Si tiene tiempo en esta cuarentena hay un libro que me tomo la libertad de recomendar: Guerras de información: Cómo perdimos la guerra global contra la desinformación y lo que podemos hacer sobre el tema. Es escrito por Richard Stengel, exdirector de la revista Time y exsubsecretario para asuntos públicos y diplomáticos para la administración Obama. Su texto relata cómo Rusia, Trump e Isis inundaron Estados Unidos con noticias falsas a través de las redes sociales durante el Gobierno pasado y terminaron ganando las elecciones presidenciales más importantes del mundo. En otras palabras, cómo, lo que muchos piensan es algo inofensivo como consumir y divulgar noticias falsas, tiene efectos devastadores en el mundo real. Esta semana tuvimos la oportunidad de conversar sobre cómo lo virtual hace rato dejó de ser un juego para tener efectos en el mundo real. Luis Carlos Vélez: En algunos países como Colombia la “guerra digital de información” es un nuevo concepto. ¿Cómo nos podría introducir a este concepto? Richard Stengel: La guerra digital de información es una de las nuevas herramientas en el mundo, internet, las redes sociales, la publicación de imágenes, para persuadir, manipular o distorsionar la realidad con un objetivo político. Es una forma de propaganda digital que engaña al usuario tanto por su origen como por su autenticidad. Los países ahora no tienen que usar misiles ni aviones de combate para atacarse entre sí, ahora usan computadoras y trolls, o robots en las redes sociales.   Richard Stengel, exdirector de la revista Time y exsubsecretario para asuntos públicos y diplomáticos para la administración Obama, escribió el libro "Guerras de información: Cómo perdimos la guerra global contra la desinformación y lo que podemos hacer sobre el tema".  L.C.V.: En su más reciente libro usted describe cómo la guerra de la desinformación afectó las elecciones de 2016 de Estados Unidos. ¿Cree que este año, en las elecciones de noviembre, esto va a volver a pasar?  R.S.: Es algo que ya está pasando. Los rusos en realidad nunca se fueron. Un reporte del comité de Inteligencia del Senado de Estados Unidos dice que los rusos han actuado más desde las últimas elecciones que antes. Y ahora se han unido a los chinos, los iraníes y probablemente otros. De muchas formas es un nuevo método para interferir en las elecciones de otro país sin costo, porque se puede camuflar y esconder lo que están haciendo.  

L.C.V.: ¿Podría darnos un ejemplo específico sobre cómo funciona la guerra de la desinformación?  R.S.: Si usted toma las elecciones de 2016, los rusos crearon páginas en internet y en Facebook que parecían estar afiliadas al movimiento Black Lives Matter y les dijeron a cientos de miles de seguidores que votaran o no votaran por el tercer partido y candidatos como Jill Stein.  L.C.V.: ¿El periodismo está quedando amenazado en la guerra de la información? R.S.: Yo no creo que el periodismo legítimo esté quedando amenazado. Pero los actores inescrupulosos están creando páginas en internet que pretenden dar la imagen de ser periodismo legítimo. Es claro que no lo son. En 2016, los rusos crearon páginas que usaron partes de nombres de organizaciones legítimas para estropear y engañar a la gente. Es algo que hoy sigue pasando.  L.C.V.: En Colombia estamos siendo testigos de eso… al mismo tiempo somos testigos del aumento de páginas de internet que se llaman así mismas portales independientes de periodismo, pero que tienen una clara agenda política. ¿Cómo se deben aproximar los ciudadanos a esos contenidos?  R.S.: Yo siempre he dicho que no tenemos un problema de noticias falsas o “fake news”. Lo que tenemos es un problema de alfabetización de medios de comunicación. Las personas tienen que acercarse a la información que están recibiendo y buscando con una cierta cantidad de escepticismo. Si un artículo se ve tendencioso, sesgado o perjudicial, hay que chequear de dónde viene y si es una organización legítima de medios de comunicación. Hay que ver si el artículo cita fuentes reales o links que puedan ser verificables. Los ciudadanos deben hacer su propio trabajo.  

L.C.V.: ¿Esta guerra de información es algo que usted ve que está pasando en países como el nuestro?  R.S.: La guerra de la información no tiene fronteras. Sospecho que está ocurriendo ciertamente en todos los lugares del mundo.  L.C.V.: El año pasado en América Latina hubo una ola de protestas masivas. Aunque había razones para protestar, algunos estudios establecieron que los regímenes de Venezuela y Rusia, con sus bots, trabajaron para exacerbar el caos en manifestaciones que fueron en un principio pacíficas. ¿Usted cree que eso es posible? R.S.: Es absolutamente posible. Una de las fortalezas de la guerra de la información es que hay muy poca desventaja. No es para nada costoso, se pueden cubrir fácilmente las huellas, es decir, nadie va a identificarte y puede llegar a ser muy efectivo.  L.C.V.: ¿Por qué estamos perdiendo la lucha global contra la desinformación?  R.S.: Bueno, no estoy 100 por ciento seguro de que la estemos perdiendo. Muchas más personas son conscientes de esta realidad hoy más que nunca. Eso es un buen precedente. Tampoco creo que el porcentaje de desinformación, en comparación con la información que es veraz, sea mayor que antes. Simplemente es que el acceso es mucho más fácil.  

L.C.V.: ¿Qué pueden hacer los Gobiernos contra esta otra pandemia, sin que eso signifique una forma de censura o de afectación a la libre expresión?  R.S.: Es un asunto muy difícil para los Gobiernos. Ninguno de nosotros quiere Gobiernos que censuran la libertad de expresión y de discurso. Pero una cosa que los Gobiernos pueden hacer es permitir que las empresas de comunicación sean penalizadas por noticias falsas o que incluyan discursos de odio, una vez esto se demuestra suficientemente. Ahora mismo las plataformas, las páginas web, no son responsables por ese tipo de contenidos. Y yo creo que los ciudadanos deberían ser capaces de exigirles responsabilidad ante la justicia.  L.C.V.: ¿Qué tan peligroso es que un ciudadano comparta contenidos que no sabe si son reales o de dónde vienen? R.S.: Yo creo que los individuos tienen que ser la primera línea de defensa. Sean mucho más vigilantes con la información que comparten. Estén absolutamente seguros de dónde proviene, tengan certeza si es veraz o confiable. Todos los ciudadanos deben convertirse en su propio editor de “fact-checking” o editor de hechos.  L.C.V.: En nuestro país hay diferentes sectores que están usando tendencias para atacar a periodistas, políticos y otras figuras públicas. ¿Qué cree de que las tendencias sean creadas con un objetivo específico de ataque?  R.S.: Creo que es peligroso. Aunque esto sea en redes, tiene exactamente el mismo aspecto de una turba exacerbada en las calles. Al mismo tiempo puede ser una forma de democracia tomando acción.