"Los declaro marido y marido" fue la frase que dijo el sacerdote anglicano antes de que Fabián Chibcha, un abogado activista LGBTI, y Javier Aparicio, un patrullero de la Policía, sellaran su unión con un beso. Su boda tenía todos los elementos de un matrimonio, incluido el ramo, el anillo y la pareja de novios en lo alto del pastel, vestidos con uniforme de policía y traje formal, además de un código civil en sus manos. Sin embargo, su matrimonio no fue reconocido como tal por la Ley colombiana. Era marzo del 2009 y ellos, como otras tantas parejas homosexuales, iniciaron una lucha por sus derechos que aún no termina. Aunque ya habían formalizado su unión en una notaría, Fabián no podía acceder a los beneficios de salud, pensión y recreación con los que cuentan las parejas de los miembros de la fuerza pública. Tuvo que esperar a que la sentencia 29 del 2009 de la Corte Constitucional le garantizara este derecho. "Para mi pareja fue muy duro este proceso, porque lo criticaban mucho, lo miraban diferente. Los que eran amigos se volvieron enemigos y unos que no eran muy cercanos se volvieron amigos, esa es la parte buena", cuenta Fabián. Hoy tienen el mismo derecho que sus pares heterosexuales a ofrecerle seguridad social a su pareja, pero no el estatus jurídico completo que da el matrimonio civil. Esa situación podría estar a punto de cambiar. En cumplimiento de un mandato de la Corte Constitucional, que ordenó al Legislativo reglamentar al respecto, por primera vez una comisión del Congreso aprobó el matrimonio gay. "Esta decisión es un gran paso para que la población LGBTI dejemos de ser ciudadanos de segunda categoría y pasemos a ser de primera, como ocurre con los heterosexuales", explica Nemías Gómez, profesor universitario y activista del Colectivo León Zuleta. A este proyecto, que reforma el código civil, le faltan tres debates para que se convierta en ley. El siguiente se dará en la Plenaria del Senado y después pasará a la Cámara. De aprobarse, cambiaría la definición sobre el matrimonio, que será entendido como "un contrato solemne por el cual dos personas de distinto o del mismo sexo hacen una comunidad de vida permanente y singular, con el fin de convivir, procrear o de auxiliarse mutuamente". "Esta lucha va más allá de la lechona, el pastel y el vestido, es tener el mismo derecho al matrimonio que tiene cualquier persona y replantear el concepto de familia para que no sea el de papá, mamá e hijos, como único modelo posible. Esa es una familia, pero también lo es la abuela que cría a su nieto o la pareja del mismo sexo que decide adoptar", agrega Gómez.A los derechos de los gays les ha pasado lo mismo que a otros derechos fundamentales en Colombia: es la Corte Constitucional, mediante sentencias, y no el Congreso, con sus leyes, la que los ha ido introduciendo, pero ahora por primera vez el Congreso se le mide a debatir y legislar sobre el tema. No obstante, el camino es difícil. "Hay tantas posibilidades de que sea aprobado como riesgos de que se hunda. Ahora no tuvimos tanta resistencia porque el procurador estaba centrado en su candidatura, pero en los siguientes debates las cosas van a ser a otro precio. Se trata de una lucha política. La unión marital de hecho existe, pero es una figura de segunda frente al matrimonio. Es un tema de derechos, ciudadanía e igualdad ante la ley", concluye Gustamber Guerrero, activista LGBTI.