No es posible conseguir en una sola salida lo que cualquier persona pretende comprar en su canasta familiar: arroz, azúcar, leche, cereales. Aunque en Cali la fuerza pública desbloqueó 30 cierres viales generados por los manifestantes, como lo anunció el ministro de Defensa, Diego Molano, aún hay productos escasos en la ciudad. Indígenas y otros manifestantes se resisten a abandonar ciertos puntos viales y aunque en algunas ocasiones el Ejército ha logrado despejar las carreteras, no tardan en poner un nuevo bloqueo en otro lugar.
“En las neveras de los supermercados de Cali no se divisan carnes frías y los que las conservan refrigeradas cobran bestialidades por venderlas”, dice Ana Rita Acosta, caleña, quien mercó con 900.000 pesos en Santa Helena, una de las galerías de Cali. Antes –recuerda– lo hacía con 650.000 y llevaba los mismos productos. Los embutidos provienen de Candelaria, municipio del Valle, a una hora de Cali, pero allá hay ciertas restricciones.
Incluso el azúcar registra desabastecimiento. La llevan desde Palmira hasta Cali, pero en medio del paro, aunque el Ejército hace lo propio para permitir la circulación de carros con el producto, es difícil llevar toda la que necesita la ciudad. No alcanza para abastecer la totalidad de la necesidad de los vallunos. Las góndolas de los supermercados están casi desocupadas. Solo se observan los anuncios y precios, más o menos un 15 % más elevados.
Luis España, administrador de Mercafamiliar, mira con asombro la estantería de su negocio. No tiene harinas, aceites, pastas. “Tampoco hay fríjol, arveja ni arroz”, añade preocupado. Los clientes preguntan, pero pierden el viaje. Los granos los traen desde Yumbo, pero hay restricciones en la carretera. “Llegó un camión a abastecernos de comida, pero no alcanzó para todos”, afirmó. El vehículo repartió lo que más pudo y alcanzó para pocos supermercados. En otras ocasiones, las industrias piden a los propietarios de los negocios que suplan el flete. Y ahí el costo del producto aumenta.
“No quisiéramos cobrar más, pero ¿qué hacemos? Nos toca pagar el transporte”, dice Luis, mientras María Inés Grisales le reclama por la falta de azúcar en el negocio. Ella vende churros, pero lo esencial del producto no ha logrado conseguirlo, pese a recorrer varias tiendas en Cali. “¿Dónde puedo comprar?”, pregunta ella. “Ni idea”, responde él.
Los alimentos que provienen de zonas cercanas a la capital del Valle han podido cruzar en camiones, en algunas ocasiones custodiados por la fuerza pública, pero en pocas cantidades. Los que se transportan desde Bogotá es casi imposible ubicarlos porque por tierra, desde la capital del país hasta el Valle, hay que atravesar varios retenes de manifestantes. La cebolla (larga y cabezona), la papa negra y la amarilla, están costosas. Y ni qué decir de la zanahoria, la lechuga, el apio... “Un bulto de papa parda alcanza los 350.000 pesos, cuando previo al paro costaba 80.000”, comenta Joselo Aros.
La libra de carne alcanza los 12.000 pesos en un supermercado de barrio. En un almacén de cadena, hasta 16.000. Los huevos –por ejemplo– los venden hasta 22.000 el panal. Sin embargo, han llegado varios camiones a la ciudad que están abasteciendo en tiendas y podrían mermar su valor en las próximas horas. ”Mi padre compró estos días a 4.000 pesos un plátano”, dice Mario Gómez, ansioso por comer pollo, pero no será posible de momento. Está escaso en Cali. “¿Cuándo llegará?”, pregunta. Es incierto.
Aunque Cali no está tan desabastecida como al comienzo del paro, durante los primeros días muchos productos escasearon porque los adinerados se aperaron, mientras otros se resignaron a ver cómo las estanterías iban quedando desocupadas en medio de la prolongación de los bloqueos. Sin embargo, aún faltan muchos productos básicos que, aunque se consiguen en ciertos negocios, se convierten en insostenibles para el bolsillo de los caleños.