El lío por la supuesta contaminación en el relleno sanitario Loma Grande, en Montería, ya no es solo un caso ambiental, ahora también es judicial. La comunidad de ese sector denuncia que varias personas han muerto en los últimos años a raíz de la presencia de basuras en la vereda.

Óscar Herrera, líder social y ambiental de Loma Grande, muestra con crudas fotografías que lo que ellos denuncian no son supuestos. Son casos reales. Una de las imágenes que más impactan se la tomó él mismo a su papá, Oswaldo Miguel Herrera, horas antes de que falleciera por una infección severa en la piel.

En la foto se ve el cuero cabelludo de don Oswaldo completamente destruido. La piel se abrió como pequeños volcanes y le dio paso a gigantes llagas llenas de pus y mucho dolor. Con esa imagen, y luego del entierro, Óscar fue a denunciar ante las autoridades competentes que la muerte de su papá no fue simple casualidad, sino que se trataba de un problema de contaminación a gran escala en esa región.

El relleno sanitario de Loma Grande empezó a operar a mediados de 2002 de manera irregular y sin los controles establecidos.

El caso de don Oswaldo no es el único. Más de la mitad de la población de Loma Grande presenta infecciones en la piel, así como en las vías respiratorias y en los ojos. “Para nosotros eso no es un relleno, sino un botadero a cielo abierto que contaminó las fuentes de agua y nos condenó a vivir en la miseria”, señala Óscar.

El relleno sanitario de Loma Grande empezó a operar a mediados de 2002 de manera irregular y sin los controles establecidos por las autoridades ambientales. En 2006 fue legalizado, y cuatro años más tarde Servigenerales, empresa que lo operaba, le pidió a la Corporación Autónoma Regional de los Valles del Sinú (CVS) el aval para una ampliación de 3 a 8 hectáreas.

El nuevo relleno fue construido a un costado del antiguo botadero a cielo abierto. Actualmente, recibe más de 186.000 toneladas de basura no solo de Montería, sino de todo el departamento de Córdoba. El agravante en este caso es que el antiguo botadero no se clausuró de buena manera y actualmente los lixiviados que aún brotan de ese lugar están llegando a las fuentes hídricas del sector.

El ingeniero Ángel Uriel García, gerente regional de Urbaser, empresa que hace dos años compró la operación del relleno sanitario, admite que efectivamente hay una filtración de lixiviados, pero que estos corresponden al botadero clausurado hace años.

“Cuando llegamos, encontramos en Loma Grande un lío con el antiguo botadero a cielo abierto que no operaba bajo estándares, tal como sí lo hacemos nosotros. Hemos detectado que hay un canal de lixiviados, que inclusive atraviesa nuestros predios por debajo, y caen a una laguna, y luego esto va a un caño, que finalmente lleva esas aguas a la quebrada Purgatorio”, explica García.

En algunas visitas de los entes de control se pudo evidenciar el vertimiento de lixiviados en quebradas cerca al relleno sanitario.

Recalca que estos lixiviados no forman parte del relleno actual y asegura que, aun cuando no es de su competencia, sí han realizado estudios para aportar su granito de arena en buscar una solución integral para la comunidad.

La puja legal

El periodista Mauricio Castilla ha documentado las afectaciones ambientales en Loma Grande desde hace diez años. Él ha acompañado los recorridos de Procuraduría, Defensoría, Fiscalía y demás ‘ías’ que han llegado hasta ese lugar alertadas por las denuncias hechas por medio de su portal Pulso del Tiempo.

Castilla insiste en que tanto el anterior botadero como el actual relleno incumplen la norma, pues están ubicados a menos de 500 metros del caserío de Loma Grande. “Está claro que el relleno Loma Grande no debería existir por el tiempo de uso, por la extensión para su operación y perjuicios a la comunidad, todo lo anterior evidenciado en registros fotográficos y videos. Inicialmente, se había previsto que el relleno tendría una extensión de 3,5 hectáreas y una vida útil de 20 años, pero ya vamos en prórrogas de tiempo y espacio”, dice Castilla.

La comunidad de Loma Grande, junto con el cabildo indígena Jaraguay y el Club de Golf, que es vecino del relleno, presentó una tutela en 2016, estudiada y fallada por la Corte Constitucional. En una de las resoluciones el alto tribunal ordenó “la creación de una mesa de trabajo entre Servigenerales, la Alcaldía de Córdoba y la Anla en la que se defina un espacio de participación adecuado para todos los pobladores de Loma Grande, entre ellos la comunidad indígena Jaraguay, que habita el lugar, los campesinos, los socios del club, los trabajadores y las demás personas que se consideren afectadas; se evalúen, con base en estudios técnicos adecuados, las posibles alternativas para la disposición de residuos sólidos en el departamento de Córdoba; y se establezcan vías de concurrencia en la solución de los problemas ambientales detectados por la Anla en el trámite de licenciamiento ambiental, así como la mitigación y la compensación de las cargas y beneficios del relleno sanitario de Loma Grande”.

Los que sufren

Óscar aún repasa los últimos momentos de su papá. Recuerda que lo escuchaba llorar de dolor en las noches y vivir sedado en el día por los fuertes antibióticos. Aunque el hecho ocurrió hace un año, todavía la herida emocional no ha empezado a cerrar.

“Esa enfermedad se lo llevó muy rápido. Aquí hemos tenido casos de brotes en la piel, pero nunca habíamos visto algo así. Creemos que un insecto de esos que hay en el relleno lo picó y ocasionó que se le pusiera el cuero cabelludo así”, cuenta Óscar.

Con su activismo social y ambiental, le ha hecho un seguimiento a cómo los lixiviados contaminaron todo alrededor de Loma Grande. “Eso cae a una quebrada que se llama La Salada y luego va al caño Purgatorio. De ahí no podemos sacar nada porque todo está contaminado”, señala.

Hay varios adultos mayores con cáncer en la piel.

SEMANA recibió varias fotografías de pobladores de Loma Grande que muestran las secuelas de la contaminación en la zona, así como los brotes en la piel. “Hay varios adultos mayores con cáncer en la piel. Esto nos está matando”, agrega Óscar. Y es que el problema en Loma Grande es por partida doble, asegura: por un lado, el relleno, que está operando, y, por otro lado, el antiguo botadero, que aún alberga basuras y es una máquina de lixiviados sin control. “Los olores son insoportables. No podemos hacer mucho aquí”, dice otro de los moradores de Loma Grande.

SEMANA se comunicó con la Alcaldía de Montería para conocer su postura frente a estas denuncias. La llamada fue atendida por Hugo Kerguelen, secretario de Planeación, quien aseguró que la competencia de este relleno no es del municipio, sino de la autoridad ambiental.

Los habitantes dicen que en la zona los olores son insoportables.

Mientras se determinan responsabilidades –como siempre pasa en estos casos–, la comunidad de Loma Grande pelea una batalla que parece caminar en un círculo vicioso de casos omisos, basura, olores fuertes, contaminación y perjuicios a la salud de los pobladores.