SEMANA conoció la historia de una enfermera que en la Costa Caribe está sumergida en el infierno del consumo del fentanilo. Al menos en tres hospitales relatan que la joven, de 24 años, a pesar de que tiene una hoja de vida impecable y un talento inigualable en su profesión, su adicción por el despiadado fármaco la está acabando. “Ella ahora solo busca trabajo para empezar a robar el fentanilo desde el primer turno y consumirlo en el baño”, dicen algunos de los testigos.
Hace tres semanas, febrero de 2024, se empezó a descubrir la historia que dejó al personal de la salud perplejo al ser testigos, en primera línea, de la crueldad del fentanilo. Y el afán profundo más que denunciar de ayudar a su colega, una mujer capacitada para salvar vidas y que hoy está poniendo en riesgo la suya.
Todo empezó cuando una clínica de Cartagena necesitó contratar enfermeros para la Unidad de cuidados intermedios. Seleccionaron la hoja de vida de una joven que cumplía con los requisitos y que pasó todos los filtros. Pero en su primer turno, el de la noche, fue asignada a urgencias, ahí se empezaron a perder las primeras cinco ampolletas de fentanilo del carro de reanimación pese a la seguridad que tenía.
“Cuando se realizó el cambio de turno a las siete de la mañana ella no estaba, lo que dijo a sus compañeras era que tenía una migraña terrible y por esa razón no podía quedarse hasta terminarlo. Sus colegas y los mismos pacientes decían que la habían visto muy ansiosa, temblaba y sudaba mucho”, relata una de sus superiores.
Varios testigos entrevistados narran lo mismo: “al hacer el inventario, de los medicamentos del carro de reanimación, nos dimos cuenta que faltaban 5 ampolletas de fentanilo. Así que subí a revisar las cámaras de seguridad y me di cuenta que la jefe durante la noche pasó varias veces por el lado del carro y lo miraba de arriba a abajo. Se ve muchas veces pasar por ahí. El movimiento de sus manos y cuerpo decían que estaba ansiosa. Ella de un momento otro empezó a meterse al baño, durante mucho tiempo y a los 20 minutos volvía y así estuvo como dos horas. A sus compañeras les dijo que era que tenía vomito”.
El medicamento empezó a ser custodiado con mayor recelo; Sin embargo, por protocolos de atención la unidad móvil de reanimación siempre tiene que permanecer con 10 ampolletas de Fentanyl. “Al siguiente turno volvió a pasar exactamente lo mismo. En esa oportunidad la vieron algunos médicos, ellos evidenciaron que tenía un hematoma muy grande en una de sus piernas, era un morado y también tenía lesiones similares en su abdomen. al indagar qué le pasó ella mencionaba que se había dado un golpe, pero a otro doctor le contaba que se aplicaba tramal porque después de la cesárea había quedado con dolores muy fuertes, y así seguía, a unos les decía una cosa y a otros otra”
La enfermera habría hecho todo lo posible para evitar que la descubriera, por esa razón otros compañero describen una de las escenas que más los impactó: “ se subió a una silla y tapó el ojo de la cámara y alteró los zunchos de seguridad que llevan un código para ver cada cuanto se abre el carro”.
Cuando quedó en evidencia en cámaras sus superiores le pidieron que devolviera las 10 dosis de fentanilo que en tan solo dos días se había llevado. Trató de negar que eran para su consumo pero sí dejó claro que ya se había gastado ocho. Al parecer, el argumento que dio fue que se las había llevado por un acto de caridad, “ya que tenía una tía abuela que estaba en cuidados paliativos y que no soportaba unos dolores muy fuertes que le daban y que su familia no tenía dinero para comprar medicamentos y la eps no le daba esa sustancia que realmente la calmaba, igual cambiaba de versión a cada nada”, cuentan el personal de la salud que conoció el drama.
Le exigieron a la enfermera reponer el fármaco y en una acción de desespero habría llamado a un proveedor que surte desde el mercado negro a adictos, “Cuando le dijimos que tenía que devolverla, sacó el celular, esos de los que se escucha todo sin necesidad de poner alta voz, al otro lado de la línea contestó un hombre y ella le dijo que necesitaba que le consiguiera fentanilo urgente porque estaba metida en un problema, y el hombre le respondió que como ya le había dicho días atrás estaba muy difícil por este tiempo surtir por los controles que estaban haciendo”.
Según el reporte oficial que reposa dentro de la institución de la investigación disciplinaria el extraño hombre del teléfono habría enfatizado al decirle, “usted sabía que estaba difícil y usted dijo que buscaría trabajo para poder tenerlo cerca”.
Lo que lleva a pensar que, como lo dice una de sus colegas: “Por eso era que ella había decidido entrar a trabajar para tener acceso directo al Fentanyl y por eso ni siquiera espero a ganarse la confianza del equipo, llegó con mucha ansiedad. Ella reforzaba su experiencia en atención de ucis, ya que ahí el personal tiene acceso a la sustancia con más facilidad”.
En las averiguaciones posterior al incidente han identificado que en al menos dos clínicas más, esta enfermera habría pasado exactamente por la misma situación.
“La intención del equipo profesional no es tratarla como una delincuente sino salga de esa etapa de negación que atraviesan los adictos para que empiece a recibir ayuda, es una nena muy joven y muy talentosa”, aseguran desde el sector, al parecer ella ya estaría buscando trabajo en otros centros de salud de ciudades cercanas.