A las 6:00 p. m. de este jueves, del aeropuerto internacional de Miami (Florida) partirá hacia Colombia el vuelo 481 de Viva Air, con 160 connacionales, quienes en su mayoría estuvieron atrapados por más de un mes en Estados Unidos a raíz del cierre de fronteras y cielos internacionales a causa de la pandemia mundial de la covid-19. La cara Para los santandereanos Ruby Galvis y Maykol Téllez, después de ires y venires su estado de ánimo cambió radicalmente, de la tristeza a la felicidad, cuando recibieron un correo electrónico por parte del consulado de Colombia en Miami que les confirmaba una silla para volver a Colombia en un vuelo humanitario. “Después de tanto esperar, bregar, mandar correos electrónicos, llamar aquí y allá, aquí está el resultado: poder volver a casa, a Colombia. Como todo, al principio sentí mucho miedo, debido a que no contaba con un seguro médico. En Estados Unidos, al ser uno de los mayores países con focos de contagio, me sentí desprotegida puesto que no recibíamos ninguna señal de ayuda del Gobierno colombiano. Pero ahora mi alma ha vuelto al cuerpo y en un par de horas volveré a ver a los míos”, dijo Ruby, quien estuvo de intercambio cultural en Estados Unidos. Por su parte, Maycol Téllez, administrador de empresas turísticas, se apersonó junto con otros colombianos de la iniciativa #QuieroVolverAcasa. Este ha sido uno de los mayores desafíos de su vida.
“Wow! Pues qué te puedo decir, es una aventura llena de sentimientos, de realidades duras y de momentos felices también; se trabajó sin ningún interés personal, fue más el interés colectivo de más de 200 hermanos colombianos con un mismo sueño: volver a casa. Y en ese orden de ideas, los voceros y líderes que hoy logramos llegar, no nos vamos a desentender de nada. Seguiremos luchando desde Colombia por ver más sonrisas y familias reunidas; esto no termina aquí”. El sello Sin embargo, lo que es dicha y felicidad para unos, es tristeza y desolación para otros en tiempos de coronavirus. Ese es el caso de la colombiana Claudia Díaz, de 52 años, quien llegó a Estados Unidos en búsqueda de un nuevo amor, para formalizar una relación que inició en redes sociales. Sin embargo, no todo fue color de rosa para esta auxiliar administrativa, pues la relación no se dio. “Es frustrante ver que unos se van y nosotros nos quedamos. He realizado todos los procesos que me ha pedido el consulado. He sido paciente, pero me entristece esta situación al ver que los demás se van y uno no”, dice Díaz, quien es oriunda de Bogotá. Igualmente frustrado se siente el biólogo Arnold Alexis Ortiz, quien llegó de vacaciones y buscando la oportunidad de conseguir una maestría. “Al ver esta situación y no tener respuesta alguna de mi consulado para poder repatriarme en un vuelo, tuve que pagar mi extensión de visa. Afortunadamente cuento con el apoyo de mi familia, que vive aquí en Estados Unidos y en Colombia, pero ha sido un asunto una situación muy estresante”, dijo Ortiz, egresado de la Universidad El Bosque. Un centavo para el peso El colombiano Andrés Vega Malagón fue el último centavo para completar el peso, pues recibió el miércoles en la tarde el correo electrónico del consulado colombiano en Miami que lo acreditaba a tener una silla en el vuelo 481. “Más vale tarde que nunca. Me siento con mucha suerte. Cuando me llamaron no lo creía, sentí que me gané literalmente la lotería. La verdad había perdido mis esperanzas, porque el tiempo estaba casi agotado, pero lo logré”, dijo emocionado este joven nacido en Fusagasugá, Cundinamarca.
Vega Malagón dijo que seguirá trabajando desde Colombia por la gente que se quedó en Estados Unidos. “Esto me dio una lección muy bonita, la cual fue apegarme a Dios y simplemente tener fe. En el momento menos esperado llega el milagro”, dijo este músico de 19 años. De acuerdo con la cancillería colombiana, cerca de 1.700 compatriotas han sido repatriados en los últimos 45 días en medio del cierre de fronteras. Mientras tanto, cientos de colombianos seguirán a la espera de ese correo electrónico oficial que les confirme un vuelo, ese vuelo que los lleve a casa... a Colombia. Por George Barva Serrato