Las bendiciones y aplausos que recibieron las disidencias de las Farc al inaugurar proyectos de infraestructura en Nariño serían el resultado del escalofriante plan de Iván Mordisco por controlar el territorio en el sur de Colombia, según el Ejército Nacional. Detrás de los indignantes episodios hay historias de presiones y sacrificios.
La columna Franco Benavides se disfrazó de Estado para entregar la pavimentación de una carretera en el corregimiento Santa Rosa de Policarpa. A varias manos cortaron la cinta, un sacerdote habilitó el camino al rociar agua bendita y los guerrilleros dieron los primeros pasos con el armamento colgado del hombro.
El grupo ilegal tenía la vía libre para el espectáculo porque los militares que custodiaban el sector fueron expulsados por los campesinos. El mismo escenario pasó en Esmeraldas, una zona rural de El Rosario, donde los miembros de la Policía fueron acordonados para que los disidentes pudieran subir al tablado.
La Gobernación de Nariño reconoció que ambos hechos se planearon y ejecutaron a espaldas de la institucionalidad: las alcaldías no autorizaron los permisos para el desarrollo de los proyectos, no hubo inversiones públicas en las edificaciones y se está a la espera de un informe de la fuerza pública para que explique su actuar.
¿Qué hay detrás?
La información recolectada por las autoridades advierte que el Estado Mayor Central habría coordinado cada una de las iniciativas con dos fuentes de financiación. Por un lado, agarró un porcentaje de los impuestos que les exige a los cocaleros y, por otro lado, destinó una parte de las extorsiones que asume la población civil.
Aunque el obispo de la Diócesis de Pasto, monseñor Juan Carlos Cárdenas, detalló que también se recogió material de construcción aportado por varias familias, negó que la Iglesia católica hubiera patrocinado de alguna manera las intervenciones y justificó al sacerdote que acudió a la inauguración de la vía en Policarpa.
Al parecer, el clérigo estaba oficiando una eucaristía en el cementerio del corregimiento y fue invitado por sus feligreses al evento, sin saber que se toparía con los hombres armados: “Por el bien de la comunidad, él toma la decisión de hacer la bendición. No me ha dicho si recibió alguna presión”.
Además de estos dos municipios, hay antecedentes por incursiones en Barbacoas y El Charco, donde las disidencias de las Farc pelean el control territorial con el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Hay denuncias por homicidios múltiples, persecuciones a líderes sociales, secuestros, amenazas e intimidaciones.
“No dejan trabajar”
Las órdenes del Estado Mayor Central, comandado por Iván Mordisco, también se replican en los departamentos de Putumayo, Cauca y Caquetá. A diferencia de Nariño, no impulsan obras civiles en el espacio público, al contrario, las tratan de frenar con el cobro de extorsiones a las administraciones municipales y a los contratistas.
En las amenazas escritas que llegan a los palacios locales a nombre de la guerrilla, instan a los funcionarios para acudir a una reunión y se les da un ultimátum: “No faltar al llamado. Si no se presenta, me para la obra. Morir por la patria es vivir para siempre”. Las multas superan los 100 millones de pesos.
El alcalde de Cartagena del Chairá, Edilberto Molina, afirmó que los objetivos del plan de desarrollo están siendo afectados por las Farc a causa de las exigencias económicas. Incluso, le llegó una cuenta de cobro para que cancele los supuestos servicios que los delincuentes prestaron al pueblo: “No dejan trabajar, solo dejan cosas malas”.