Iván Velásquez ha sido una de las voces más pugnaces contra Álvaro Uribe. Sin embargo, cuando en la mesa de La W le preguntaron por sus críticas al expresidente, aseguró: “El [ex]presidente Álvaro Uribe tiene enemistad conmigo, que es diferente”.

Su nombramiento cayó mal en el Centro Democrático. La senadora Paloma Valencia, por ejemplo, aseguró que “se asoman no solo las orejas, sino los dientes del lobo. El disfraz de oveja se cayó”. Agregó que “el nombramiento de un enemigo acérrimo del partido y del jefe del partido de oposición como ministro de Defensa no es solo un desafío; es una amenaza”.

Ante esto, el nuevo ministro respondió que la colectividad tendrá “las mismas garantías que las de todos los colombianos”. Dijo también que “no tengo animadversión para desatar una persecución contra nadie”, agregó.

El nuevo ministro, sin embargo, ha sido particularmente mordaz con el expresidente. “La obsesión de Álvaro Uribe es enfermiza. ¿Tendrá que ver con su frustrada presidencia vitalicia?”, trinó hace un tiempo. No es la única mención que su cuenta tiene del expresidente.

Una enemistad que surgió cuando el abogado fue jefe de Fiscalías en Medellín, pero que tuvo su punto de ebullición durante el gobierno de la seguridad democrática, en este enfrentamiento sin antecedentes con las altas cortes.

El jurista era entonces el coordinador de la investigación por parapolítica, un megaproceso judicial que derivó en la captura de más de un centenar de funcionarios, 50 de ellos congresistas. En 2007, alias Tasmania denunció desde la cárcel que un magistrado, Iván Velásquez, le había ofrecido beneficios judiciales a cambio de enlodar al presidente de la República, es decir, a Uribe. En un hecho sin antecedentes, el entonces presidente acudió a la Fiscalía para que abriera una investigación y se ofreció a testificar en esta.

En medio de la confrontación que había con la Corte Suprema, que para la época ya había enfilado baterías contra la primera línea de los funcionarios del Gobierno y su primo Mario Uribe, el asunto de Tasmania se volvió un punto de honor en ambas orillas. El uribismo siempre le ha dado credibilidad a Tasmania, mientras que el antiuribismo considera que se trataba de un complot para enlodar a la Corte Suprema. La tensión entre ambos bandos subió y se descubrió el escándalo de las chuzadas, en el que se probó que el DAS espiaba a los magistrados.

Uno de ellos, Iván Velásquez. La justicia condenó al Estado por este hecho y ordenó reparar al funcionario años después. Velásquez se fue del país para presidir, junto con la exfiscal Thelma Aldana, la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) en esa nación. Y allá le sucedió lo mismo. Su trabajo suscitó elogios, pero también críticas feroces. El presidente de entonces, Jimmy Morales, le prohibió la entrada a Guatemala. Aseguró que su presencia afectaba la “gobernabilidad, institucionalidad, la justicia y la paz en el país”.

En su entrevista con La W, el ministro dijo cosas polémicas. Por ejemplo, aseguró que hay un exceso de la Fiscalía en el trato con la temida Primera Línea. Se trata del grupo que puso en jaque al país en medio de la violenta jornada de paros, al incendiar estaciones de transporte público, bloquear vías y desplegar agresiones contra la fuerza pública.

Ante la pregunta de si hay terroristas en ese grupo en el que -según las autoridades- se mimetizan jóvenes inconformes con miembros de grupos armados de gran calibre, el ministro contestó: “No sé exactamente”.

Agregó que entiende como integrantes de la primera línea a “personas que asumen, desde otra perspectiva, la expresión de la protesta ciudadana”.

Con quien sí se despachó fue con la Fiscalía: “Ha habido algún exceso en la Fiscalía al imputar a miembros de la Primera Línea de manera indiscriminada”, dijo. Y aseguró que por esa razón hay jueces que no han aceptado las imputaciones.