Por Dolly Montoya, rectora de la Universidad Nacional

Para saber cómo reactivar a Colombia, en medio de una comunidad planetaria, hace falta reflexionar sobre todas las experiencias vividas en la pandemia, desde los diferentes sectores de la población, y así extraer de nuestras experiencias y de las de los demás países los aprendizajes que nos permiten mejorar como individuos y como sociedad. Para entender qué hemos aprendido y poder asumir esos aprendizajes hace falta cuestionarnos sobre lo que veníamos haciendo antes de la pandemia y durante ella. Sobre qué vale la pena conservar -porque lo hacíamos bien- y qué debemos mejorar para elaborar las propuestas que ayuden a la construcción de un mejor futuro.

El desarrollo de la capacidad de liderazgo es un aspecto sobre el que propongo reflexionar. Hemos aprendido a ver al líder como aquel que responde a todas las preguntas, que tiene todas las soluciones y a quien delegamos el destino colectivo. Ahora, cuando por cuenta de la pandemia atravesamos una crisis económica y social sin precedentes, no son pocos los que aspiran a ver la aparición de algún mesías que saque al país adelante, a pesar de que todos nacemos con capacidad de liderazgo y que podríamos desarrollarla a través de la vida en el área particular en la que cada uno se desempeña.

El desarrollo de la capacidad de liderazgo tiene que expandirse a todos los que tienen una vocación de trascendencia y de servicio a la comunidad. Se necesita desarrollar capacidades de liderazgo para superar la crisis que vivimos. Un liderazgo transformador que se corresponda con las necesidades de nuestro país y que emerja del seno de las comunidades. Para esto es necesario escucharlas, reconocerlas y apoyar sus propuestas. La capacidad de liderazgo se expresa en muchos campos, modos y áreas, no necesitamos un líder único, necesitamos muchos líderes, necesitamos una cultura de desarrollo del liderazgo.

La capacidad de liderazgo transmite a la comunidad el amor por hacer las cosas bien, alineando los valores, los propósitos y las acciones, de modo que cada uno, al dar lo mejor de sí, contribuya al bienestar de todos. El éxito de una comunidad depende del aporte significativo que cada miembro pueda hacer al beneficio colectivo, en tanto todos pueden ser sus líderes.

La capacidad de liderazgo se manifiesta en la capacidad de convocar a la comunidad y a cada uno de sus miembros a aportar desde su propia realización lo mejor para el bienestar colectivo. Un líder fomenta generosamente los múltiples y diversos liderazgos que la comunidad construye para los diferentes aspectos de la vida. Necesitamos desarrollar su capacidad de liderazgo creativo y transformador para que florezcan muchas propuestas, que además contarán con comunidades enteras comprometidas con su realización.

En mi experiencia como maestra e investigadora uno de los logros que más me enorgullece es haber contribuido junto a otros maestros e investigadores, a la consolidación del Instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional de Colombia. Allí, por más de 30 años, hemos desarrollado proyectos interdisciplinarios en donde todos tenemos algo que aportar. Desarrollando y aplicando conocimiento del más alto nivel para solucionar problemas de las comunidades y del sector productivo. Hemos trabajado junto a las comunidades para mejorar sus condiciones económicas y su bienestar social a partir de la innovación social. También hemos impulsado la innovación tecnológica con empresas spin-off y desarrollos productivos que ayudan a mejorar la competitividad.

Una profunda relación con el conocimiento, con la capacidad de reflexionar las experiencias individual y colectivamente, convirtiéndolas en aprendizajes también ha sido parte de las claves de éxito del Instituto. Esta es una experiencia de liderazgo transformador que muestra que los problemas y las necesidades de la población se resuelven reconociendo, fomentando y empoderando sus propios liderazgos, porque las soluciones no vienen de afuera; dependen de la misma gente.

Las reflexiones y los aprendizajes de los problemas del pasado y del presente, nos llevarán a las propuestas y las acciones que contribuyan a la construcción, hoy, del futuro que todos deseamos.