El Partido Verde enfrenta una de sus más complejas crisis internas. A medida que pasan los días y se acerca el momento de decidir el mecanismo por el que escogerán a su precandidato presidencial, el lenguaje escala y afloran los intereses de cara a 2022, lo que pone en aprietos al partido que busca convertirse en una ficha clave de la centroizquierda en las próximas elecciones.
Este viernes, su dirección ejecutiva se reunió en un cónclave que se extendió durante varias horas. Allí reinaron la controversia y las divisiones, pese a la presencia de Antanas Mockus, quien llamó al consenso. Aunque no se tomó una decisión final, el tema principal era decidir cómo elegirían a su candidato. La idea es que esta ficha vaya a pelear con los demás aspirantes de la Coalición de la Esperanza, en marzo de 2022, la representación de ese sector. Así quedó consignado en los compromisos que firmaron los 19 integrantes de la dirección nacional; faltaría definir el mecanismo, y ahí es donde está la disputa.
Hay seis precandidatos presidenciales, pero, de entrada, dos se perfilan como los más opcionados: Camilo Romero, exgobernador de Nariño, y Carlos Andrés Amaya, exmandatario de Boyacá, más cercano al ala central del partido integrada por la senadora Angélica Lozano y los congresistas Juanita Goebertus y Mauricio Toro, entre otros, que ven con buenos ojos su aspiración porque, de convertirse en el candidato único, habría más armonía con las ideas de la Coalición de la Esperanza, de la que hace parte el exgobernador de Antioquia Sergio Fajardo, quien genera amores y odios en el partido.
Romero, mientras tanto, pertenece al ala de izquierda del Verde y un triunfo de su parte los haría ver más cerca del Pacto Histórico de Gustavo Petro. Hay que recordar que el exgobernador de Nariño ha sido uno de los más críticos de la Coalición de la Esperanza.
El Verde ya decidió en conjunto que irá a la primera vuelta con la Coalición de la Esperanza, aunque se está tomando un tiempo para dirimir sus divisiones internas.
El exgobernador de Nariño ha propuesto que los precandidatos del Verde se midan en la consulta de marzo con los demás participantes de la Coalición de la Esperanza, aunque esta semana también habló de que hagan su consulta aparte solo los del partido en 2022. A juicio de Angélica Lozano, es demasiado tarde y no tiene sentido, ya que precisamente las coaliciones son para sumar. La senadora, que se ha convertido en una de las voces más importantes del partido, prefiere hacerlo antes de finalizar este año, ganar tiempo y competir contra otras vertientes políticas.
“Una consulta presidencial en marzo solo del Verde, viniendo de Camilo Romero, quien pregonaba unidad sin vetos para primera vuelta, tiene un propósito perverso: debilitar la centroizquierda y enterrar el Verde para que la segunda vuelta sea Petro versus el que diga Uribe”, resumió el precandidato Antonio Sanguino.
El exgobernador de Nariño estima que la elección debe ser democrática y que incluya a todos los miembros del Partido Verde, entre ellos la militancia. La propuesta genera preocupación porque el petrismo –le dijo una fuente a SEMANA que pidió reserva de su identidad– puede influir en esa decisión y favorecer a Romero. Para ser militante basta con afiliarse en la página web.
La propuesta de Angélica Lozano tiene apoyo, pero aún genera dudas. “Propongo combinar a los ciudadanos que votaron Verde, pero que no se meten al partido. Saber qué prefieren en una encuesta y eso sumarlo con el voto directo de todos los afiliados del partido”, afirmó la senadora.
En ese panorama, la ventaja la podría tener Carlos Amaya porque gran parte de los líderes con representación política están de su lado. Además, el mayor número de electos del partido, 287, están en Boyacá, su fortín político. En Nariño solo hay 60. “Si el candidato lo escogen los elegidos verdes y los simpatizantes verdes yo creo que nosotros podemos ganar”, reconoció Amaya.
Otro temor que genera el mecanismo que se escoja es que, si bien entre los líderes hay más consenso en mantener el partido alejado de Petro, especialmente por sus constantes críticas a la alcaldesa Claudia López, las bases no ven con buenos ojos a Fajardo y no les disgusta apoyar al Pacto Histórico. Incluso se han presentado varias renuncias por esta disputa. Más que favorecer a un lado o al otro, creen que todos deben unirse para derrotar a los demás sectores, una posibilidad que hoy no parece viable.
La salida más salomónica podría ser una encuesta como la de 2019, que le permitió a Claudia López sobreponerse sobre Antonio Navarro y convertirse en la candidata del partido a la Alcaldía de Bogotá. No obstante, ante las fuertes disputas, no se descarta que se tome la decisión de dejar en libertad a sus dirigentes y simpatizantes para que apoyen el proyecto que mejor prefieran.
SEMANA conoció que la situación en el interior del Verde es tan tensa que pensaron en una escisión del partido, es decir, dividirlo, como ocurrió con el Polo Democrático, y que cada quien cogiera su camino político. Pero elevaron consultas ante el Consejo Nacional Electoral y la respuesta se extiende hasta por nueve meses. Por esto desistieron de la propuesta por falta de tiempo. También le han preguntado a Romero si quisiera irse del partido al Pacto Histórico, pero él insiste en mantenerse allí.
Lo cierto es que la pelea, a pesar de influir en la línea que tome la colectividad de cara a las elecciones, en últimas no tendrá trasfondo en el candidato. Ni Romero ni Amaya congregan a la totalidad de las bases, militancia y dirigencia del Partido Verde. Es más, en voz baja se escucha que cualquiera que gane no hará campaña por el otro.
En el partido hay varias vertientes. Sergio Fajardo, por ejemplo, es bien visto en líderes como Angélica Lozano, Juanita Goebertus, Mauricio Toro e Iván Marulanda, entre otros. Sin embargo, si el rector de la Universidad de los Andes, Alejandro Gaviria, decide lanzarse, las mismas figuras caerían en sus brazos, además de la congresista Katherine Miranda. Enrique Peñalosa, hoy precandidato presidencial, congrega a una porción más pequeña, representada en la concejal de Bogotá Lucía Bastidas; mientras que los congresistas Inti Asprilla, León Fredy Muñoz, Fabián Díaz e incluso Camilo Romero están más cerca de Gustavo Petro. Internamente, por ejemplo, se especula que el exgobernador de Nariño apuntaría a convertirse en la fórmula vicepresidencial del líder de la Colombia Humana.
Las críticas han llegado al punto de decir que Angélica Lozano se ha convertido en la figura principal de la colectividad, y algunos le reclaman que tome decisiones por todos, como lo afirmó Romero públicamente.
“Es una calumnia porque la bancada tiene 19 congresistas, y adivine yo cuántos votos tengo de esos: uno. Mi voto vale lo mismo que el de todos en las decisiones del partido. Es puro chisme porque no tienen argumentos”, le contestó la senadora a SEMANA.
Cualquiera que sea el mecanismo que escojan, las disputas entre los diversos sectores seguirán latentes porque de fondo están las alianzas para 2022. La escogencia interna entre los seis precandidatos del Verde no será prenda de garantía en ese sentido, porque públicamente la fotografía puede mostrar unión entre la dirigencia del partido, pero bajo la mesa el corazón estará más cerca de ciertas figuras presidenciales, lo que significaría un riesgo no solo para el partido, sino para toda la Coalición de la Esperanza, que ha definido que no se unirá a Gustavo Petro, por lo menos en la primera vuelta.