A uno de los centros de enseñanza automovilística ubicado en el norte de Bogotá, llegó en moto una mujer de aproximadamente 30 años. Se bajó, se quitó el casco y entró preguntando con voz fuerte: “Buenos días, vengo a presentar el examen teórico para conducción de moto”. La escena parece exagerada, y robó una que otra sonrisa, pero lo que pasó refleja las irregularidades que están ocurriendo a la hora de hacer los cursos que otorgan el privilegio de conducir un carro o una moto. SEMANA recopiló varias denuncias de ciudadanos preocupados por la preparación que imparten las escuelas de conducción en las que parecen primar el negocio que la responsabilidad vial.
Marcela Caicedo, como auxiliar de enfermería en Cali, necesitaba aprender a manejar una moto para transportarse de su casa al trabajo. Se inscribió para hacer el curso en una academia de conducción. Cuando ella habló de la dificultad que tenía para cumplir con los horarios, le aseguraron que ese no era un problema porque si pagaba 200.000 pesos de más le podían permitir que alguien más entrara a las clases por ella y que luego presentara los exámenes correspondientes.
Marcela rechazó la propuesta. Sin embargo, lo que sucedió meses después la dejó sin aliento: cuando necesitaba presentar el examen teórico para pasar a las prácticas, el sistema presentó problemas y durante varias semanas intentó agendar sin éxito. Ella se quejó en la academia y al poco tiempo la respuesta que le dieron fue que no se preocupara, pues ya había pasado el examen. ¿Pero cómo era eso posible si nunca lo presentó?
SEMANA habló con un instructor de conducción que lleva 12 años ejerciendo en diferentes academias, que prefiere guardar su identidad. Él asegura que una de las maneras de engañar el sistema es haciendo que los alumnos no presenten el examen, sino que lo haga un tercero. Pese a que dicen contar con sistemas bioseguros, son fáciles de suplantar y esto se hace con diferentes intereses.
Uno de ellos, que los clientes salgan satisfechos por el servicio y no sientan que pueden perder la oportunidad de manejar, así atraen a nuevos estudiantes. Y otro, para sacar dinero extra. Cada estudiante tiene dos oportunidades para aprobar el examen teórico de 40 preguntas y debe tener una asertividad del 90 %; si no lo logra, no puede continuar en las clases prácticas. Quienes pierden esos exámenes pagan entre 150.000 y 170.000 pesos para pasarlo sin necesidad de presentarlo.
Los cursos de conducción deben tener por ley un límite de tres meses para finalizarlos. Muchas veces en las academias se demoran en dar las citas para cada clase, argumentando que se pide virtual y siempre hay lleno total, algo que no coincide con la realidad cuando se va presencialmente y se ven las aulas vacías.
Al parecer, forma parte de las estrategias que utilizan para obligar al estudiante a pagar por clases adicionales. Sin contar que hay academias que ofrecen cinco horas de taller, lo que hace pensar al alumno que tendrá contacto con el vehículo en una especie de taller mecánico, pero en realidad son talleres grupales en los que llenan sopas de letras y crucigramas.
La Dirección de Investigaciones de Tránsito y Transporte Terrestre de la Supertransporte indicó que desde 2020 a la fecha ha recibido 625 denuncias, de las cuales se han abierto 201 investigaciones, soportadas en los informes de operadores del Sistema de Control y Vigilancia (Sicov) con reporte de inconsistencias en la operación de centros de enseñanza automovilística del país.
Por ello, la Dirección ha adelantado las investigaciones administrativas correspondientes en más de 40 ciudades. Las infracciones más comunes son suplantación de alumnos y/o instructores, no mantener requisitos de habilitación, impartir clases en vehículos e instructores que no cumplen con los requisitos.
Entre las principales causas de siniestros viales están quienes se chocan con objetos fijos, como postes o andenes, lo que denota la falta de pericia al conducir, por lo que para la Supertransporte es importante identificar las faltas en las academias. Dicen que están implementando una estrategia de seguimiento al ciento por ciento de las escuelas con los sistemas de control y vigilancia.
Se pretende validar de oficio el cumplimiento de todos los requisitos establecidos en el marco normativo y así disminuir de alguna manera la cifra de más de 8.000 personas fallecidas en las vías de Colombia, algunas de ellas, atendidas por la enfermera Marcela Caicedo de Cali, quien trabaja en una clínica que atiende pacientes Soat, y por eso le genera tanta indignación que las escuelas de conducción piensen solo en el negocio.