Desde hace un par de semanas, los colombianos se acostumbraron a ver en televisión indignados campesinos que reclamaban "justicia", "ayuda para el campo"; y mineros que amenazaban con paralizar sus labores porque se sentían estigmatizados por el gobierno central, que, según su argumento, privilegiaba a las grandes compañías mineras. De una u otra forma los protagonistas de estas protestas tienen que ver con los cinco ministerios en los que hubo cambios en la noche de este jueves: Justicia, Agricultura, Ambiente, Interior y Minas. Sin duda al saliente ministro Fernando Carrillo fue a quien le tocó bailar con la más fea. Su agenda era vertiginosa cada día: cita en Popayán por la mañana para atender a los indígenas, encuentro en el Catatumbo al mediodía para evaluar como va la negociación con los campesinos, viaje a San Andrés por las quejas de los raizales por la delimitación dada por el alto tribunal de La Haya, viaje a Tunja en la noche para ayudar a levantar la protesta de los paperos. "Qué equivocados están quienes creen en los privilegios de los ministros", dice una persona que trabaja en el Ministerio del Interior. "Se come mal, poco se duerme y aguante palo todo el día". En posiciones menos visibles pero igual de problemáticas están los ministros de Minas y del Medio Ambiente. ¿Cómo satisfacer los intereses de cada sector sin entrar en un choque directo con el otro? En los viajes en los que Semana.com ha acompañado al presidente Juan Manuel Santos este portal ha sido testigo de eso. Los empresarios se acercan y le dicen: "Su ministro nos niega las licencias ambientales y así no podemos poner en marcha la locomotora que usted tanto reclama". "Usted está acabando con el medio ambiente", le gritan los ambientalistas desde la otra esquina. Sea cual fuera su posición, lo cierto es que ni Juan Gabriel Uribe (Medio Ambiente) ni Federico Renjifo (Minas) van más. En circunstancias llamativas también estuvo el ministro de Agricultura, Francisco Estupiñan. Entró pegando fuerte y salió muy maltrecho. Su primera intervención pública fue en La W cuando dijo lo que él había visto en el caso de los baldíos en el piedemonte era a todas luces irregular: alrededor de 15 empresas "adquirieron 140.000 hectáreas de forma no muy jurídica” por lo que "se realizarán las denuncias penales y disciplinarias por estos casos, por lo cual serán remitidos a la Procuraduría y la Fiscalía". Tras el sorpresivo anuncio guardó silencio. Incluso durante el debate del senador Jorge Robledo se mostró débil en la defensa. Y luego, en pleno clímax del paro agrario, el presidente Santos les presentó excusas a los ministros porque, según su versión, él no había sido informado por el ministro por los acuerdos que se habían firmado. Y el último caso es el de Ruth Stella Correa, ministra de Justicia. De un tiempo para acá -y en un país donde ahora abundan las manifestaciones- empezaron en cadena las protestas en las cárceles del país por el altísimo nivel de hacinamiento. Un hecho que tuvo su punto álgido el pasado jueves durante las manifestaciones en los que la policía no sabía a donde llevar los capturados porque las URI estaban atestadas. A los ministros los tumbaron las protestas, ese el análisis de muchos quienes también saben que los ministros son fusibles.