Ir al jardín por primera vez es una de las experiencias que marcan la vida de una familia. Laura Sánchez decidió que su hija, de 3 años, debía empezar a relacionarse con otros niños. Confió en el hogar infantil Santa Mónica, que presta sus servicios al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), ubicado en el barrio Alfonso Bonilla Aragón, de Cali. Completaba semana y media de llevarla al establecimiento, cuando, según ella, le arruinaron la inocencia a su pequeña.

A diferencia de llegar cantando rondas infantiles, le mostró con sus diminutas manitas lo que le había hecho un “muchacho malo en la rosita”. Sobre las tres de la tarde del viernes 11 de febrero, Laura recogió a la niña en la guardería. Después del añorado abrazo con su hija y de ayudarla a cargar sus cosas, la menor empezó a decirle que le picaba y tenía molestia en la vagina. La madre aceleró el paso para llegar pronto a la casa y llevarla al baño, pues creía que la niña tenía deseo de orinar. Sin embargo, se llevó una sorpresa. “Cuando le bajo los pantaloncitos, veo rastros de sangre en su ropa, y al limpiarla también está sangrando”, dice la mujer.

La menor le explica lo que le habría hecho el “muchacho malo” en su zona íntima, a la que identifica como “rosita”. Todo quedó registrado en un video que la mamá grabó como evidencia por si decía algo que pudiera configurar un posible delito y para poder repetir el relato, teniendo en cuenta la corta edad de la niña. En el video se escucha por fragmentos. “Dijo que me tocara bien. Me va a coger la rosita donde voy a hacer chichi”.

La madre inmediatamente salió con su niña para el hogar infantil del ICBF. Encontró tres hombres que no logró identificar, y, al reportar el hecho, la profesora le dijo que la niña tuvo un día normal, pero que activarían la ruta de atención. La menor fue llevada al centro de salud cercano, donde el médico certificó que presentaba “eritema en introito vaginal”, muestra de que al parecer se presentaron tocamientos, sin penetración. La pequeña fue remitida a una consulta psicológica, en la que volvió a relatar el episodio con el “muchacho malo”. Por el relato de la niña se abrió un caso en la Fiscalía, pero la madre y los abogados manifiestan que hubo negligencia de la entidad, debido a que la menor presuntamente no fue valorada por Medicina Legal.

Laura asegura que la cita la cambiaron constantemente, y la Fiscalía la desmiente. Otra cosa que alegan es que nunca le pidieron a la niña identificar con retratos a los hombres que estaban en el jardín ese día. Además, aseguran que no le suministraron a la defensa los videos de las cámaras de seguridad del jardín para saber qué sucedió realmente. Sin embargo, la investigación fue archivada en menos de 30 días.

Por su parte, el ICBF asegura que abrieron procesos administrativos de restablecimiento de derechos. El personal del hogar infantil relacionado con la denuncia fue retirado de sus cargos. Luego de que la madre conoció el archivo de su caso, interpuso una serie de medidas legales argumentando que no estaba de acuerdo con el manejo que le dio la Fiscalía a la investigación. SEMANA consultó al ente acusador y aclaró que, después de analizar cinco horas de video, escuchar en entrevista a la madre y demás involucrados, y revisar otras pruebas, consideraron pertinente el archivo.

Sin embargo, para defender los derechos de la menor, se ordenó, con base en el principio de pronta y debida diligencia, desarchivar el caso para revisar de nuevo testimonios, analizar la evidencia digital, la construcción de la línea de tiempo, hacer una nueva inspección al lugar de los hechos con presencia de delegados de la Defensoría del Pueblo y la Procuraduría. En la casa de la niña piden justicia y ayuda psicológica para explicarle que no todos los hombres son “muchachos malos”, que es necesario ir al colegio, que se puede bañar sin ropa, pues, aseguran, desde aquel 11 de febrero la pequeña cambió por completo. Por eso exigen saber la verdad y conocer realmente qué pasó ese viernes en el jardín.