La llegada de Francia Márquez y su posesión como vicepresidenta este siete de agosto puso otro nombre a brillar con luz propia: Esteban Sinisterra. O como mejor lo conocen, Esteban African. El joven de 23 años es hoy uno de los diseñadores más prometedores. Su talento radica justamente en lo que Francia quiere transmitir con sus atuendos, el poder de los territorios y en especial de su natal pacífico.
Sinisterra nació en Iscuandé y creció entre Buenaventura y Guapi. “Es el diseñador que le da vida a los trajes de la vicepresidenta”, se lee en su descripción de Instagram. Busca con su trabajo empoderar desde la moda e inspirarse “en su territorio y sus comunidades para manifestar a través de sus prendas la esencia de su región y la representación de sus ancestros”.
El diseñador cuenta que inspira sus creaciones en mujeres como Francia, mujeres “berracas que se levantan a luchar contra lo que les pone el entorno”. Esteban cuenta que desde “el día 1 he trabajado en su imagen y en sus “trapos” como ella y yo les llamamos, esos trapos que narran las historias de un pueblo que busca ser escuchado en cada uno de sus diseños y figuras”.
El joven fue el encargado de diseñar el vestuario de todos los momentos estelares de la campaña y del más especial, el momento del juramento para su nombramiento en el cargo este 7 de agosto. En entrevista con SEMANA, Sinisterra contó cuál es el mensaje que busca la vicepresidenta transmitir con esta pinta.
“Nosotros somos los que ponemos los muertos en el país”, afirmó Sinisterra haciendo referencia a la violencia que se vive en el pacífico colombiano, tanto por grupos armados ilegales, como por bandas criminales, “por lo que los colores que se usaron son importantes... son en protesta de eso”, dijo.
Agregó que el vestido de la vicepresidenta busca manifestar el inconformismo y la violencia que se vive en el país. Y que por esa razón fueron elegidos los colores para hacer hincapié en las amenazas que ciernen sobre el pacífico.
Las luchas de Francia, desde antes de nacer
Fue en el año 1995 cuando Colombia escuchó su voz por primera vez. Francia Márquez Mina era apenas una adolescente de 14 años, que daba una entrevista en un medio regional. La comunidad decidió que la vocera para exponer por qué se oponían a la desviación del río Ovejas en zona rural de Suárez, norte del Cauca, era aquella joven de tono suave y pausado, pero de palabras contundentes.
Sin embargo, la lucha de Francia comenzó mucho antes, incluso antes de nacer. Francia nació en Yolombó, corregimiento de Suárez, donde las oportunidades son escasas y la vida es agreste. Una comunidad, en su mayoría afrodescendiente, que tenía dos caminos: los hombres dedicados a las labores del campo y las mujeres que salían a las grandes ciudades como Cali, a trabajar como empleadas domésticas internas. A Francia le tocó el segundo rumbo.
Salió de su territorio cuando apenas florecía su adolescencia, trabajó en varias casas de familia de Cali y, en los ratos libres, o sea los fines de semana, viajaba hasta su casa para defender lo poco que tenían: el río y las bondades de la naturaleza.
Francia era la voz de los que no tenían voz. Así se ganó el respeto y la oportunidad de ser ella quien diera la primera entrevista en 1995. “No vamos a permitir que nos quiten lo que es nuestro”, dijo la joven Francia. Y así fue, la comunidad se organizó para impedir que el río Ovejas fuera desviado hacia el embalse La Salvajina, construido diez años antes.
Desde ese momento, Francia se convirtió en una voz autorizada en su comunidad. “No he parado desde ese día”, dice. Tiempo después vino la defensa por la voraz explotación de oro a gran escala en otro de los afluentes de la región, Francia estuvo ahí.
De su trabajo como empleada doméstica no tiene los mejores recuerdos. En una de esas anécdotas que poco cuenta, porque amenaza con sacarle un par de lágrimas, recuerda que una de sus jefas no le pagó el salario, a pesar de que su hijo, a quien tuvo a los 16 años, estaba enfermo. “Ese día había un concierto y ella prefirió darle la plata de mi salario a su hija para la boleta y a mí me dijo que no había pago, que si quería saliera así”, cuenta Francia. En ese momento, asegura, se dio cuenta de que algo en este país debía cambiar.
El activismo ambiental lo combinó con su trabajo informal en casas de familia, luego retomó sus estudios suspendidos por su primer embarazo; más tarde, ingresó a la Universidad Santiago de Cali, de donde se graduó hace tres años como abogada.
Por sus luchas, Francia fue reconocida en 2015 con el Premio Nacional a la Defensa de los Derechos Humanos, y en 2018 le fue entregado el Premio Goldman para el medio ambiente. En 2019, el prestigioso medio BBC de Londres la catalogó como una de las 100 mujeres más influyentes del mundo.
En ese momento, el diario internacional describió a Francia como: “Una líder formidable de la comunidad afrocolombiana, encabezó una marcha de mujeres de 10 días y 350 millas hacia la capital del país, para recuperar sus tierras ancestrales de los mineros ilegales de oro”.
A semejante elogio, Francia respondió: “La lucha que yo hago es por los derechos como pueblo negro, como comunidad con derecho al territorio, es la continuidad de la lucha que iniciaron los ancestros y que siguieron nuestros mayores y que hoy sigue en manos de todos nosotros para defender un pueblo que ha estado marginado, excluido y racializado en un país que no le permite la garantía de sus derechos y que cuando reclamamos nos tacha de reprimidos, haraganes, perezosos, ladrones y un largo etc.”.
Pero no todo fue color de rosa aquel año. Luego de recibir el reconocimiento, Francia escapó de la muerte en una de las jornadas más lamentables de su vida. El 4 de mayo de 2019, en una finca de la vereda Lomitas de Santander de Quilichao, le hicieron un atentado junto a otros líderes sociales: varios hombres fuertemente armados lanzaron granadas de fragmentación y dispararon indiscriminadamente contra los allí presentes; no hubo heridos, pero sí un campanazo de alerta roja.
Pese a ello, Francia no salió del territorio. Siguió visitando las comunidades rurales con un esquema de seguridad de apenas dos hombres. Ni las balas ni el estruendo de las granadas lograron amedrentarla. La mujer de voz suave y de diálogo pausado no tiene miedo.
Sus sueños
Pocas horas después de ser reconocida por la BBC, Francia fue entrevistada por un medio regional. Le preguntaron con cierto afán qué haría ahora que la comunidad internacional se fijaba en ella y que, además de los reconocimientos, recibía un incentivo económico. Ella no dudó y respondió: “Mi principal desafío personal es terminar mis estudios como abogada, graduarme, ayudar a terminar la casa para mi mamá y mi familia. Sueño con apoyar la política progresista en este país para que cierre las brechas de desigualdad e inequidad, y una política que piense en que apostarle a cuidar el medioambiente es desarrollo para el país, que el desarrollo está ligado al bienestar social y ambiental”.
De esos desafíos ya cumplió dos, en 2020 se graduó con honores de la Universidad Santiago de Cali; con el dinero ganado en los reconocimientos construyó la casa que siempre soñó para su mamá en el corregimiento de Yolombó. Solo le queda uno pendiente: formar parte de un gobierno que cierre las brechas de desigualdad e inequidad de este país, sueño que, luego de la votación de este domingo, está más cerca de cumplirse.
Francia, fórmula vicepresidencial de Gustavo Petro, incursionó en la política en las antepasadas elecciones legislativas. Aspiró por un consejo comunitario para quedarse con una de las dos curules afro en el Congreso, pero su votación no fue la mejor.
En 2021 le anunció a Colombia que sería candidata presidencial. Su candidatura fue una bola de nieve que empezó a crecer en el suroccidente colombiano. Francia logró el aval del Polo Democrático y se midió en una consulta con Gustavo Petro, Camilo Romero, exgobernador de Nariño, Alfredo Saade y Arelis Uriana. La representante de las negritudes se quedó con el segundo lugar, al obtener una sorpresiva votación de casi 800.000 sufragios, lo que aseguró su lugar al lado de Petro en el Pacto Histórico.
Francia Márquez Mina tiene dos hijos, pero poco le gusta hablar de su vida privada. Dice que eso ahora no es lo importante. Sin embargo, sí se ha referido al embarazo adolescente y a su apoyo al aborto libre. Recuerda que cuando supo que su primer hijo venía en camino, el padre los abandonó y ella quedó sola con esa responsabilidad. “Tuve un tío que se convirtió en el papá para ellos, pero no todas las mujeres tienen esas mismas condiciones, no todas las mujeres tienen una familia extensa”, contó.
Francia Márquez Mina quiere hacer historia. Su perfil es una cachetada a la política tradicional: una mujer negra, nacida en la Colombia profunda y hecha a pulso desde el activismo social y ambiental. Su nombre podría figurar en la Casa de Nariño como uno de los fenómenos políticos más mediáticos del último siglo. Francia dice estar preparada. No tiene miedo.