Una semana de infarto acaban de cerrar el mercado de valores, el sector petrolero y el dólar en el país. El jueves se registraron operaciones con dólar a 4.095 pesos; ese mismo día la bolsa tuvo que suspender transacciones por unos minutos –por segunda vez en la misma semana– luego de que las acciones cayeron más del 10 por ciento. Por si fuera poco, el barril de petróleo Brent, de referencia para Colombia, se cotizó por debajo de los 33 dólares. Esto puso con los pelos de punta a los inversionistas, al Gobierno y a los colombianos, que observan pasmados cómo esos factores externos afectan la economía local. El viernes los mercados parecieron recuperar la calma, pero nadie sabe por cuánto tiempo. Dos factores explican el comportamiento de los mercados esta semana. Por un lado, el temor a que el coronavirus infecte la economía mundial. Por otro, la pelea de Arabia Saudita y Rusia por la oferta de crudo, que desembocó en el colapso de precios a niveles de 2014. Se trata de dos factores externos que coincidieron y provocaron una fuerte devaluación del peso que podría golpear el bolsillo de los colombianos y las finanzas del país para 2021. Para analizar estos fenómenos, SEMANA convocó el miércoles a un grupo de exministros y expertos económicos, quienes hablaron del impacto para Colombia de esta coyuntura y plantearon medidas para contrarrestar un panorama cada vez más adverso. Coinciden en que no hay mucho margen de maniobra por la delicada situación fiscal del país y el alto déficit en cuenta corriente. Incluso, no descartaron la necesidad de revisar temas tributarios y reorientar mejor el gasto del Gobierno. Estos son sus puntos de vista.

“Se debe dar prioridad a los gastos en salud”

José Antonio Ocampo. Exministro de Hacienda Es necesario adoptar un paquete de gasto adicional por si se desacelera la economía, e incluso pensar en revertir rebajas tributarias. Colombia está en una situación relativamente sólida, en un proceso de recuperación de la actividad productiva, con un buen nivel de reservas internacionales, acceso a la línea de crédito flexible del FMI y un sistema financiero sólido para enfrentar la coyuntura. Las debilidades se dan en la cuenta corriente y en materia fiscal. En la primera, la debilidad de nuestras exportaciones no cafeteras ha demostrado que es el factor de mayor vulnerabilidad de la economía. Además, la pandemia tendrá sus efectos sobre el sector de exportación no petrolero más dinámico en los últimos años, el turismo. En materia fiscal, tenemos una deuda relativamente alta y la expectativa de baja en los ingresos tributarios por la Ley de Crecimiento y de los menores impuestos que pagarán las empresas petroleras, así como de la reducción en los dividendos que recibe el Gobierno de Ecopetrol.

¿Qué hacer? El Gobierno debe atender de manera prioritaria las nuevas demandas del sector salud y estar dispuesto a adoptar un paquete de gasto adicional para enfrentar una eventual desaceleración económica o la crisis de sectores específicos. Dado el nivel de deuda pública, esto puede requerir un aumento en los ingresos tributarios, incluso revirtiendo algunas rebajas y beneficios que se aprobaron en 2019. Debe lanzar un paquete ambicioso de diversificación de las exportaciones, aunque sus efectos serán limitados en el corto plazo debido a la incertidumbre que rodea la economía y el comercio mundiales. El Banco de la República deberá estar dispuesto a intervenir en el mercado cambiario si la situación lo amerita. Tiene todo el margen para hacerlo, dado el nivel de reservas internacionales y al acceso a la línea de crédito flexible del FMI. Obviamente sería mejor contar con más reservas internacionales, como lo defendí en su momento como miembro de la Junta Directiva del Emisor. En materia de tasas de interés, también tiene margen para bajarlas si la actividad productiva se deteriora, pero una decisión en tal sentido deberá tener en cuenta el efecto sobre los flujos de capital que el país necesita recibir para financiar el cuantioso déficit en cuenta corriente. “No hay que tomar medidas apresuradas”

María Mercedes Cuellar. Excodirectora del Banco de la República Intervenir el mercado para sostener la tasa de cambio sería un verdadero disparate. Por eso es necesario mantener la calma. Veo con preocupación lo que está ocurriendo con la economía mundial porque me parece que se ha desatado una especie de histeria colectiva alrededor del coronavirus, que de golpe terminamos en un escenario como el de Crónica de una muerte anunciada, en que se generó tanto susto que terminó haciéndose realidad una cosa que no tenía por qué pasar. Me parece que el impacto ha sido largo, llevamos más de tres semanas con mucha volatilidad en las bolsas de valores y las tasas de cambio; pensé que eso se iba a devolver muy rápido, pero se ha demorado. Es urgente que esa volatilidad, que afecta a todo el mundo, empiece a calmarse porque, si no, la economía tendrá unos impactos mayores a los que hubo en 2008, cuando estalló la crisis financiera. Espero que eso no sea así y que pronto recuperemos la calma. Es difícil prever si esto nos llevará a una recesión. Estamos en una turbulencia muy grande, de la cual no sabemos cuánto se va a demorar y qué tanto daño les podrá hacer a las economías globales y a la de Colombia, que no ha sido la excepción.

En el caso de Colombia me preocupa principalmente que haya un petróleo por debajo de 30 dólares y un dólar por encima de 3.800 por un largo periodo. Hasta hace unas semanas teníamos tasa de cambio de 3.200 pesos y ahora está en 3.800, es decir, una devaluación del 20 por ciento que hace que todo lo que es importado se encarezca, y aunque favorece las exportaciones lo cierto es que no tenemos un aparato productivo tan enfocado a exportar. Por eso no creo que con lo que está sucediendo ganemos mucho y sí de golpe, con el tiempo, hace daño. Desde el punto de vista fiscal, el petróleo es muy importante para los ingresos del Gobierno y me preocupa que pase como en 2015, cuando hubo un choque petrolero. Creo que la economía y el sector financiero están bien preparados, que no hay problemas grandes, y si esto no hubiera pasado estaríamos creciendo más. Pero sin duda esta situación empieza a molestar. Esperemos que no dure mucho, porque si se demora demasiado podemos tener problemas. Eso sí, no creo que el Banco de la República deba intervenir el mercado para bajar la tasa de cambio porque quemaría reservas, un disparate muy grande. Por ahora recomiendo tener calma, no tomar medidas apresuradas. “Lo más complicado viene para 2021”

Mauricio Cárdenas. Exministro de Hacienda El Gobierno debe adoptar con urgencia un plan de choque para apoyar sectores afectados e impulsar otros para que crezcan. La economía mundial va a crecer menos este año. Con lo que pasó, incluso si las cosas no se agravan, el mundo va a crecer este año 2,5 por ciento, cuando hace dos meses se esperaba 3 por ciento. Pero si la pandemia se agrava y llega a más países y más personas fallecen, el efecto sobre la economía va a ser mayor. Por eso es necesario tomar medidas. Los bancos centrales han bajado tasas, pero desafortunadamente el Banco de la República no lo puede hacer porque, uno, la inflación está cerca al 4 por ciento, que es su techo, y dos, la economía tiene un déficit de la cuenta corriente muy alto, que este año podría superar el 5 por ciento del PIB. Esa es la cifra mágica, que pone nervioso a todo el mundo, en especial a los inversionistas.

En Colombia el escenario macroeconómico cambió radicalmente y toda la información que tenemos indica que esto no va a desaparecer en días o semanas: se van a mantener los precios bajos del petróleo, los efectos del coronavirus, la economía mundial va a crecer menos y habrá menos exportaciones colombianas. Esa es una fuerza negativa con la que no contábamos y hay que contrarrestarla y actuar rápido. Por eso me preocupa mucho el panorama de 2021, porque entran dos fuerzas que coinciden: los efectos de la nueva reforma tributaria de diciembre pasado, que podría hacer que el fisco deje de recibir entre 5 y 8 billones de pesos por cuenta de rebaja de impuestos, y que Ecopetrol este año, con los precios actuales del crudo, va a generar utilidades muy bajas. El Gobierno tiene que poner en marcha un plan de choque, y mientras más se demore menos efectivo va a ser. Colombia ya sabe cuál es el libreto: subsidios a la tasa de interés para que la clase media pueda comprar vivienda en condiciones más favorables. También va a ser necesario apoyar con crédito a otros sectores que van a tener dificultades. En resumen, un plan de choque mesurado que no genere un aumento muy fuerte de déficit fiscal, pero de alto impacto económico. “El impacto fiscal del petróleo será grave”

Mauricio Cabrera. Economista y columnista El problema es el poco margen de maniobra, pues los instrumentos de política tradicionales están muy limitados. Trump debe estar como el santo Job, que cuando perdió todo decía: Dios me lo dio, Dios me lo quitó. En este caso dirá: Putin me la dio –la presidencia en 2016–, Putin me la quitó. Si bien la guerra del petróleo tuvo su origen en una baja del precio por efecto del coronavirus, también hay un componente político. No es solo una guerra Arabia Saudita-Rusia, sino contra Estados Unidos, porque los rusos están tratando de golpear directamente a los productores de gas y petróleo de fracking de Estados Unidos, que tiene costos mayores. En cuanto al mercado de valores, es claro que estaba sobrevalorado y se está corrigiendo, pero esto podría llevar a una caída del consumo, lo cual podría alimentar esta espiral de caída de la economía y eventualmente una recesión. Esto nos va a quitar varios puntos de crecimiento global, dependiendo de cuánto dure. Pero esa bola de cristal no la tiene nadie.

Para Colombia, el impacto fiscal de la caída del precio del petróleo será grave. Cada 10 dólares que baja el precio del petróleo, en promedio, significan 1.300 millones de dólares menos de ingresos para el país. El Gobierno había hecho pronósticos, al igual que Ecopetrol, de un petróleo a 60 dólares el barril, y como están las cosas puede estar alrededor de 40. Es decir que podríamos perder unos 2.000 millones de dólares de ingresos con un gran impacto en los frentes comercial y fiscal. El gran problema es que esta coyuntura nos cogió con muy poco margen de maniobra, pues los instrumentos son muy pocos. Tenemos un alto déficit comercial y de cuenta corriente, una situación fiscal apretada con perspectivas de agravarse y unos niveles de crédito sobre los cuales ya había llamado la atención el FMI y la propia Superfinanciera. Revivir los subsidios a la compra de vivienda no funcionaría, pues en este sector el problema son los altos precios de la vivienda, y si no se reducen no habrá un incremento significativo de la demanda. Tampoco es fácil encontrar un producto o sector que sustituya rápidamente los ingresos del petróleo. Por eso, a corto plazo lo que tendría un impacto más significativo será un plan de sustitución de importaciones. “Hay que reorientar el gasto para crecer”

Luis Fernando Mejía. Director de Fedesarrollo La economía colombiana tiene una alta vulnerabilidad ante choques externos, pero hay que destacar su resiliencia. Es necesario adoptar medidas de choque. lLa pandemia y la guerra de precios del petróleo están cambiando las perspectivas globales y el chance de una recesión mundial no es menor. Por esto, mientras estos choques externos perduren tendremos que acostumbrarnos a un petróleo barato y un dólar caro, con volatilidades como las de esta semana. El impacto final sobre la economía dependerá de qué tanto duren, y esa es la pregunta del millón. Fedesarrollo tenía un pronóstico de crecimiento del 3,5 por ciento para este año en Colombia, ligeramente optimista frente al mercado. Pero había advertido la gran vulnerabilidad de la economía colombiana frente a un eventual choque externo que ahora se está materializando, con lo cual el crecimiento podría estar alrededor del 3 por ciento, que sería bueno de todas maneras. Todavía es pronto para decirlo, pero en unos días podríamos revisar nuestras estimaciones. Hoy somos más vulnerables que en el pasado dados los altos niveles de déficit comercial y fiscal, pero la economía del país ha demostrado su resiliencia. Dado que el golpe fuerte sobre las finanzas será el próximo año, hay margen para responder. Lo urgente es contener la expansión de la epidemia para no repetir lo que pasó en Italia, donde hubo que paralizar el país.

En los frentes económico y fiscal, el Gobierno podría reorientar el gasto hacia programas que jalonen mayor crecimiento para contrarrestar la caída en la confianza de los consumidores. Un sector que debería incentivarse es la construcción. Por ejemplo, reactivando los subsidios a la vivienda de estrato medio –está demostrado que por cada peso invertido se jalonan 10 pesos de otros sectores– y la inversión en infraestructura de vías terciarías con cargo a las regalías. A diferencia de otros bancos centrales, el Banco de la República no tiene mayor espacio para reducir sus tasas de interés. Aunque debería tratar de mitigar la volatilidad de la tasa de cambio. La crisis debería servirnos para reflexionar sobre la gran dependencia que tenemos del petróleo en las cuentas externas y fiscales. Es urgente buscar soluciones efectivas para ampliar la oferta exportadora del país.