Fue el olor. El olor a óleo fresco los alertó. El pasado viernes 23 de junio a las 10 de la noche la directiva en pleno del Banco del Estado abandonó la sala de juntas de la presidencia tras una ardua jornada de trabajo en medio de la organización del traspaso de activos y pasivos del banco a Bancafé. Se marcharon a disfrutar del puente festivo aunque con el compromiso de regresar en la tarde del lunes.Ese día 26, a las cuatro de la tarde, al entrar a la misma sala respiraron el olor a óleo fresco que provenía de la oficina de presidencia, adornada por obras de los maestros colombianos Alejandro Obregón y Enrique Grau.Entraron a la oficina tras las huellas del olor y se dieron cuenta de que éste emanaba de la pintura de Grau perteneciente a la colección del banco y que estaba expuesta en el corazón del exclusivo centro financiero de la Avenida Chile de Bogotá.Lo miraron de cerca y se dieron cuenta de una desagradable sorpresa: no era el original de la obra Homenaje a Mary Reyes del maestro colombiano. “No lo podíamos creer, dijo a SEMANA Diego Caicedo, vicepresidente jurídico del banco. Era una copia que obviamente había sido puesta en lugar del original para ocultar su robo”.El cambiazo los instó a revisar de inmediato las otras pinturas de la colección de la misma oficina y de la sala de juntas contigua. Al hacerlo se percataron de que El toro y la lechuza y Mujer, dos acrílicos sobre madera del maestro Alejandro Obregón, también habían sido cambiados por copias. Probablemente los audaces ladrones que se llevaron las tres obras habían visto la película El Caso Thomas Crown. En ésta, el actor Pierce Brosnan hace de seductor millonario y amante del arte que diseña y ejecuta el plan perfecto para robarse una invaluable pintura de Monet y reemplazarla con una copia sin que nadie se dé cuenta.En el caso criollo los autores del robo no son seguramente tan glamorosos pero sin lugar a dudas tuvieron que haberlo planeado, como lo hizo Brosnan en la película. Según informes de las directivas del banco el robo tuvo que haber sido entre las 10 de la noche del viernes y las cuatro de la tarde del lunes. Es la única hipótesis. “Fueron hábiles. Ni siquiera dejaron huellas”, dijo a SEMANA uno de los investigadores que tiene a su cargo el caso.¿Cómo entraron con las copias?, ¿cómo las pusieron en lugar de los originales? y ¿cómo salieron con las tres pinturas de los maestros colombianos sin que nadie se diera cuenta? Son preguntas aún sin respuesta.Las autoridades encargadas del caso dicen que trabajan para develar este misterio. Para eso investigan si los autores del robo gozaron de la complicidad de vigilantes o de empleados del mismo banco.A pesar de semejar la trama de una película de Hollywood el robo de los cuadros al Banco del Estado no es un caso aislado en este país. “Existe en Colombia un mercado de obras de arte y arqueológicas muy grande en el que trafican bandas muy organizadas”, explicó un detective del DAS.En la historia reciente hay tres casos destacados: el robo de la platería colonial al Museo de Historia Colonial, las 53 piezas de arte colonial hurtadas a la historiadora de arte Soffy Arboleda y las 13 obras que se llevaron de la Galería Garcés Velázquez.No hay estadísticas precisas del monto económico aunque naturalmente se trata de millones de dólares. “Los robos los realizan grupos delincuenciales muy bien organizados que por lo general no sólo tienen muy claro qué obra se van a robar sino que tienen un comprador, que a veces inclusive encarga la obra”, dijo a SEMANA Martín Vargas, investigador del DAS. Además de Obregón y Grau, los artistas colombianos que tienen más demanda en este mercado ilícito son Botero, Rayo, Negret, Ariza y Manzur. Precisamente la Presidencia de la República, con el fin de evitar este tipo de robos que acaban con el patrimonio cultural del país, decidió recoger todas las obras que son propiedad del Estado y que están desperdigadas entre muchas de sus entidades.Lo más insólito del robo de las tres obras del Banco del Estado es que éstas iban a ser trasladadas a la Presidencia el martes 27, al día siguiente de descubrirse el robo. Para eso se había firmado el contrato de comodato con la Casa de Nariño.Según la unidad para la recuperación de obras de arte del DAS en Colombia es “difícil recuperar las obras robadas. No es común que éstas hayan sido debidamente registradas y aseguradas y por lo general no se han realizado fichas técnicas”, dice un experto. Otras veces los robos no son ni siquiera denunciados.El Museo Nacional está en la tarea de registrar todas las obras, no sólo de su colección sino también de 40 museos estatales que ya poseen el sistema ‘Virtual Collection’. Dicho sistema, creado en Canadá, es utilizado por los principales museos del mundo y gracias a él los organismos de seguridad nacionales e internacionales pueden recuperar mucho más fácilmente las obras robadas.A nivel internacional el mercado de obras de arte robadas sólo es superado por el narcotráfico y el tráfico de armas. La mayoría de los países crearon agencias que se ocupan exclusivamente del combate de este delito. Robos como el ocurrido en la sede del Banco del Estado son reportados no solamente a las autoridades nacionales sino también a la Interpol y demás agencias de policía internacionales. Las obras de arte robadas no tienen ningún valor comercial legal, pues no pueden ser exhibidas debido a su procedencia. Por lo tanto los compradores de dichos objetos son, por lo general, como en la película, amantes del arte que quieren poder contemplar y poseer las obras.En Colombia, sin embargo, los narcotraficantes están entre los principales compradores. Entre tanto las autoridades buscan a unos hombres que no sólo se llevaron tres valiosos cuadros sino que además se tomaron la molestia de pintar las copias para colgarlas en su lugar y probar que existe el robo perfecto.