Había en el periódico El Mundo un romanticismo que no se encuentra en cualquier redacción. Los escritorios permanecían en un desorden innombrable, con tazas de café a medio beber, revistas, hojas y libros desordenados como si hubiera acabado de pasar un ventarrón. La mayoría de los periodistas eran jóvenes, pues los salarios eran muy bajos y todo el que encontraba una buena oportunidad abandonaba fácil.
Permanecían algunos periodistas de los años de gloria: Nacho Mejía, editor de política; Carmen Vásquez, editora moda; Javier Ramírez, editor de deportes, y Javier Restrepo, editor del área Metro —quien terminó siendo jefe de redacción—, y Jairo León Garzón, quien por años fue jefe de redacción. Los periodistas de años se convertían en profesores, donde los recién egresados eran sometidos a la labor como si tuvieran experiencia sobrada. En todo eso había un romanticismo, muchachos que salían de las aulas a buscar la verdad —esa quimera—, y esa vitalidad mantenía viva una redacción que agonizó mucho tiempo.
En Medellín se le suele preguntar a los periodistas si trabajaron en El Mundo, es casi una prueba de carácter, de calidad. Se sabe que quien pasó con éxito por El Mundo puede encarar cualquier reto. También es verdad que hubo cierto desprecio por ser un periódico pequeño que tenía recursos muy limitados, pero entre académicos y profesionales siempre hubo un respeto por ser gran escuela. El Mundo, después de décadas de crisis financieras, cerró sus páginas el pasado abril, cuando el coronavirus encerraba a todo el país en sus casas. Fue una pérdida importante para muchos, en redes sociales cientos de periodistas que pasaron por la redacción recordaron con fotos momentos de alegría.
El Mundo nació en 1978, fundado por cien profesionales liberales, jóvenes, que conservaban un pesar por el cierre del periódico El Correo, la única voz diferente que se conservaba en Medellín, la única que competía contra la voz conservadora de El Colombiano, que en todos estos años no ha dejado de ser una empresa periodística robusta. Nació así El Mundo, con una redacción solo de periodistas profesionales, el primero en imprimirse en un gran computador, con rotativa y no en linotipos.
Luz María Tobón, directora del periódico, una de las periodistas más reconocidas de Antioquia, y quien se ha destacado como profesora en la Universidad de Antioquia y la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB), dice que, desde su nacimiento, El Mundo tuvo problemas económicos, sin embargo, siempre hubo un espíritu de lucha que lo mantuvo en pie.
“El Mundo nació con un afán no partidista y estuvo en crisis financiera desde el día de su fundación y excepto algunos de los años 90, cuando lo adquirió Guillermo Gaviria lo compró y lo administró Aníbal Gaviria, tuvo solidez financiera. De resto, siempre fue una crisis”, dice Tobón, quien ahora conserva algunos proyectos que le sobrevivieron al periódico desde que se convirtió en una fundación: Fundamundo. Pese a esos problemas económicos, el periódico mantuvo líneas de innovación: creó cuadernillos deportivos, culturales y de temas urbanos, además fue pionero con la revista Mundo Cocina, uno de los productos más recordados de la casa. Además, fue uno de los primeros medios impresos del país en llegar a la digitalidad, por lo que lograron tener el apetecido dominio www.elmundo.com.
Entre las innovaciones estuvo el nacimiento del periódico El Observador, que se disponía en las estaciones del metro, donde los ciudadanos pagaban a voluntad por cada ejemplar. En uno de sus cambios por las crisis económicas, El Mundo ocupó ese lugar en las estaciones y, finalmente se convirtió en semanario.
“Nosotros sí teníamos dificultades, pero habíamos desarrollado con mucho rigor una estrategia que nos permitía saltar el charco; el año pasado fue estable, sobre todo en lo financiero. En lo periodístico nos habíamos afianzado, pero esta pandemia afectó mucho el modelo de lo que íbamos a hacer, de los proyectos que nos financiaban, que eran proyectos con mucha participación ciudadana, enmarcados en ese objetivo de Fundamundo de propiciar encuentros con la ciudadanía”.
Como una manera de afrontar la crisis de los medios, El Mundo había desarrollado una estrategia de periodismo educativo que, a la vez que llevaba información, formaba públicos en los colegios y ciudadanía organizada, por tal motivo se convirtieron en una Fundación. La familia Gaviria Correa, entonces, renunció al medio y delegó su dirección en Luz María Tobón, quien siempre estuvo en la redacción como una gran conciencia periodística. En todo caso, la estrategia se vino a pique con la pandemia y el cierre fue inevitable.
Fundamundo sigue existiendo, llevan a cabos proyectos pedagógicos con la Universidad de Antioquia, la Universidad Nacional y Teleantioquia, además planean un homenaje al empresario y líder político Guillermo Gaviria. Y aunque el periódico ha cerrado sus páginas, Luz María Tobón guarda la esperanza que alguna vez vuelvan a circular.