Son varios los hechos que interesaron al mundo de la política en la última semana. Las asignaciones de gobernadores continuaron de moda como cosecuencia de que algunos no pudieron posesionarse y de que otros han debido afrontar la oposición de políticos de sus departamentos. El antiguo ex-viceministro de Minas, potencial gobernador del Atlántico, resolvió no declinar su nombramiento, una vez que el gobierno lo había dejado en libertad para que tomara una decisión en particular. Manifestó que estaba dispuesto a aceptarlo, "salvo en el caso que el gobierno considere que la situación creada por el debate indique al señor Presidente una determinación distinta. La respuesta del ministro fue fulminante. El gobierno cree que las circunstancias no son propicias para montar bajo su dirección la admisnistración... del Atlantico".Inmediatamente fue nombrado el ex-superintendente bancario Abel Carbonel. El tratamiento que el gobierno le dió al caso Rodado indicó para muchos que cuando el presidente dejaba a alguien en libertad para aceptar o declinar un nombramiento por cuestionamientos de la opinión pública, más allá del cortés formalismo, la conducta que el gobierno considera adecuada es la de abstenerse en estos casos. Esta actitud fue bien recibida en la medida en que el gobierno, en lugar de desafiar las revelaciones de la prensa, aceptaba que esta podría cambiar sus determinaciones.Dos gobernadores fueron objeto de intensas polémicas. En el Valle del Cauca, Doris Eder de Zambrano cuya integración del gabinete produjo no sólo un terremoto político sino geográfico. Dieciocho municipios del norte del Valle que se sintieron ignorados ante la nómina de tecnócratas, amenazaron con independizarse y formar un nuevo departamento. Ante la magnitud de la crisis, la exviceministra de Educación aceptó humildemente su ingenuidad política y puso de presente su disposición para rectificar cualquier error que pudiera haber cometido. La otra crísis femenina fue en el departamento del Cauca donde fue nombrada como gobernadora Amalia Grueso de Salazar Buchelli. Despierta, inteligente, conocedora de su departamento, es una fervorosa de las orientaciones políticas del expresidente Pastrana. Semejante respaldo no fue suficiente para que Ignacio Valencia, lanza en ristre, arremetiera contra la nueva gobernadora, reclamando su participación en la victoria electoral del Cauca, enrostrándole al ministro de gobierno la acusación de que no representa a nadie y cuestionando la renovación que pudiera producirse en el departamento con personas que no pertenecen a su grupo político. En enérgica carta al directorio seccional después de la protesta, Valencia lo deja en libertad para que decida si colabora o no con la nueva administración. El promete acogerse a la decisión adoptada...Pero el hecho que domina la semana es, desde luego, la alocución del presidente, en la cual describió la crisis económica industrial, agrícola y fiscal del país y anunció las medidas que tomará su gobierno. (ver sección económica). Las reacciones de los gremios, los sindicatos, los periódicos liberales y conservadores no han podido ser más favorables. El presidente se había cuidado. Ni grandes ataques al gobierno anterior, ni un desbordante optimismo sobre el futuro. Una invitación a trabajar sobre la base de que si se pone orden en la casa, el país supera las dificultades del presente. No faltaron, sin embargo, quienes consideraron demasiado vagas las principales líneas de políticas económicas enunciadas en el discurso. En términos generales, el presidente se consolidó una vez más como un maestro en el manejo de imagen. El plato fuerte de la política lo constituyó la elección del Procurador. Hasta el martes por la tarde, se daba por elegido a Alfonso Reyes Echandía en medio de acusaciones a Betancur de que, en realidad, había enviado al Congreso una terna de uno, pues ni Fernando Hinestroza, ni Pedro Gómez Valderrama estaban realmente disponibles. Fue en ese momento cuando Hinestroza pidió oficialmente que su nombre fuera retirado y en lugar de él presentado Carlos Jiménez Gómez. No obstante haber desempeñado altas posiciones en el gobierno nacional y departamental, el abogado, exprofesor universitarlo y escritor, era un desconocido no sólo para la opinión pública sino para el propio Congreso. Mientras Reyes Echandía manifestó que su hoja de vida era suficientemente conocida y que no habría ninguna clase de campaña, Jiménez Gómez hizo exactamente lo contrario. En una campaña relámpago, distribuyó entre los miembros del Congreso, no solamente su hoja de vida sino las papeletas con su nombre para que votaran por él. Invitó, el mismo día de la votación, a unos cuarenta parlamentarios a un almuerzo en el Hotel Continental donde se proyectó como un hombre sencillo y humilde que pensaba contar con la clase política. No obstante su anonimato, esta posición conquistó rápidamente importantes sectores parlamentarios que no querían solidarizarse con la elección a la Procuraduría de Reyes Echandía. En el momento de la votación sólo se presentó el nombre de Jiménez Gómez, quien ya había sido escogido por una Junta de Parlamentarios, y en un "palo" aún más sorprendente del que se presentó en el caso de la Contraloría, un hombre prácticamente desconocido por la cámara de Representantes en la mañana del día miércoles, era el procurador de la Nación, elegido casi unánimemente esa misma tarde. La Cámara de Representantes había demostrado una vez más que estaba dispuesto a mantener su autonomía.