La semana pasada cualquier visitante de la ciudad que hubiera llegado al Parque El Japón, se habría sorprendido al saber que detrás de ese espacio existía una polémica enorme. En el lugar, un espacio verde, en medio de uno de los sectores más movidos en el comercio capitalino, solo se respiraba calma. Decenas de niños pequeños corrían por los juegos infantiles, personas de la tercera edad jugaban ajedrez y unos tantos más hablaban sentados en las bancas. Lo que puede ser la postal de un parque cualquiera en una ciudad concurrida, sin embargo, en Bogotá, era la foto del final de un de las peleas más enconadas de los últimos meses.
Foto: León Darío Peláez / Semana Esta semana la administración del Alcalde Enrique Peñalosa entregó la renovación de ese espacio, ubicado en el barrio La Cabrera, una de las zonas más exclusivas de la ciudad. Se trató de una inversión de $4.000 millones de pesos que consistía en hacer una cancha de fútbol sintética, juegos infantiles, gimnasio, rampas que permiten el acceso a personas con discapacidad y mejores espacios para caminar, ya que se peatonalizaron 540.000 metros cuadrados de la carrera 11A. También se instalaron nuevos postes con 35 luminarias LED, que le permite a los habitantes moverse con mayor tranquilidad en las noches.
Foto: León Darío Peláez / Semana En la construcción del parque, en el fondo, se encontraron visiones diferentes de ciudad. Por un lado, los vecinos y un grupo de concejales lideraron una lucha frontal contra la transformación de ese lugar, un espacio contemplativo lleno de árboles gigantes. La tala de algunos de estos -al final fueron 6- desató una ola de indignación que generó varias jornadas de protesta e incluso requirió la presencia del Esmad. El Japón se convirtió así, en el lugar que centralizó el rechazo a las política de la administración Peñalosa que ha talado 34.000 árboles en lugares emblemáticos de la ciudad.
Foto: León Darío Peláez / Semana La administración ha respondido que además de poder desarrollar algunas obras en esos lugares, la decisión se ha tomado en muchos casos ante la inminente caída pues estos presentan enfermedades, problemas de inclinación o raíces expuestas. Aseguran que se dejarán sembrados 200 mil en compensación por los caidos. En el caso de El Japón, según la Alcaldía el parque quedó con un 73 por ciento de áreas verdes y en compensación de los 6 árboles que se cortaron se plantaron 10, entre nogales y robles. En este momento el parque tiene 98 árboles en total.
Foto: León Darío Peláez / Semana Hace unos meses, el clamor de los vecinos hizo que la Procuraduría suspendiera las talas en el parque. El ente de control pidió a la administración distrital que enviara un informe técnico en el que se especificara cómo se iba a mitigar y a compensar el daño ambiental que producía la tala de árboles sobre la fauna silvestre, en especial las aves que visitan Bogotá. También les pidieron soportes de la socialización de la obra con la comunidad. Se logró parar la tala, pero el Instituto de Recreación y Deporte, IDRD, continuó con la obra, sin eliminar los árboles que habían sido objeto de la medida cautelar de ese ente de control. Pero en el grupo de vecinos que se oponían a la obra no solo habían defensores de los árboles. Un sector importante también se oponía a transformar el parque y poner allí una cancha de fútbol, lo cual para ellos atraería a una zona residencial decenas de personas. En medio de las discusiones, se filtró por ejemplo una polémica declaración de la ex primera dama, Nohra Puyana, que dejaba ver ese malestar. “Estoy de acuerdo y los felicito por todo lo que han hecho en el sur (de Bogotá), que se necesita. No hay nada más difícil para una persona de escasos recursos que estar sin plan un sábado y un domingo. ¿Adónde voy? No hay dónde ir. Muchos de nosotros tenemos la posibilidad de ir a nuestros clubes, unos a nuestros clubes de ciudad”, se le escuchaba decir en el video publicado por CityTV.
El alcalde Enrique Peñalosa convirtió el parque también en un asunto personal y se despachó en varias oportunidades contra ese grupo de vecinos que para él no eran más que personas que usaban la causa ecologista para esconder que no querían un parque público al frente de sus casas. Sus salidas fuera de tono, le metieron aún más polémica a la construcción de ese espacio. Ni siquiera el día que entregó la obra se reservó esas pullas. "Hoy abrimos el parque del Japón, escenario de un melodrama clasista, disfrazado de tragedia ambiental, condimentada con politiquería. Chapinero en los Andes avanza lentamente hacia una mayor igualdad", dijo en un trino que desató polémica. “No era un parque que congregará a la gente y este es el caso de cientos de parques en los estratos altos del norte, que se han diseñado para que no vayan obreros a jugar ese es el criterio, que no vayan ciudadanos de otros ingresos al barrio donde viven los de ingresos más altos, por eso lo transformamos, porque los parques deben ser un sitio de encuentro”, agregó después ese mismo día.
Foto: León Darío Peláez / Semana La pelea por ese espacio tuvo debates muy profundos, pero también controversias pintorescas. La última la desataron unas fotos que mostraban que ya estaba prácticamente lista la cancha de fútbol pero en el arco había un arbusto y un árbol. Algunos ciudadanos pensaron que los dejarían así y que era una forma “burda” del Distrito para hacer la obra a como diera lugar. Nuevamente el IDRD respondió que la obra no estaba terminada y aseguraran que técnicamente los especímenes vegetales de Palma yuca son considerados plantas arborescentes y no verdaderos árboles, debido a que no forman madera o leño, de tal manera que no presentan crecimiento secundario en el grosor, por lo que talarlos no impliacaba evadir la restricción de la Procuraduría.
Finalmente esta semana se entregó el parque, sin ninguna manifestación y con poco despliegue mediático.
Foto: León Darío Peláez / Semana