Con la excepción del senador Jorge Robledo y unos cuantos de sus colegas del Polo Democrático, que llamaron a votar en blanco, nunca la izquierda estuvo tan unida como en estas elecciones. Pero lo estuvo, paradójicamente, en torno a quien encarna como pocos el ‘establecimiento’ que esa misma izquierda ha criticado y combatido a lo largo de su historia.Si es insólito que haya alguien capaz de acusar a una figura como Juan Manuel Santos de ‘castro-chavismo’, no lo es menos ver a quien esa corriente ha calificado como epítome de la oligarquía colombiana aliarse con lo más granado de la izquierda para ganar esta apretada elección presidencial. Y si el conservatismo le llevó votos a Óscar Iván Zuluaga, la izquierda del Polo Democrático, del petrismo y de la Marcha Patriótica le puso los suyos al vencedor.¿A quién se le habría pasado por la cabeza leer alguna vez esta frase en el semanario Voz, vocero del Partido Comunista Colombiano?: “Votar por Santos no significa respaldar su política. Es un voto por la continuidad del proceso de paz y para cerrarle el paso a Óscar Iván Zuluaga, candidato de Uribe Vélez y quien representa la guerra en el país y en el exterior”. Así encabezó el periódico su último editorial antes de las elecciones, dando cuenta de la decisión del Comité Central del PC de llamar a sus militantes a votar por Juan Manuel Santos. Y las cuñas de Clara López, la excandidata presidencial del Polo Democrático que logró casi dos millones de votos en la primera vuelta, levantaron ampolla en su propia colectividad, pues algunos opinaron que se le había ido la mano en su apoyo a Santos (el partido, luego de una fuerte discusión entre partidarios de apoyar al presidente y quienes, como Robledo, plantearon el voto en blanco, optó por la salomónica fórmula de dejar a sus miembros en libertad, libertad que aprovechó Clara para hacer sus cuñas).Pero no sólo le dieron el voto a Santos Clara López y la izquierda moderada del Polo Democrático, sino todo el abanico. Con esa misma tesis de respaldar solamente la continuidad del proceso de negociaciones con las FARC y el ELN y para cerrarle el paso al uribismo, una colección de lo más variado de la izquierda llamó a votar por el candidato-presidente.Se sumaron la Unión Patriótica y su líder Aída Avella. Y la Marcha Patriótica, que hasta no hace mucho protagonizaba paros y movilizaciones campesinas contra el Gobierno como la del Catatumbo. Sin hablar expresamente de apoyo a Santos, las cinco grandes organizaciones indígenas del país, incluida la ONIC, no sólo llamaron a votar por la paz, sino que hicieron pocos días antes de la elección un gran ritual de “armonización” por la paz con todos los pueblos indígenas (que ponen una cantidad no despreciable de votos). Y más de un centenar de sindicatos, de las distintas centrales obreras, también manifestaron su apoyo. Personajes y notables de la izquierda anunciaron su decisión de votar por Santos. Piedad Córdoba fue de las primeras en llamar a votar por Santos. Desde los verdes, hablaron Antonio Navarro, Claudia López, Ángela María Robledo, Luis Carlos Avellaneda, Angélica Lozano y Camilo Romero. Carlos Gaviria, excandidato presidencial del Polo que ha logrado la mayor votación de la izquierda, también llamó a votar por Santos, así como Iván Cepeda, representante y líder del movimiento de víctimas.Sólo en Bogotá Santos pasó de menos de 450.000 votos a más de 1,3 millones. Un número importante de votos por Santos pudo provenir de todos esos llamados. Hicieron una contribución clave los seguidores de quien hasta hace muy poco encarnaba la principal pelea de la izquierda con el primer mandatario: el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro. Después de pasar semanas enfrascados en la disputa en torno a su destitución, y de haber incluso coqueteado con el voto en blanco y la Constituyente, el alcalde decidió llamar a votar por Santos y envió tres de sus funcionarios más cercanos para ayudar en la campaña. Por lo que se sabe, se dividieron Bogotá con el resto de la campaña Santos Presidente e hicieron proselitismo a fondo. La maquinaria petrista, muy sólida en algunas localidades de la capital, fue, junto a los votos del Polo, uno de los grandes contribuyentes a la victoria en esta plaza decisiva.Nunca se había visto tan insólita coalición: Santos, con el liberalismo, varios verdes, muchos caciques del bipartidismo tradicional y emergente, desde el conservador Roberto Gerlein hasta los ‘ñoños’ e incluso miembros de Opción Ciudadana, heredera del PIN; y, al lado de esta variopinta Unidad Nacional, la izquierda casi completa.Esta es la perfecta encarnación de lo que Jaime Bateman Cayón, el finado líder del M-19, llamó en los años 80 el “sancocho nacional”. Está por verse si, una vez elegido Santos y con la paz a salvo, esta unidad coyuntural en las urnas se traduce en un frente amplio por la paz, una alianza electoral o un germen de futuras disputas políticas.