Los únicos que no creyeron desde un principio en la confesión que hizo ante la Justicia Especial para la Paz (JEP) el exjefe de las Farc Carlos Lozada, cuando afirmó que esta guerrilla había asesinado al dirigente del Partido Conservador Álvaro Gómez Hurtado, fueron justamente sus familiares.
Nunca avalaron esta versión y, al parecer, el tiempo y un audio en el que uno de los pocos sobrevivientes, que supuestamente fue autor de este homicidio, le reprocha a Lozada el testimonio y niega haber participado, les están dando la razón. Es un diálogo de hombres acostumbrados a las armas y a la guerra, a tal punto que, con una frase fría y en tono desafiante, Lozada encaró a Reynel Guzmán, excomandante del frente 22 de esa guerrilla, conocido con el alias de Rafael Gutiérrez, en una reunión que sostuvieron en diciembre pasado en la sede del Partido Comunes: “Yo pagaría por ver en qué termina usted. El día que usted me entierre o yo lo entierre, ahí hablamos”, le dijo Lozada a Guzmán.
Pero el asunto de fondo en el audio es lo más preocupante, pues Rafael Gutiérrez le termina dando la razón a las dudas de la familia Gómez al señalar: “La realidad es que si eso lo hizo las Farc, fueron cuestiones del secretariado que tomó esa decisión, pero esa información nunca llegó a la dirección del bloque, porque yo nunca la supe. Por eso necesito hablar sobre esta situación porque no voy a responder por eso”. Sobre este nuevo hecho, SEMANA habló con Enrique Gómez, sobrino de Álvaro Gómez y abogado de la familia. Las declaraciones de Lozada generaron tanta molestia que anunció que en los próximos días solicitará que se abra un incidente de incumplimiento que podría sacar a Carlos Lozada de la Jurisdicción Especial para la Paz.
Gómez explica que Gutiérrez es el único testigo de referencia, el único mando al que acude Carlos Lozada para validar su versión sobre el asesinato y ahora lo desmiente. Con esta declaración se da por sentado que uno de los supuestos testigos del asesinato de Álvaro Gómez asegura no saber del hecho y por eso las piezas del rompecabezas siguen sin encajar. En diciembre, en su primera comparecencia ante la JEP, Lozada dijo haber dado la orden a la red urbana Antonio Nariño. En abril, su versión cambió cuando dijo que fue el Mono Jojoy quien les informó que había existido participación de las Farc.
Gómez asegura que no hay duda de que todo fue pactado en el acuerdo de paz de La Habana. “Lozada pudo haberse comprometido a soportar o suministrar la tesis de la autoincriminación de las Farc en el magnicidio. Hubo mucha cosa oculta en La Habana, y en este caso se está desviando la atención para encubrir a una persona: Ernesto Samper”. “Son gravísimas las inconsistencias, las mentiras, y ahora la intimidación de un testigo que él mismo citó”, afirma Enrique Gómez.
“Lo que no deja de sorprender es que esta persona, que era un par en mando con Lozada en el estado mayor conjunto, en el bloque central de las Farc, no tenga ninguna referencia concreta sobre la participación de esa estructura en el homicidio”, agrega. ¿Lozada confesó la responsabilidad en el magnicidio de Álvaro Gómez para encubrir a alguien? ¿Qué pacto hubo en La Habana sobre este caso? ¿Por qué Lozada menciona a personas que ya murieron, y el único que sobrevive lo desmiente?
La historia, desde la orilla de las Farc, fue contada por Lozada cuando le preguntaron sobre quiénes podrían dar fe de la tesis de la autoría del magnicidio. Allí mencionó a varias personas: Jorge Briceño, MartínVilla, Mauricio Jaramillo, Fernando Marquetalia, Grannobles, Alberto Martínez, Esteban Martínez, el ahora polémico Rafael Gutiérrez y él. Y es justamente el audio que se conoció esta semana el que desmiente la versión. Se escucha a Lozada decir: “Yo lo conocí a usted como en el año 1993, hace 27 años. Usted y yo estuvimos en situaciones de la guerra y tenemos secretos como un hijueputa, para hablarlo sinceramente. Tenemos que partir de la confianza entre nosotros. Yo no lo estoy comprometiendo, vaya y mire el video. Usted verá si niega que era del estado mayor, eso sí ya es problema suyo”.
SEMANA le preguntó a Enrique Gómez qué mensaje le envía a Lozada ante esta grave revelación. Señala que el hecho de que en el audio se escuche a un exlíder guerrillero, ahora congresista, decir que “yo pagaría para verlo enterrado a usted”, es un mensaje inequívoco, a su juicio, de mandar matar por medio de sicarios a otra persona. “Con personas así, que le han hecho tanto daño a Colombia, no dialogo, ni les mando mensajes. Espero que el peso de la ley le caiga por fin encima, y que cese de hacer daño a la sociedad colombiana, de confundir a la justicia, y sobre todo nos permita retomar la dignidad. Ese no puede ser el liderazgo con el que vamos a sacar adelante este país”, sentenció Gómez.
Si bien en una entrevista anterior había calificado a la JEP como un circo, cree que es necesario que siga funcionando, pero debe cambiar. “A la JEP no le sirve cargar ese lastre, es necesaria la expulsión de Lozada, y que afronte la justicia ordinaria, que deberá condenarlo”.
Ante el escándalo y la explosiva revelación, SEMANA contactó a Carlos Lozada, y aunque no se refirió a la gravedad que implicaría la posibilidad de estarle mintiendo a la JEP, prefirió arremeter contra Rafael Gutiérrez. “No tiene fundamento alguno esa amenaza. Habría que evaluar una persona que llega con la intención de grabar una conversación”, dijo.
Justamente, el explosivo audio de Lozada conversando y presuntamente amenazando a Guzmán se conoce ad portas de la publicación de un nuevo libro del abogado Álex Vernot, quien pasó dos años en La Picota y dice haber escrito al menos otros tres libros sobre el conflicto armado. Relata que tuvo contacto con muchas personas privadas de la libertad, como exguerrilleros y paramilitares.
A Vernot no le cuadra la versión de las Farc. Su tesis es que en el magnicidio de Gómez Hurtado habrían participado organismos del Estado articulados con agentes paramilitares y delincuencia común, versión que coincide con la que ha expuesto la familia Gómez. Ni a Guzmán, uno de los hombres más cercanos al secretariado de las Farc y mencionado por Lozada; ni a Vernot, abogado que estuvo cerca a exguerrilleros, especialmente comandantes; ni a la familia Gómez, les cuadra la versión que Lozada dio a la JEP, que, entre otras cosas, no está bajo la gravedad de juramento. ¿Fue una verdad impuesta? ¿O fue un pacto de mentiras y encubrimiento? Son las dudas que siguen rodeando el caso. Serán la JEP y la Fiscalía las que desenreden este confuso capítulo en el magnicidio del líder conservador Álvaro Gómez Hurtado.