Uno de los parasicólogos más reconocidos del país y que saltó a la fama hace un par de años porque logró ubicar el sitio donde se accidentó el ex ministro de Protección Social Juan Luis Londoño, terminó convirtiéndose en uno de los poderes detrás del trono en la Fiscalía. Armando Martí, terapeuta de importantes personalidades de la vida nacional, terminó, luego de meses de trabajar en la entidad, con pistola al cinto, carro blindado, escoltas, carné y una tarjeta que le daba acceso ilimitado a cualquier lugar del búnker judicial. Como si estos privilegios fueran pocos, sus funciones incluyeron labores de inteligencia y contrainteligencia al más alto nivel. Fue tal la confianza que depositaron en él, que fue testigo de excepción de los intentos de varios altos funcionarios de ocultar la crisis interna por la que atraviesa la entidad.La llegada de Martí se dio porque el fiscal Mario Iguarán tenía que hacerle un perfil sicológico a cada uno de los funcionarios de la Fiscalía, motivarlos, inculcarles la importancia de la lealtad hacia el Fiscal General y medir su integridad moral en una institución tan codiciada por las chequeras largas y los intereses oscuros.Una vez fue escogido el equipo que integraría la cúpula de la Fiscalía, todos los altos funcionarios pasaron por sus entrevistas sicológicas: la secretaria privada del despacho, el jefe de inteligencia del búnker, la directora nacional de fiscalías, el director del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI), el jefe de personal y el administrativo, hasta la oficial de enlace de la Policía. El único que no pasó fue el vicefiscal, Jorge Armando Otálora. "Nunca me dieron explicaciones", dijo Martí a SEMANA.Luego de extensos interrogatorios, este nuevo asesor había detectado los problemas comunes que se pueden presentar en cualquier entidad: envidias, celos de poder, estrés, angustias, adicciones, depresiones y falta de concentración.Toda esta labor la desarrolló hasta hace una semana. Sin embargo, durante los últimos 13 meses que este síquico permaneció como asesor del Fiscal, conoció de primera mano el lado oscuro de la entidad más poderosa del país. Sabía los secretos de los más altos funcionarios de la cúpula y hasta tuvo acceso al programa clave para la seguridad nacional, conocido con el nombre de 'Proyecto esperanza'. El poder de la mente Martí llegó a la Fiscalía hace varios años. Su primer paciente fue el ex fiscal Luis Camilo Osorio, quien sufrió un colapso nervioso como consecuencia del estrés que le produjo su gestión para dejar en marcha el sistema acusatorio en el país. Fue tal su éxito en la rápida recuperación de Osorio, que algunos funcionarios de la institución se convirtieron en sus pacientes. "Lo que hacía era desbloquear sus emociones negativas, hábitos, traumas y todo lo que les impidiera llevar una vida feliz", dijo Martí.Por esa época, junio de 2005, ya el nombre de Mario Iguarán sonaba en la terna que se presentaría ante la Corte Suprema de Justicia para elegir al Fiscal General de la Nación. Y quién mejor que Armando Martí para brindarle un apoyo sicoterapéutico, liberarlo de los temores y prepararlo para su exposición y su discurso ante los magistrados. Iguarán salió triunfante gracias a una excelente presentación y, una vez se posesionó, al primero que nombró en su staff de confianza fue al terapeuta que lo ayudó a salir elegido. "Con él establecí una relación personal y compartía inquietudes y reflexiones", le dijo el Fiscal General a SEMANA. Durante los seis primeros meses de su gestión, el trabajo de Martí se limitó a ejercer sus funciones como sicólogo. Uno de los primeros casos que le reportó al Fiscal General fue el de Jaime López Díaz, en ese entonces director del CTI. En su examen sicológico, el funcionario arrojó resultados de comportamiento muy preocupantes: inmadurez emocional, neurosis, complejo de superioridad, basados en complejos de inferioridad, irresponsabilidad e imprudencia. Dos meses después, su dictamen se confirmó. En diciembre de 2005, López fue protagonista de un bochornoso espectáculo en el que quiso ingresar a la fuerza a una oficina secreta de la Fiscalía y la DEA en el norte de Bogotá, además de varios escándalos públicos. La embajada norteamericana fue la primera en expresar su disgusto y López terminó saliendo de la institución, y en su reemplazo fue nombrada Marilú Méndez Rada, quien venía de ser la directora del CTI en Cali.El reporte que Martí le presentó al Fiscal sobre el caso del ex director del CTI dejó gratamente impresionado al Fiscal y, a partir de ese momento, su función fue cogiendo más vuelo. Pasó de ser un síquico que resolvía problemas emocionales a tener funciones típicas de un agente de inteligencia o un investigador de Policía judicial. Por lo delicado de la misión que le encomendó Iguarán, acordaron que Martí le entregaría de manera confidencial sus informes y le dio carta blanca para hacer sus temidas entrevistas especializadas a cualquier funcionario. Ese poder hizo que Martí pasara de elaborar simples perfiles sicológicos a convertirse en el gran confesor de la Fiscalía. Y así, escuchando a los funcionarios y ganándose su confianza, es como termina enterándose de graves irregularidades y un preocupante enfrentamiento entre funcionarios de la cúpula de la institución.Los informes En diciembre de 2005, Martí hace un reporte confidencial que denomina 'Misión Perseu de Zeus 2', en el que le advierte al fiscal Iguarán que "detectó divisiones por bloques o grupos dentro de la Fiscalía General de la Nación en una 'guerra interna' que desestabiliza la armonía de la institución, cuyos actores, al parecer, eran la doctora Janny Jalal Espitia, directora Nacional de Fiscalías, en contra del doctor Jorge Armando Otálora, vicefiscal General de la Nación y otros participantes.....", dice uno de los apartes del informe secreto conocido por SEMANA. "Nunca ha habido una luna de miel en la Fiscalía. Siempre la gestión ha estado en medio de conflictos", aseguró Martí. Y al ser consultado sobre esto, el Fiscal manifestó que "No he advertido ninguna guerra interna. De haberla, lo único que espero es que esas diferencias me las hagan conocer".Luego, en un informe de enero de 2006, ya no solamente era la "guerra interna", sino algo más delicado. En el reporte de ese mes, Martí le informa al Fiscal : "....interceptación telefónica no autorizada de la 'Plataforma esperanza'" Esto, que podría parecer un asunto menor, terminó confirmando algo que ya sospechaban las agencias de inteligencia extranjeras que operan en el país y la embajada de Estados Unidos. "Nosotros ya habíamos hecho varias advertencias a la Fiscalía y al gobierno colombiano sobre algunos funcionarios del más alto nivel que no nos inspiran confianza. El mensaje lo hemos enviado varias veces y para nosotros es muy grave que un proyecto financiado por nuestro gobierno está siendo manipulado", dijo a SEMANA el jefe en Colombia de una agencia de inteligencia extranjera que opera en el país. El malestar no es para menos. La 'plataforma esperanza' es, entre otras cosas, el más avanzado sistema para la interceptación de cualquier tipo de comunicaciones, las cuales sólo se pueden hacer con una orden judicial. Lo que Martí descubrió y le reportó al Fiscal es nada más ni nada menos que funcionarios de la Fiscalía y personal ajeno a esa institución estaban usando este sistema para hacer interceptaciones no autorizadas. Como prueba de ello le anexó un completo listado del cual hacen parte desde ministros, políticos y periodistas, hasta funcionarios del alto gobierno y de la Fiscalía. "Para mí, eso es muy grave si se llega a comprobar. Confío en que cualquier procedimiento se haya hecho con el respaldo que ordena la ley", dijo el fiscal Mario Iguarán a SEMANA.No menos sorprendente resulta el informe que Martí pasa dos meses después. En él se plantea la posibilidad de "Crear la Unidad Central de Intervención y Prevención (U.C.I.P.), con el fin de blindar la integridad física y moral del Fiscal General, a través de un servicio de inteligencia externa ubicado en una oficina del barrio Polo Club de Bogotá...". En otras palabras, crear una oficina paralela de inteligencia que actuaría sin ningún tipo de control.Aunque se suponía que esta particular labor que ejercía el síquico sólo era de conocimiento del fiscal Iguarán, sus reportes dejan en evidencia que altos funcionarios del gobierno también tenían contacto con Martí. Así se deduce del informe de mayo pasado, en el que afirma: "Contacto con la Presidencia de la República a través del alto consejero presidencial, doctor Juan Lozano, sobre el caso de las denuncias contra el ex director del DAS Jorge Noguera". Todos los informes confidenciales que Martí reportó durante 13 meses están plasmados en papelería oficial de la Fiscalía. Cada uno tiene número de radicación, lo cual confirma que llegaron a su destinatario. Y SEMANA confirmó con varios de los protagonistas mencionados en los informes la autenticidad de las afirmaciones del síquico. "Él, dentro de un equipo de trabajo, se ocupó de aspectos relacionados con la integración y la convivencia del recurso humano de la Fiscalía. Es posible que con ocasión de su ejercicio profesional resultare conociendo temas que de alguna manera guarden un hilo con lo institucional", aseguró el Fiscal.Desde hace varios meses, en la Casa de Nariño, en los ministerios de Defensa y del Interior, en la embajada norteamericana y en el mismo búnker, es un secreto a voces que algo huele mal en la Fiscalía y que hay una bomba de tiempo que está a punto de estallar. Los documentos confidenciales que elaboró Martí durante meses demuestran que el síquico fue más allá de sus funciones. Pero también son un testimonio valioso, ya que es la primera vez que se conoce públicamente algo de lo que nadie se atrevía a hablar. Nada de esto se habría conocido de no ser porque en junio pasado, el vicefiscal Otálora, cuando estaba cumpliendo funciones de Fiscal encargado, descubrió los informes confidenciales que elaboraba Martí. En uno de esos documentos redactados por el síquico, el vicefiscal está relacionado en supuestos actos de corrupción. "Me reclamó que por qué yo hacía esos informes. Pero lo que más lo enfureció fue darse cuenta de que todo estaba por escrito y radicado. Me ordenó destruir los documentos", dijo Martí a SEMANA Después de esa reunión, los días del síquico como asesor del fiscal Iguarán estaban contados. El pasado 9 de agosto le quitaron la camioneta blindada, el arma, el carné, la tarjeta de acceso al búnker y los escoltas. "Yo sólo cumplí con mi trabajo de la manera más profesional. Pero me sentí traicionado y maltratado", afirmó Martí. El síquico salió de la Fiscalía, pero no se fue solo. Se llevó todos los secretos que conoció durante 13 meses. Las llamadas que ha recibido en las últimas semanas recomendándole no hablar sobre lo que vio y vivió en la Fiscalía lo obligaron a grabar un video de una hora y media de duración en el que explica con lujo de detalles todas las irregularidades de la entidad. Según él, es una especie de 'seguro' para evitar correr la misma suerte que corrió Rasputín en la época de los zares rusos.