El expresidente Álvaro Uribe madrugó este domingo a embestir al alcalde de Medellín, Daniel Quintero, contra quien avanza un proceso de revocatoria.
La Registraduría certificó el pasado viernes que hay las suficientes firmas válidas de ciudadanos para seguir con el proceso de revocatoria del alcalde Quintero.
El alcalde reaccionó en un trino diciendo que “las firmas falsas, el odio y la corrupción del uribismo no pasarán”.
Quintero señala al uribismo de ser el principal sector político que quiere su salida de la Alcaldía de Medellín.
Por eso la contundente respuesta del exmandatario, esta mañana de domingo, contra Quintero.
“Medellín merece un alcalde que no sea conchudo con los recursos públicos, (que) sea buen administrador, transparente con los contratos y austero en los gastos; (que) cobre los seguros de EPM en lugar de quebrar la empresa e ingenieros, y que hable sin mentiras”.
Y remata Uribe: “El mentiroso es ladrón”.
El enfrentamiento entre el uribismo y Quintero tiene varias motivaciones, pero una clara es la relacionada con las diferencias políticas, que conduce de inmediato a la manera de administrar los recursos públicos.
Quintero es claramente defensor de la izquierda, es pública su cercanía con Gustavo Petro, hasta el punto que hace apenas dos semanas se dio un debate por si entraría o no la cuota de Quintero en la lista de candidatos del Pacto Histórico al Senado.
El uribismo y el petrismo son como el agua y el aceite en la política: irreconciliables.
Esa postura de izquierda de Quintero lo llevó a plantear un enfrentamiento radical con el llamado Sindicato Antioqueño, el grupo económico más poderoso del país, por la participación de este en los asuntos públicos de la ciudad.
Desde el comienzo de su administración Quintero dejó claro que no permitiría la cercanía del Sindicato con EPM, la empresa más importante de la ciudad.
Desde hace más de dos décadas se había venido construyendo una sinergia entre EPM y el Sindicato, que permitió el desarrollo de muchos asuntos de la ciudad.
Pero el punto más grave de la crisis se desató por la demanda de Quintero contra intereses del Sindicato en Hidroituango.
Por eso, una de las observaciones de hoy de Uribe contra Quintero, que tiene que ver con Hidroituango, es que “cobre los seguros en vez de quebrar la empresa”.
En todo caso ya las aseguradoras aceptaron pagar los costos de la pérdidas ocasionadas por la contingencia, que equivale a cerca del 90 % del total del daño, 983,8 millones de dólares.
Está pendiente por resolver una parte de los contratistas para completar los 4,3 billones de pesos que fue el valor en el que la Contraloría General tasó las pérdidas en el proyecto de la hidroeléctrica.
Quintero tenía todas sus baterías enfocadas a hacer efectivo el cobro del total de las pérdidas, más a los contratistas que a las aseguradoras, por lo que también Uribe le reclama hoy.
Pero más allá de la confrontación por las pérdidas de Hidroituango y la defensa de los recursos que ya están prácticamente a salvo en su totalidad, la pelea entre Quintero y el uribismo y otros sectores conservadores también se da por razones políticas.
Quintero es el primer alcalde de la ciudad que se aparta de la línea que sus sucesores traían desde hace más de dos décadas de trabajar mancomunadamente con el sector privado, lo que ha permitido a Medellín ser la ciudad con más progreso y más desarrollo del país.
Quintero es el primer alcalde de tendencia izquierdista en una ciudad de tradición conservadora por décadas.
Y lo que hoy está sobre la mesa es la decisión de los enemigos de Quintero de sacarlo de la Alcaldía mediante la revocatoria que está en marcha y que será noticia diaria en los próximos meses.
Lo que se libra es un pulso por el control de la ciudad más pujante de Colombia y el modelo de desarrollo que ha imperado por más décadas con los resultados que hay a la vista.
Quintero ha dicho que batallará hasta el último minuto para no dejarse sacar de la Alcaldía.
Pero el proceso está en marcha y los ciudadanos de Medellín, si sacan a Quintero de su puesto, o como dice el alcalde, será un proceso de “refrendación” a su favor.