La Alcaldía de Bogotá no fue sincera con el Concejo y los ciudadanos. A dicha corporación llegó un proyecto llamado “rescate social” para atender la crisis económica derivada de la pandemia, pero realmente se trata de un salvavidas para TransMilenio.

La iniciativa fue presentada por la alcaldesa Claudia López, el 25 de mayo, en la Biblioteca El Tintal. Allí anunció que, tras haber escuchado a la gente, buscaría financiar algunos programas sociales y ayudar a jóvenes y mujeres en condición de vulnerabilidad. Sin embargo, una sorpresa mayúscula vino después. De los 1,7 billones de pesos solicitados, bajo la figura de traslado presupuestal, 1,1 billones son para tapar el hueco en las finanzas de TransMilenio e impedir la suspensión del servicio.

Esa evidente falta de claridad generó indignación en el Concejo, aunque el proyecto superó la discusión en la Comisión de Hacienda y entrará a ser votado en plenaria. El debate ha sido acalorado por los reclamos de los concejales. Incluso hubo un encontronazo entre el secretario de Gobierno, Luis Ernesto Gómez, y la presidenta de la Comisión Tercera, Luz Marina Gordillo, que obligó a suspender la sesión.

La pregunta es por qué la Alcaldía no fue transparente desde un principio y presentó la iniciativa como es: el rescate de TransMilenio. Atender la crisis del sistema es fundamental y es un deber dada la coyuntura por la que atraviesa, pues la caída de la demanda de pasajeros por cuenta de la covid-19 terminó por empeorar las cuentas en rojo que venían desde antes de la pandemia. Se calcula que el déficit puede rondar hoy los 2,4 billones de pesos y la demanda de pasajeros apenas representa la mitad de la que existía antes de la emergencia sanitaria.

En ese momento, TransMilenio y el Sistema Integrado de Transporte Público (SITP) reportaban más de 4 millones de viajes diarios, hoy a duras penas esa cifra llega a 2 millones. ¿Por qué, entonces, Claudia López no destapó las cartas como correspondía y fue clara con el Concejo y los ciudadanos? ¿Por qué acudió al nombre del rescate social y no dijo nada de la crisis que arrastra TransMilenio? ¿Quería evitar acaso que desde la izquierda la criticaran por ayudar a un sistema que muchos relacionan con Enrique Peñalosa, su creador?

“Si este tema (TransMilenio) era tan preocupante para la administración, ¿por qué no nos lo dijo antes, por qué no sinceró la discusión? Eso fue lo que nos molestó a varios”, reclamó el concejal Andrés Forero, del Centro Democrático. En el Concejo, el petrismo se ha opuesto a la iniciativa de rescatar a TransMilenio, algo nada nuevo dada la confrontación política que dicho sector tiene con Peñalosa.

“Sin duda fue una estrategia, pero creo que salió mal juntar estos dos proyectos para garantizar que se le aprobaran los recursos a TransMilenio”, reconoció el concejal Martín Rivera, de la Alianza Verde, el partido de la alcaldesa. Además de no hablar con la verdad, la Alcaldía intentó presionar luego al Concejo al decir que, si los recursos no se aprobaban, la operación de TransMilenio tendría que ser suspendida en septiembre.

El equipo económico de Claudia López tampoco ha sido claro en presentar alternativas viables que le permitan a la ciudad contar con fuentes alternativas de financiación distintas de la tarifa que paga el usuario y que no ayudan a solventar los costos. Hasta ahora se recibió con beneplácito el anuncio de la ministra de Transporte, Ángela María Orozco, quien dijo que la nación se compromete a cofinanciar 50 por ciento del déficit de TransMilenio.

La alcaldesa Claudia López cuenta con las mayorías en el Concejo, y lo más seguro es que el proyecto logre prosperar. La responsabilidad debe primar en la plenaria para evitar la parálisis de TransMilenio. Es imposible imaginar la movilidad de millones de personas en Bogotá sin los articulados y el SITP. Sin embargo, bien haría la mandataria en tomar nota de lo que fue el trámite de este accidentado proyecto y sacar las lecciones. La principal: hablar siempre con claridad.