Tuluá vive sus peores días, luego de que la banda la Inmaculada les declaró la guerra a las autoridades y a toda la población civil. Y aunque la Policía ha asestado duros golpes contra estos criminales, muchos de ellos, desde las cárceles, siguen ordenando asesinatos como el del concejal Carlos Arturo Londoño.
SEMANA conoció en primicia los rostros de quienes están sembrando el terror en esta ciudad vallecaucana. De acuerdo con el alcalde Gustavo Vélez, muchos siguen delinquiendo desde las cárceles con aparente complicidad de miembros del Inpec, que les facilitan equipos de comunicación y otros privilegios.
“Hoy hay un problema muy complicado y es que estamos jugando una especie de juego del gato y el ratón, porque las autoridades están haciendo operativos, están dando buenos resultados. La Policía, el Ejército y la Fiscalía están dando resultados en el ámbito local, pero desde las cárceles los jefes de estos grupos criminales siguen comunicándose, siguen dando órdenes, siguen haciendo llamadas y videollamadas a las personas que ellos desean para amenazarlas. Además, desde allí siguen extorsionando a la gente, siguen trabajando todo el tema que hoy se vive en Tuluá”, dijo el alcalde Vélez.
El principal sospechoso de la ola de terror en Tuluá es Andrés Felipe Marín Silva, alias Pipe, máximo cabecilla de la banda la Inmaculada y quien se encuentra recluido la cárcel de máxima seguridad en Valledupar, Cesar. “Alias Pipe inició su trayectoria criminal y armada en la banda criminal nacional los Rastrojos con incidencia en el Eje Cafetero, donde habría sido vinculado en varios homicidios, extorsiones y hechos de terrorismo, con afectación principalmente en los municipios de La Tebaida, Montenegro, Armenia y Calarcá, en Quindío”, explicó una fuente judicial.
De igual manera, indicó que alias Pipe, al estar recluido en un centro carcelario, ha delegado funciones a personas de su familia que actualmente se encuentran con roles importantes en esta banda. “Desde 2015, Pipe mantendría el control de la organización criminal, dinamizando una recurrencia carcelaria, fungiendo como cabecilla de la estructura la Inmaculada y logrando que en el territorio los actores estuvieran subordinados, designando a familiares y sicarios que son cercanos como cabecillas visibles”, precisó.
Al consultarle por los nombres de estas personas que tomaron el liderazgo criminal dentro de la organización, indicó que hay desde hermanos hasta primos. “Entre los actores que fungieron como cabecillas visibles y actualmente se encuentran privados de la libertad, se destacan: Mauricio Marín Silva, alias Nacho (hermano); Édison Marín Silva, alias Carevieja (hermano); Hernández Salazar, alias Caregallo (primo); Francisco Jiménez Viveros, alias el Mueco (cuñado); Cristian Alexis Suárez Gómez, alias Juaco (amigo y expolicía); Jhon Velásquez Rivera, alias el Enano (cuñado), y Efraín Olaya, alias la Bruja (yerno)”, agregó el investigador judicial.
SEMANA conoció que aunque la banda la Inmaculada tiene como renta criminal las extorsiones y el microtráfico, la forma de demostrar el control territorial es asesinando comerciantes y políticos.
“De 2013 a 2024, en Tuluá se registraría la comisión de más de 1.150 homicidios violentos, de los cuales se estima que el 94 por ciento se atribuye al accionar de la estructura criminal la Inmaculada, con 1.092 casos. Igualmente, para este periodo, la estructura estaría vinculada en la comisión de nueve casos de desmembramientos”, precisó la fuente judicial. Además, instrumentalizan menores de edad, así lo asegura la fuente consultada por este medio, y es tanto así que, según cifras de la Policía, desde 2013 hasta 2024 han sido aprehendidos 26 menores de edad que están inmersos en el actuar sanguinario de esta organización.