SEMANA: En las últimas semanas usted ha venido ejerciendo un papel de mediador con el fin de lograr la unión de la centroizquierda para las presidenciales de 2022. ¿Por qué ha decidido asumir ese rol? HUMBERTO DE LA CALLE: Creo que es necesaria una convergencia democrática. Las secuelas del virus en materia social y económica van a ser terribles. Afrontaremos una gran insatisfacción que se extenderá hasta 2022 y que puede tener contornos de orden público. Miembros del Centro Democrático persisten en cambiar unilateralmente el acuerdo del Teatro Colón y ahora anuncian una arremetida contra la Constitución, con excluir del Congreso al que no tenga título, expandir la cadena perpetua o someter las decisiones de la corte a referendo para anularlas. Es el momento en que los demócratas debemos unir nuestras voces. La convergencia democrática no solo nos da fortaleza para lo que se viene, sino que puede superar la polarización. Gobernar en 2022 va a ser extremadamente difícil. Vea la entrevista con Humberto de la Calle

SEMANA: Usted ha señalado que “no es imposible” construir dicha coalición, pero lo cierto es que la tarea parece más difícil de lo que parece. ¿Hay un problema de egos, vanidades, o de propuestas irreconciliables? H.C.: ¿Difícil? ¡Claro! Lo es. Pero difícil fue hablar con las Farc. Difícil un encuentro entre Alberto Lleras y Laureano. Mi propuesta es de método. Propongo ingeniería inversa, esto es, obrar al revés de lo habitual. Si empezamos por hablar de nombres y de mecánica electoral, no veo futuro. Hablemos de compromisos serios y relativamente detallados para un Gobierno nuevo. Cuando se habla de lo programático, la gente no cree porque generalmente son promesas vagas, más o menos inocuas. Por eso hablemos primero de líneas rojas, de lo que no haría cada una de las fuerzas. Entonces esto permite saber qué tan viable es esa convergencia. ¿Hasta dónde salud en manos del Estado? ¿Ablandar las consultas para minería o no? ¿Fracking? ¿Aborto libre? ¿Tributación más progresiva?

SEMANA: Ha dicho que la unión de la centroizquierda podría ayudar a alejar los extremismos. ¿A qué riesgo se expone el país en esa materia en 2022? ¿A extremistas de derecha y de izquierda? H.C.: Aquí puede pasar cualquier cosa. Esto se va a deteriorar demasiado. Las oleadas de indignación pueden convertirse en problemas de orden público urbano. Eso exige una base de democracia genuina y robusta. El riesgo del populismo se va a acentuar en 2022. De todos los lados. El antídoto es un compromiso abierto, transparente, sobre los temas críticos. SEMANA: El senador Gustavo Petro aún no olvida, ni perdona, a Sergio Fajardo por preferir votar en blanco en la segunda vuelta de 2018. ¿Cómo lidiar con eso? H.C.: El error es ese. Empezar por las discusiones con nombre propio. Yo sé que la política la hacen personas. No soy ingenuo en eso. Pero ese asunto debe ser el final y no el comienzo. Son las líneas rojas las que nos dirán si esto es viable o no. Muchos interpretaron que yo proponía coaliciones con Zutano o Perencejo. No. Estamos tan poco habituados a la política en serio y tan enviciados a los personalismos que muchos no supieron interpretar lo que propuse. SEMANA: ¿Cree usted que Petro y Fajardo se pueden reconciliar y confluir en una consulta? H.C.: La pregunta sería para ellos. Pero déjeme insistir en que ese camino debe recorrerse al revés. Entonces, hablemos de cuáles van a ser las urgencias en 2022. Aquí viene una catástrofe social, preparémonos para lo más duro. Por eso no es bueno estar vendiendo pajaritos de oro, y me parece que es mucho mejor lo de Churchill: “Sangre, sudor y lágrimas”. Hay que prevenir a la sociedad de que esto va a ser muy complejo. En primer lugar está el desempleo, y vamos a llegar a un momento muy crítico. En segundo lugar, hay niveles de pobreza y masas de informales a los que no les alcanza a llegar la ayuda del Gobierno. El Estado hace un esfuerzo, yo lo reconozco, pero los apoyos llegan a las personas que están en las listas del Sisbén, etcétera. Aquí hay una gran masa, que incluso pertenece a la clase media, que es solitaria y no tiene ingresos. El tercer problema es la equidad: hemos tenido éxito en la lucha contra la pobreza, pero la inequidad sigue siendo muy grande, vergonzosa. Y, en cuarto lugar, está el tema de seguridad. Lo que se logró fue la desmovilización de la guerrilla más poderosa, pero nunca en La Habana dijimos que iban a desaparecer todas las fuentes de violencia.

SEMANA: Fajardo ha dicho que no estaría al lado de personas que promueven discursos extremos, en alusión a Petro. ¿Qué hacer si de aquí a un año no hay un cambio de parecer? H.C.: Excuse que suene repetitivo. Lo que quiero es que la prueba ácida sean las metas concretas para gobernar. SEMANA: El factor que divide pareciera ser Petro, pues ahora ha decidido enarbolar la oposición a Claudia López, y Jorge Robledo también ha marcado distancia con él. ¿Qué llamado le hace usted a Petro? H.C.: Es un error. Petro se ha radicalizado y esa pugnacidad es inconveniente. Esas disputas con los vecinos, olvidando al verdadero enemigo, son un error. Yo veo con mucha preocupación esa pugnacidad del doctor Petro, por ejemplo, en relación con Claudia López. Me parece absolutamente desmesurada. Uno le pide que no renuncie a sus ideas, pero hay que darle un trámite más sereno a la política. Como también es inconveniente que a Petro lo quieran anular en su ejercicio político. Quienes no compartan sus ideas deben derrotarlo en las urnas. Yo, por ejemplo, no estoy de acuerdo con muchas cosas que él dice y algunas de sus ideas me parecen radicales. Pero ya desde el despropósito del doctor Alejandro Ordóñez, quien se atrevió a destituirlo de la Alcaldía pasando por encima del voto popular, cosa que universalmente solo pueden hacer los jueces, hasta las actuaciones de organismos estatales, la idea de una gavilla contra Petro es, además de todo, un error. Recuerden a Rojas Pinilla. Es más: lo que veo en 2022 puede ser socialmente muy grave. No es conveniente excluir abusivamente a un candidato. Si Petro tiene que explicar sus actuaciones, pues que las explique. Hay que jugar limpio, porque de lo contrario vamos generando la sensación de gavilla y de victimización del otro lado. Esa es la peor mezcla, y termina conviniéndole a Petro. El establecimiento enemigo de él lo que debería hacer es discutir y brindar garantías, que el señor exponga sus ideas. De una vez le digo que también extendería mi llamado al Centro Democrático si dejara de desconocer unilateralmente el acuerdo y se comprometiera a respetar la esencia democrática de la Constitución. Fueron muchas horas las que dediqué a hablar con el doctor Álvaro Uribe después del plebiscito de manera civilizada y constructiva. SEMANA: ¿Cuál sería la mecánica para escoger al candidato de la centroizquierda? H.C.: Esa no es la urgencia del momento. Primero definamos los confines de una convergencia democrática. SEMANA: ¿Será candidato presidencial? H.C.: Si cuando era famoso los colombianos me dieron una pela, no veo ambiente para eso. SEMANA: Ha dicho que la centroizquierda está adormilada por las “disputas intestinas” y que podría repetirse el escenario de 2018, con un triunfo de la derecha. ¿Es así de claro el panorama? H.C.: Sin duda. La República Española se derrumbó porque en la derecha había un líder y disciplina. En cambio las facciones republicanas no pudieron lograr una estrategia común.

SEMANA: ¿Qué puede significar, en la práctica, que haya un Gobierno compartido de la centroizquierda, en temas como conformación de gabinete y demás? H.C.: Que en vez de que el triunfador tenga que salir a seducir congresistas, una forma de gobierno más colectiva con sujeción a los compromisos y los límites, puede regresarnos a un Gobierno de temas y no de personas. SEMANA: Dice que se haría un ejercicio de gobierno a la europea y no a la americana. ¿Eso qué significa? H.C.: Una negociación previa transparente. Le cuento una anécdota: un día, hace 20 años, oí en Madrid que una destacada lideresa del PSOE hablaba de negociar el aborto. Me sorprendía. Para nosotros los colombianos, cada uno creía que los principios le impedían negociar. Pues se pudo. Por otro lado, se puede instaurar una especie de gabinete a la manera de los sistemas parlamentarios. Sobre la hoja de ruta convenida, una reafirmación permanente del compromiso básico. Muchos gobiernos eficientes en Europa son coaliciones. Puede llegar a ser tan crítica la situación en 2020 que la gobernanza como la hemos conocido no resista. Muchas personas hacen cuentas con los datos de hoy. A Macmillan le preguntaron cuáles eran los mayores retos en política. “Los acontecimientos, querido amigo”, dijo socarronamente. SEMANA: ¿Dicho Gobierno estaría más volcado hacia la izquierda o hacia el centro? ¿Qué asuntos se permitirían y cuáles no? H.C.: Las líneas rojas deben ser producto precisamente del método que propongo. Ahí veremos si la cosa funciona o no.

SEMANA: ¿Cuál cree que será el tema que dominará la campaña de 2022? H.C.: El desempleo, el hambre, la inseguridad. Y ese tremendo campeonato mundial en inequidad, que es vergonzoso. SEMANA: ¿Cómo ha visto esa actitud de algunos exlíderes de las Farc de negar hechos innegables, como el reclutamiento de menores? H.C.: Es desacertado, es un mensaje muy malo, le hace daño a ellos mismos y a la Jurisdicción Especial para la Paz. Tratar de eludir esas responsabilidades no es justamente una de las bases de lo que se acordó en el Teatro Colón. SEMANA: El presidente Duque completa dos años de mandato. A su juicio, ¿qué ha salido bien y qué ha salido mal en todo este tiempo? H.C.: Yo creo que frente a la pandemia, lo ha hecho bien. Nadie estaba preparado. Me molestan esos sabios que predicen el pasado. En mi barrio los billaristas decían que la carambola después de hecha siempre es fácil. Continúo manteniendo mis objeciones en lo que concierne a la paz, aunque he reconocido que en la reincorporación hay avances. Y ya desde la campaña pudimos exponer una visión diferente de la economía. Yo no creo en la política de ‘goteo’. Que los capitales deben ser subvencionados porque dejan caer gotas para aliviar a los pobres. Con ese método Estados Unidos llegó a una situación inédita con sectores muy amplios en franca miseria.