Seuxis Pausias Hernández, conocido como Jesús Santrich, era reconocido por su soberbia y actitud desafiante. Y no solo desde que abandonó el acuerdo de paz, al lado de Iván Márquez, para fundar la Nueva Marquetalia; también lo fue durante la negociación.

Fruto del acuerdo fue nombrado congresista, lo que le dio el tiquete de impunidad. La Fiscalía ordenó su captura el 6 de abril de 2019 porque seguía traficando droga; en un video quedó en evidencia cómo negociaba un envío de coca. Ahí empezó el novelón. El 17 de mayo recuperó la libertad porque la JEP negó su extradición. Apenas pudo pasar el umbral de la cárcel La Picota cuando nuevamente fue detenido, esta vez el proceso lo tenía la Fiscalía.

Volvió a la libertad en el momento en que la Corte Suprema advirtió que, como congresista, no era la Fiscalía la encargada de investigarlo. Sabiendo que le seguían los pasos por el tráfico de droga, se fugó. Tomó la ruta de la muerte, que usaban las Farc para movilizar secuestrados por el Meta, Guaviare, Guainía, y llegó al estado de Apure, en Venezuela.

Su soberbia le dio para sentenciar al presidente Iván Duque, a quien le dijo memento mori, expresión que traduce “recuerda que morirás”. Una condena que resultó premonitoria para Santrich.

Versiones sobre su muerte

El martes el país se enteró de la muerte de Jesús Santrich, sobre la cual aún hay cuestiones por aclarar. Ante el hermetismo de los Gobiernos de Venezuela y Colombia, las disidencias de la Nueva Marquetalia confirmaron el hecho y dieron la versión de que se trató de una emboscada realizada por comandos del Ejército de Colombia, en la serranía del Perijá, en territorio venezolano. “La camioneta donde viajaba fue atacada con fusilería y explosiones de granada; muerto, le quitaron el dedo meñique de su mano izquierda”. El comando, según la versión, fue extraído en un helicóptero amarillo de regreso a Colombia.

El relato que manejan en Venezuela es que mercenarios ingresaron desde Colombia para matarlo y cobrar la recompensa. Esta tesis cobra vigencia porque hace una semana la Corte Suprema había autorizado su extradición, lo que activaba la remuneración, por eso le habrían quitado el dedo, para identificarlo. También se habla de que fue una emboscada realizada por la disidencia Dagoberto Ramos, comandada por Gentil Duarte e Iván Mordisco, con quienes estaban en guerra. La versión más remota es que fue un enfrentamiento con la Guardia Venezolana, la cual, de acuerdo con fuentes de inteligencia en Colombia, está casi descartada por la complicidad del régimen de Maduro con esta disidencia.

Un negociador incómodo

Santrich llegó a La Habana como negociador con la “misión de verificar que el acuerdo de paz se hiciera correctamente”. Su llegada causó polémica desde esa frase “quizás, quizás, quizás”, pronunciada en la instalación de la mesa en Oslo (Noruega) para referirse a la reparación de las víctimas. Fue un negociador complicado, mano derecha de Iván Márquez, y ejercía influencia en las decisiones del entonces jefe de la delegación.

Se le reconoció como una persona inteligente, creador de conceptos de comunicación durante el diálogo de paz. Siempre usó el sarcasmo. Su estilo provocó desconfianza en la contraparte, y tenían mucho cuidado con los textos que él redactaba. Cuando las partes lograban algún acuerdo, Santrich lo echaba para atrás argumentando que se estaba olvidando la filosofía y concepción de la guerrilla. Luego modificaba los documentos y retrasaba los diálogos.

Santrich el narco

Seuxis Pausias Hernández Solarte, pese a las poderosas armas con las que posaba en sus últimos videos, tenía claras limitantes para ser un hombre de combate, un tropero. Era un narcotraficante, negocio del que, según inteligencia de Colombia y Estados Unidos, no se retiró.

Una semana antes de su muerte, la Corte Suprema había aprobado su extradición. Lo acusaban a él y a sus socios, Marlon Marín, Armando Gómez y Fabio Simón Younes, de producir y distribuir 10 toneladas de cocaína desde Colombia.

Para el tráfico de drogas era clave la relación con el Gobierno de Nicolás Maduro, a quien la justicia de Estados Unidos señala de ser el líder del cartel de los Soles. En una acusación formal del Distrito Sur de Nueva York, en marzo 26 del año pasado, contra Maduro y 14 funcionarios de ese Gobierno señalados ​​de narcoterrorismo, corrupción, narcotráfico, queda en evidencia la relación con Santrich e Iván Márquez, aliados para “inundar de cocaína a Estados Unidos”.

Usar un proceso de paz para fortalecer el tráfico de drogas no era nuevo para Santrich. La pista se la seguían hace más de 20 años, cuando, con Iván Márquez, utilizaron la negociación del Caguán, en 1999, para aliarse con el cartel de los Soles, trasladando operaciones a Venezuela.

Comandante en La Segunda Marquetalia

Informes de inteligencia de las agencias del Estado situaban a Jesús Santrich como el segundo en la línea de mando de la Segunda Marquetalia. Además de coordinar el tráfico de drogas, era el encargado de diseñar estrategias para quitarles los espacios que ganaron, durante la negociación de paz, los frentes de Iván Mordisco y de Gentil Duarte. El año pasado envió a alias Walter Mendoza a negociar con ellos, pero no hubo acuerdo, y desde entonces hay fuego cruzado.

Santrich, por orden de Márquez, era el encargado de la estructura financiera, con los negocios de narcotráfico con carteles de droga de Centroamérica, negociaciones que se hacían desde Venezuela. Santrich y el Paisa habían organizado estrategias político-militares en Huila y Caquetá, donde hay bandas disidentes del acuerdo de paz que siguen siendo afines a las ideas farianas, para sumarlas.

Su historia en las Farc

Desde joven, Santrich estuvo vinculado a la juventud comunista y fue miembro de la Unión Patriótica, el brazo político de las Farc, en 1985. Personas cercanas aseguran que su ingreso a la guerrilla fue en 1991, en el frente 19 de las Farc. En ese momento dejó de llamarse Seuxis Pausias Hernández Solarte y tomó su nombre de combatiente, Jesús Santrich, porque un año atrás mataron a un amigo suyo que se llamaba así.

Era uno de los jefes del bloque Caribe, pero nunca formó parte de la línea de combate; era asesor y estratega político. Al mismo tiempo, construyó las redes de tráfico de drogas con su socio de siempre, Iván Márquez. Exguerrilleros dicen que no usaba fusil, pero era radical en sus posturas.