Por primera vez en la historia, el Carnaval de Barranquilla se realiza en una fecha atípica, distinta a la que por tradición coincide con los días previos al miércoles de ceniza, que es la cuarentena de la Semana Santa.
Pero en esta ocasión no importaba la fecha, sino el retorno a la presencialidad del evento lleno de colorido, baile, música y folclor.
Así lo sintieron los barranquilleros y los turistas que estuvieron el sábado en la tradicional Batalla de Flores y este domingo en el desfile de la famosa Vía 40, conocido como La Gran Parada, que en esta ocasión han sido apoteósicos.
Los ciudadanos, ávidos de la festividad que se realizó por primera vez en 1903, no pararon de gozar luego de dos años de espera, pues durante la crisis sanitaria por la covid-19 se suspendieron las actividades habituales.
Después de dos años
Aunque muchas actividades de entretenimiento fueron realizadas de manera virtual, en el caso del Carnaval de Barranquilla la vivencia es lo que cuenta, de hecho, el lema que se repite cada año en esta actividad cultural que atrae a propios y extraños es “quien lo vive es quien lo goza”.
Y así ha sido. Como si se tratara de la primera vez, los asistentes a la famosa Vía 40 le pusieron el alma a la festividad. De hecho, en declaraciones entregadas a los medios de comunicación, los barranquilleros y turistas manifestaron su euforia por el regreso de los personajes de siempre: el Rey Momo, las marimondas y el mono cuco.
La gente, apostada en los palcos que se incrustaron en la orilla de la vía, no paraba de disfrutar. En el Carnaval se despliega la mano de obra de artesanos, diseñadores, artistas, coreógrafos y bailarines.
En esta ocasión, trabajaron para armar 15 carrozas que participaron en la Batalla de Flores, en las que hubo imágenes alusivas a la fauna, a la flora y a la memoria cultural de Colombia: somos afrodescendientes.
Críticos de arte y conocedores del folclor Caribe señalaron que las comparsas que han recorrido las calles de la Arenosa, parecían hechos con filigrana. Como si los artistas hubieran permanecido los dos años de suspensión del carnaval, debido a medidas de bioseguridad por la pandemia, de ensayo en ensayo.
La danza del garabato, en particular, fue interpretada de manera magistral. Pero de igual forma, de manera espontánea, el público también salía a mostrar los dotes de bailarines que tienen los caribeños.