La semana pasada el caso Gloria Lara se puso nuevamente sobre el tapete. Las imágenes del horrendo crimen volvían a ser recordadas con indignación, y la razón no era para menos: Iván Darío Murcia, acusado del secuestro de Kenneth Bishop y del asesinato de Gloria Lara, se había logrado fugar de la Cárcel Modelo. Si hubo sorpresa cuando hace meses el Juez 16 dejó en libertad a los inicialmente sindicados del secuestro y asesinato de Gloria Lara de Echeverri--quienes habían hecho pública su participación mediante una confesión grabada en video-cassette y divulgada por la Brigada de Institutos Militares--, el asombro fue mayor cuando Murcia, sindicado posteriormente, se evadió de una de las cárceles más seguras del país, utilizando uno de los métodos más viejos y elementales: limar los barrotes de la celda.Murcia Rojas había sido capturado en agosto de 1983, luego de que la madre de Martha Cecilia Ropero, su amante, lo delatara ante el F-2. Cecilia de Ropero, indignada ante el hecho de que Murcia no quería responsabilizarse por el hijo que esperaba Martha Cecilia, puso en conocimiento de las autoridades el sitio donde supuestamente había estado secuestrado Kenneth Bishop. Estas declaraciones, sumadas a una serie de coincidencias encontradas en el sitio indicado por ellas, le dieron un giro a la investigación que se adelantaba en el caso de Gloria Lara y como resultado, el Juez 16, Enrique Alford, dejó en libertad a quienes hasta ese momento se acusaban como autores del crimen.LAS COINCIDENCIASSegún las investigaciones, la cámara Polaroid y las cortinas encontradas en la casa del barrio Las Ferias, fueron las mismas utilizadas en los dos secuestros. Por otro lado, el examen de los escritos enviados a raíz de los dos secuestros, respondían a una misma máquina y el estilo de redacción era semejante. En ambos casos, el de Bishop y el de Gloria Lara, los mensajes enviados por los secuestradores hacían exigencias semejantes: pagar el rescate en la misma moneda extranjera, entregar billetes de las mismas denominaciones, que hubiera ausencia de marcas o sustancias químicas que pudieran servir para distinguirlos o alterarlos, y en ambos textos se advertía sobre los riesgos para el secuestrado en caso de que se diera información a las autoridades. Además, en los dos casos, el plazo para el pago del rescate era de cinco días.Aunque estas coincidencias fueron descubiertas en la investigación realizada después de la captura de Iván Darío Murcia, antes se había conocido lo que se podía considerar como el primer indicio de que se trataba de la misma banda. Un sobre dirigido al periódico El Bogotano anunciando el secuestro de Bishop con una fotografía de su cautiverio, venía acompañado de una de Gloria Lara. Las fotos dejaban ver en los detalles (la bandera, el cuarto, la ametralladora) que se trataba del mismo grupo y la intención no era otra que la de advertir que, si no se cumplían las exigencias Bishop correría la misma suerte de Gloria Lara.OSCURO PERSONAJEIván Darío Murcia es un abogado de la Universidad de Caldas, de 36 años de edad. Sus compañeros de universidad lo describen como "un joven muy extrovertido, con gran aceptación entre las mujeres", pero al que nunca se le conoció militancia política, a pesar de haber vivido la década de los 70, caracterizada por una febril actividad estudiantil. Es por esos años cuando surge la Organización Revolucionaria del Pueblo "ORP" como un apéndice de la ANUC. Tuvo una corta vida y sus miembros pasaron a diferentes grupos. Una vez que Murcia recibió su titulo de abogado, comenzó a litigar y su única intervención en procesos politicos se produjo cuando defendió algunos obreros de Riopaila. Más adelante fue nombrado juez en Caicedonia, zona cafetera que mueve mucho dinero. Al morir el único abogado litigante de esa ciudad, y de acuerdo con testimonios de habitantes de Caicedonia, algunos amigos le aconsejaron reemplazarlo, y Murcia se desempeñó con mucho éxito en esta actividad. "Era un abogado muy sobado, dicen en Caicedonia, y se quedó con algunas casas de un juicio de sucesión, entre otras cosas". Después, Murcia viajo a Bogotá y comenzó a vivir con Martha Cecilia Ropero hasta el día en que ella y su madre lo denunciaron.Inexplicablemente, Martha Cecilia de Ropero y su madre, quienes incurrieron en el delito de encubrimiento, se encuentran en libertad y no han contestado los requerimientos del Juzgado 39 de Instrucción Criminal para la ampliación de la indagatoria. Pero no sólo esto es extraño en el caso Murcia. También lo es el hecho de que se hubiera fugado con la complicidad de sus guardianes.Lo que falta por aclarar es la relación que existe entre Murcia, sobre quien pesan serios indicios como autor intelectual, y "Espitia Supelano y Cía", quienes no obstante haber sido liberados por un tecnicismo jurídico, no han sido aún definitivamente absueltos por la justicia. -