A pesar de que Víctor Ramón Navarro, ‘Megateo’, es de gatillo fácil, tiene un rosario de muertes encima y no le tiembla la mano a la hora de poner bombas, es uno de los hombres más apreciados en la vasta región del Catatumbo. ¿Cómo se explica esto? ‘Megateo’ nació el 25 de enero de 1976 en el municipio de San Calixto, Norte de Santander. A los 15 años ingresó al EPL y toda su vida se ha movido en la misma zona, que conoce como pocos. Pero esa no es su única ventaja. Actúa como todo un Robin Hood. Según una persona de la región, reparte útiles escolares, lleva personalmente mercados a ancianas en veredas apartadas, da regalos de Navidad y hace fiestas. Ese conocimiento de las condiciones geográficas no ha sido la única ventaja que ha logrado capitalizar ‘Megateo’. “Lo que ha conseguido muy hábilmente es un respaldo grande por parte de la población desde hace años. Sabe cómo ganarse a la gente y la gente es muy leal con él. Le avisan si hay movimientos de tropa, de gente rara, etcétera”, afirma un oficial que le sigue las huellas desde hace años. El dinero con el que ‘Megateo’ ha logrado ‘comprar’ ese respaldo viene de la principal actividad económica del Catatumbo. La región es clave para el cultivo de coca y procesamiento de cocaína y tiene rutas estratégicas para tráfico y exportación. Poderosos capos del narcotráfico deben pagarle a Navarro por pasar la droga y por tener laboratorios en la región. En el Catatumbo abundan los sembrados de coca, los laboratorios para su procesamiento se mimetizan entre el espeso follaje y la red de trochas y caminos para llegar a Venezuela es inmensa. Por eso, muchos analistas tienen la certeza de que detrás de las marchas del Catatumbo gravita este narco. De hecho, la masiva protesta que se realiza en la actualidad tiene su origen en el reclamo de los campesinos para suspender de inmediato la erradicación de los cultivos ilícitos. Un hecho que los afecta a ellos, pero naturalmente a ‘Megateo’ también. Como se recordará, los campesinos del Catatumbo comenzaron a bloquear las vías de la región el 10 de junio para protestar en primer lugar contra una campaña oficial de erradicación manual de hoja de coca, cultivo del que vive la gran parte de la población de esta zona, sumida además en décadas de abandono estatal. Es decir, el movimiento va a cumplir un mes. La intención de las autoridades era entrar de lleno al fuerte de Navarro, pero hasta ahora ha sido muy difícil. Un rey en su santuario Pero ¿por qué es tan fuerte ‘Megateo’? Hace poco más de un año, la revista SEMANA, en su edición impresa, hizo un completo perfil de este hombre a propósito de una situación de explosión social muy similar a la que se vive ahora. En el reportaje se informa que los últimos cuatro ministros de Defensa de Colombia han enfrentado ese fantasma que no han podido derrotar. Navarro comanda un pequeño grupo de 50 guerrilleros del EPL en la región del Catatumbo y se ha vuelto una verdadera pesadilla para las Fuerzas Militares y el gobierno. El 15 de enero de ese año, el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, anunció una recompensa de 2.000 millones de pesos por ‘Megateo’ al final de un Consejo de seguridad de emergencia en Tibú, Norte de Santander. Pocos días antes, el Catatumbo y buena parte del departamento habían sido prácticamente paralizados por atentados y amenazas de bombas y en casi todos ‘Megateo’ estaba involucrado directa o indirectamente. Para sus acciones contó con el apoyo del frente 33 de las FARC, al que él suele pedir ayuda. El recuento en su momento era desolador. El 6 de enero de ese año estalló un artefacto en el municipio de El Tarra y días atrás había sido atacada la estación de Policía. San Calixto permaneció incomunicado unos días por un camión bomba que bloqueó la única vía de acceso. El 13 de enero una volqueta con explosivos fue detonada cerca de Tibú. Un día después una torre de energía fue dinamitada en la zona. Con semejante comienzo de año, no es raro que el ministro Pinzón hubiera ofrecido la recompensa por Navarro. SEMANA, sin embargo, recordaba que él no era el primero y, quizá, no sería el último en hacerlo. Sus antecesores, Rodrigo Rivera, Gabriel Silva y el propio Juan Manuel Santos, lo hicieron sin éxito. Megateo y su medio centenar de hombres actúan en una zona donde hay fuerte presencia de las FARC, con el frente 33, y del ELN. Lo que resulta sorprendente es que aunque estas dos organizaciones son más fuertes en número de combatientes y armas que la pequeña disidencia del desmovilizado EPL que lidera ‘Megateo’ -llamada frente Libardo Mora Toro-, es él quien fija las condiciones de la guerra en la región. “Aunque tiene el grupo más pequeño, tiene alianzas muy fuertes con las FARC y el ELN, no sólo para temas de narcotráfico, sino también para temas eminentemente tácticos y estratégicos ligados con la guerra. ‘Megateo’ es el que manda la parada en esta zona”, dijo en su momento a SEMANA un oficial antinarcóticos que lleva varios años tras el guerrillero. Víctima de los paramilitares Pero, como en Colombia las cosas no son en blanco y negro, la historia de ‘Megateo’ también tiene otra cara. Él fue víctima de la maquinaria de muerte impuesta por los grupos paramilitares que a sangre y fuego llegaron al Catatumbo en la década de los 90 para arrasar sin piedad con lo que encontraron a su paso. ‘Megateo’ fue testigo de cómo los paras torturaron y descuartizaron a su madre y a su hermana menor. Por eso se explica que ahora cuida con celo a su esposa y a su pequeña hija. Ellas son su debilidad. SEMANA anotó que otro elemento sorprendente del jefe cocalero en Catatumbo es que, a diferencia de las otras guerrillas, ha mostrado habilidad para corromper e infiltrar las Fuerzas Militares y los organismos de inteligencia. Una de las entidades que más de cerca lo persiguieron fue el DAS. En abril de 2006, el entonces director de esa entidad planeó una audaz operación para capturarlo. Desde Bogotá envió un grupo de diez detectives, quienes, junto con siete militares, debían arrestar a 'Megateo'. La operación se planeó en máximo secreto desde Bogotá, ya que no se confiaba en los órganos de seguridad locales. El 21 de abril de ese año se lanzó la operación que terminó siendo el mayor desastre en los 58 años de existencia de la extinta agencia de seguridad. Varios días antes 'Megateo' se enteró y cuando el convoy de agentes viajaba cerca al municipio de Hacarí, hizo estallar cargas explosivas. Los 17 detectives y militares que iban tras él murieron. Desde ese momento Víctor Navarro pasó a ser uno de los hombres más buscados. Desde entonces, el Gobierno viene ofreciendo recompensas por su captura o su muerte. Las investigaciones a raíz de lo que ocurrió en Hacarí dejaron al descubierto que el nivel de penetración y corrupción que había logrado ‘Megateo’ era mucho más alto de lo que se había pensado. La dirección de contrainteligencia del DAS obtuvo en su momento una serie de comprometedoras grabaciones entre ‘Megateo’ y un coronel de la brigada 15, en las cuales, en tono familiar, el oficial le daba datos sobre ubicaciones y movimientos de tropas. En su momento, la versión oficial sobre esas charlas entre el coronel y el guerrillero fue que se trataba de una ‘operación de inteligencia’ para dar con Navarro. Algo que nunca quedó claro ni fue exhaustivamente investigado. El ‘gran’ escape La primera y única vez que ‘Megateo’ fue arrestado ocurrió en julio del 2008. Dos de sus más cercanos hombres de confianza aprovecharon una fiesta y lo drogaron junto con uno de sus escoltas. Con anterioridad se habían contactado con agentes del DAS en Cúcuta y habían negociado la entrega del guerrillero a cambio del pago de 500 millones de pesos, la recompensa que en ese momento se ofrecía. Con ‘Megateo’ inconsciente, sus hombres lo entregaron a dos detectives del DAS cerca de Ocaña, quienes lo esposaron, lo acostaron junto a su escolta, también drogado, en el platón de una camioneta y partieron hacia Cúcuta. Lo que ocurrió es un misterio. ‘Megateo’ jamás llegó a su destino. Lo único que se sabe es que, según la versión de los detectives que lo transportaban, el guerrillero habría despertado y saltó de la camioneta en movimiento. Sus guardianes alegan que no pudieron perseguirlo ni dispararle porque sus armas no funcionaron. Aunque por esa fuga de ‘Megateo’ no hay un solo capturado, más de la mitad de la seccional de Norte de Santander fue relevada, comenzando por los directivos, pues existía la sospecha de que estuvieron involucrados en el escape. Desde esa fuga, hace casi cuatro años, es poco lo que ha cambiado. ‘Megateo’ sigue como comandante del frente Libardo Mora Toro del EPL y, desde las montañas de su natal Catatumbo, observa un conflicto del que él es uno de sus protagonistas.