respaldo para que los venezolanos podamos tener una elección libre y justa en 2024. Hoy, lamentablemente, se pueden dar elecciones en Venezuela pero no hay condiciones. Muchos de los candidatos están inhabilitados. Los partidos están secuestrados. No hay medios de comunicación, hay criminalización de la protesta de la disidencia.
V.D.: Me llama la atención que diga que no hay medios de comunicación en Venezuela, porque los hay. ¿Qué pasa?
L.L.: Lamentablemente sí hay medios de comunicación, pero no hay libertad de expresión. Son dos cosas muy distintas. En Venezuela, por un lado, está la maquinaria propagandística de la dictadura. Ha sido un proceso de muchos años que se ha venido agrandando y sofisticando. Es una estructura que tiene decenas de canales de televisión, cientos de estaciones de radio, periódicos y, sobre todo, ejércitos de troles y bots para contaminar y dominar la conversación en las redes sociales, promover noticias falsas, desinformación. Pero del otro lado están los medios privados que están en Venezuela, los que quedan, están sumamente condicionados, censurados y autocensurados desde hace décadas. Hay personas totalmente vetadas de poder ser entrevistadas en los medios de comunicación. Guaidó no solamente no puede tener una entrevista, sino que ni siquiera puede ser mencionado. En los medios privados no se puede hablar de Maduro como dictador. De las violaciones de derechos humanos y del informe de la ONU no se puede hablar. Entonces, ahí hay una ficción de medios de comunicación. Hay canales en la televisión, pero no hay información, no hay libertad de expresión. Nosotros aprendimos por el camino difícil la lección de que la libertad de expresión es sin duda uno de los pilares de la democracia y de la posibilidad de que todos los ciudadanos puedan vivir en libertad. Durante mucho tiempo eso se subestimó y llegamos lamentablemente a este punto oscuro en el que hay total censura y autocensura y no hay la posibilidad de que los venezolanos puedan recibir información veraz.
V.D.: ¿Y cómo ve usted a los medios colombianos?
L.L.: Me han llamado la atención algunos que tienen una línea editorial muy complaciente con el Gobierno de Petro y que buscan invisibilizar problemas de fondo, de los cuales se tiene que hablar. Los medios tienen que asumir su responsabilidad democrática y constitucional, porque son uno de los pilares para mantener vigentes las libertades. Nosotros vimos en Venezuela cómo fueron cayendo los medios de comunicación por la vía del chantaje, el miedo, la criminalización poniendo a periodistas presos. Todavía los hay. Incluso, a personas que ponen mensajes en las redes sociales las meten presas. Medios de comunicación expropiados, dueños de medios encarcelados, exiliados, eso fue un proceso muy largo. Lo que le diría al pueblo colombiano es que mantengan su compromiso con la libertad, por supuesto los medios de comunicación, los periodistas, los dueños de los medios, los medios independientes, todos tienen una responsabilidad gigantesca en mantener vigente la verdad, y no hacer parte de una estructura propagandística a favor de intereses. Eso es lo que vivimos en Venezuela.
V.D.: En esa materia, ¿estamos caminando los pasos que ya recorrió Venezuela o eso es una falacia?
L.L.: Lo importante es que Venezuela sea siempre un espejo de lo peor que le pueda ocurrir a Colombia. Los medios de comunicación son fundamentales, pero también hay que estar atentos a todo lo que fue la politización de las Fuerzas Armadas y la fuerza pública. Eso ocurrió en Venezuela muy temprano, ha habido algunas señales en el caso de Colombia de que eso puede estar ocurriendo. Hay que tener eso muy presente. En el caso venezolano fue uno de los pilares al que muy temprano se le quitó su institucionalidad y adherencia al Estado de derecho y se convirtió en un actor político. También pasó con el sistema de justicia. Nosotros hemos venido padeciendo durante muchos años no tener una justicia independiente con fiscales que son unos sicarios, con jueces que sentencian por razones políticas. Te lo puedo decir como víctima. Fui sentenciado a 14 años de cárcel, pasé siete años privado de la libertad por haber llamado dictador a Maduro, por haber dicho la verdad sobre sus vínculos con el narcotráfico, sobre la represión, los asesinatos, y la violación de derechos humanos cometida por él y su línea de mando.
V.D.: Aquí, por ejemplo, salieron más de 50 generales con la entrada del Gobierno de Petro, ¿cómo lo ve?
L.L.: Espero que no sea una señal de la politización de las Fuerzas Armadas. En las primeras etapas, como ocurrió en Venezuela, lo primero que se busca es el silencio, es decir, primero se calla y se expulsa la disidencia. Cualquier posición contraria a la de la dictadura, en aquel momento de Chávez, era expulsada. Luego el silencio y luego la obediencia. Esa fue la secuencia que fue dominando las Fuerzas Armadas en Venezuela.
V.D.: Quienes han comparado desde la campaña a Gustavo Petro con Hugo Chávez, ¿están en un error?
L.L.: El tiempo lo dirá, hay algunas cosas que sí se asemejan. Hay que estar muy pendientes de las señales.
V.D.: ¿En qué cosas se asemejan?
L.L.: Por ejemplo, la manipulación de los símbolos históricos, también algunos discursos con respecto de las tierras. Cuando llegó Chávez, muy temprano comenzaron a darse las invasiones de predios. Se desató una ola de criminalidad que convirtió a Caracas en la ciudad más peligrosa del mundo. Se comenzó diciendo que los criminales o el ladrón, por ser pobre, tenía razones para robar y eso fue creando un ambiente de impunidad, de fragilidad institucional, que terminó llevando nuestro país a ser el más violento del mundo. En un país de 30 millones de habitantes, 7 millones están fuera de Venezuela. Esas son algunas señales y similitudes.
V.D.: En salud hay una alerta en Colombia por una posible reforma que ya causa pánico. ¿Qué pasó en Venezuela con respecto a la salud?
L.L.: El tema de la salud se politizó cuando llegó Chávez y todo se aceleró después de 2004. Se crearon programas que en apariencia eran atractivos para la población, módulos de salud de atención primaria, pero fue un sistema muy corrompido que llevó al colapso estructural de las cadenas de hospitales. Desde el módulo en el sector popular hasta los servicios especializados totalmente colapsados. Eso como consecuencia de la corrupción y la falta de administración. En el caso venezolano, hay que señalar la responsabilidad de los cubanos en el diseño de un modelo desastroso para los venezolanos con mucho énfasis en la propaganda, pero con muy pocos beneficios para la población.
Llegó un momento en el que un médico cobraba 3 dólares mensuales en Venezuela. Es decir, no tenía posibilidad de subsistencia, incluso, los médicos, enfermeras, enfermeros, maestros, maestras, pasaron a ser una población vulnerable. Muchos de ellos con problemas de nutrición crítica y por supuesto un médico, una enfermera que tiene problemas de alimentación, difícilmente puede hacer bien su trabajo.
V.D.: El presidente Petro dijo en la ONU que el petróleo y el carbón son más peligrosos que la cocaína. ¿Está de acuerdo?
L.L.: Comienza a verse un discurso de apología a lo que son estos grupos criminales, a la estructura del narcotráfico que tanto daño le ha hecho a Colombia y tanto daño le ha hecho también a Venezuela. Creo que son posiciones peligrosas que pueden llevar a que se extiendan los cultivos de coca. Aumenta la producción de cocaína, el tráfico, y viene más violencia. Siempre viene violencia. Esa ha sido la historia de Venezuela. Lamentablemente, la cocaína es sangre, porque la cocaína no simplemente tiene un impacto en quien la consume, sino que tiene un impacto asociado a grupos criminales que generan violencia, controles del territorio, violaciones de derechos humanos, es algo nocivo.
V.D.: Entonces lo que puede pasar es que se dispare la producción de cocaína y el narcotráfico en Colombia.
L.L.: Es bastante claro que, si hay un discurso que le está tendiendo la mano a la no criminalización de la cocaína, eso crea una zona de confort para los grupos criminales y de narcotráfico para producir más, tener más laboratorios, más tráfico y, en consecuencia, mayor presencia de la estructura criminal vinculada al narcotráfico.
V.D.: Siempre he tenido una inquietud. ¿Por qué al final pudo vivir? ¿Por qué el régimen de Maduro no lo mató?
L.L.: Hubo muchas amenazas. Antes de ir a la cárcel, viví tres intentos de homicidio. En uno de ellos, falleció un compañero, Carlos Mendoza. Falleció en mis brazos. Fui secuestrado y luego en la cárcel hubo varias amenazas a mi vida, incluso de que me iban a trasladar a Cuba. También torturas que fueron reconocidas por Naciones Unidas. Tenía la voz de mi esposa Lilian, quien sabía la realidad de mi condición, y no solamente de mi caso, sino de todos los presos políticos y eso evitó que hubiese una mayor escalada. Fui torturado, aislado en confinamiento solitario durante casi cuatro años, no tenía acceso a la luz. En un momento dado, no tenía absolutamente nada en mi celda. Ni libros. Mi familia también fue torturada, pero hubo amigos que pasaron por un camino más violento y difícil. Compañeros que fueron asesinados por la dictadura.
V.D.: En Venezuela hubo empresarios que tuvieron que salir corriendo, otros se acomodaron, ¿no?
L.L.: Algunos que se acomodaron, luego se tuvieron que ir también, hubo muchos que pensaron que se podía hacer negocio con la dictadura y luego fueron expropiados.
V.D.: Hay la impresión de que en Venezuela la oposición se atomizó, no está unida y eso ha fortalecido a Maduro.
L.L.: Muchas veces el tema de la unidad sirve como una excusa para analistas, periodistas, diplomáticos simplemente para decir: Venezuela está como está por culpa de la oposición. Ese es un argumento fácil, pero también falaz. Es mentira. Nosotros estamos viviendo y sufriendo la situación en la que estamos por la dictadura criminal de Maduro, por una estructura que no tiene freno, que tortura, que mata, que viola sexualmente, que no solamente detiene a líderes, sino que también va por sus familiares. Tiene una estructura de terror en donde controla una paz ficticia, con un aparato de represión. Esa es la realidad que estamos viviendo.
V.D.: Y es que le preguntaba por la oposición por lo que está pasando en Colombia. Aquí no hay una cabeza fuerte única.
L.L.: Es importante que se tenga una unidad en torno a los temas más esenciales, alrededor de la defensa de la democracia, del Estado de derecho, de los derechos humanos, las libertades, las elecciones libres y que, bajo ese paraguas, pueda caber la diversidad.
V.D.: ¿Quiere decirle algo a Maduro?
L.L.: Le diría que si tiene, como dice, el apoyo de los venezolanos, que no tenga miedo y permita que los venezolanos vayamos a una elección libre, justa y verificable. Hoy Maduro se atrinchera detrás de sus escudos del terror, de los militares y de los cuerpos de represión, de los torturadores, infunde miedo y terror en todo el país. Maduro es un gran cobarde. Vive aterrorizado, incluso, del propio pueblo venezolano. No sale a las calles, no va a actos públicos, no se presenta ni siquiera ante los militares por temor de lo que puede ser la reacción de la gente en su contra. Maduro no es que sea rechazado en Venezuela. Es la principal razón por la cual los venezolanos están sufriendo. Estuve en Cúcuta hace un año y cuando llegué al puente había cientos de venezolanos y a mí me sorprendió mucho que cuando llegué allí, la gente empezó a gritar: libertad, libertad, libertad, y ¡fuera Maduro! Es decir, todos los venezolanos, la inmensa mayoría, sabemos que Maduro es el origen de la tragedia que estamos viviendo como país y que lamentablemente se ha llevado a otras partes de América Latina.
V.D.: ¿Cómo ve los acercamientos entre Estados Unidos y Maduro?
L.L: Estados Unidos ha tenido una posición de que acompaña el proceso para que en Venezuela haya una elección libre y justa en 2024. Lo dijo esta semana Juan González, de la Casa Blanca, que, de no haber un avance significativo hacia la democratización del país, no habría ningún tipo de concesión con respecto al tema de las sanciones. Eso significa que, si no hay un avance hacia la democratización, lo que corresponde es más presión. Creo que, si no hay una respuesta hacia la apertura democrática en Venezuela, tiene que haber más presión por parte de Estados Unidos a través de distintos tipos de sanciones, castigos a los corruptos, y a los que han cometido crímenes de lesa humanidad,
V.D.: ¿Se debe reunir Petro con Maduro? ¿Sí o no?
L.L.: No, creo que es un error hacerlo.