SEMANA: Muchos se siguen preguntando por qué no aspiró de nuevo al Concejo de Bogotá. Juan Carlos Flórez: En el Concejo traté de aportar lo mejor de mí y ahora voy a buscar nuevos caminos, porque, de lo contrario, voy a ser uno de esos políticos que se aferran a un pedacito de poder, impiden que otras generaciones lleguen y, en vez de ayudar a resolver un problema, se convierten en un problema adicional para la sociedad. SEMANA: Sergio Fajardo ha sido su amigo y tiene posibilidades para las presidenciales de 2022. ¿Lo apoyaría en esa probable candidatura? J.C.F.: Cuando se trata de grandes reformas, el asunto no puede ser el centro, porque el centro es el camino cuando un sistema funciona. Esa fue la política de los últimos 30 años en muchos lugares del mundo y esa política se ha ido al traste. Fíjese usted: Macron se presentó como el centro y no ha podido. No ha dado pie con bola. El asunto en Colombia no es ser de centro, sino de reformas de fondo.

SEMANA: ¿No se unirá entonces a ninguna campaña? J.C.F.: Por ahora no lo sé. A lo largo de mi vida he tenido amigos, pero yo creer, en Dios solamente. No sigo ciegamente a ningún ser humano. Eso ha hecho un inmenso daño en el mundo porque no deja ver los defectos. Eso le pasó a una parte de la izquierda en la capital. Durante décadas criticaron la corrupción, pero cuando llegó Samuel Moreno y se robó Bogotá, una parte de la izquierda no reaccionó a tiempo. Estoy estudiando mucho para estar a la altura de lo que está ocurriendo. Por ejemplo, si necesitamos el cambio en la salud, ¿cuál es ese cambio? Ese tema me interesa mucho. Como una persona inconforme con mi país, me siento también en la necesidad de presentar propuestas realizables y por eso estoy estudiando mucho.

SEMANA: ¿Qué hacer para acabar la corrupción? J.C.F.: Hay que sumar varios elementos. El primero es personal. Que un político diga ‘conmigo no cuenten para la corrupción’ ya es un paso importante. Otro elemento es la eficacia de la justicia. ¿Qué pasó con las denuncias de eventuales sobornos de Odebrecht en las campañas de Santos y Zuluaga en 2014? Absolutamente nada. Un último elemento, no menos importante, es que la corrupción ocurre porque las oportunidades legítimas son escasas en Colombia y, en cambio, las ilegales son muy amplias. El narcotráfico es una puerta inmensa, pero las oportunidades legítimas para los jóvenes, por ejemplo, son muy pequeñas. Solo en Bogotá se calcula que tenemos más de 400.000 que ni estudian ni trabajan. SEMANA: Ahora que habla de los jóvenes, ellos han sido los protagonistas de las últimas marchas. ¿Cómo lee la reacción del Gobierno frente a sus peticiones? J.C.F.: Ese descontento llegó para quedarse. Son un conjunto de demandas de prácticamente todos los sectores de la sociedad. La insatisfacción no es solamente con el Gobierno, sino con el conjunto de la clase dirigente, que se acostumbró a decir que cualquier reclamo importante es subversivo, que es de la guerrilla, que son solamente vándalos. SEMANA: El presidente Iván Duque convocó a un “gran diálogo nacional”. ¿En qué cree que va a terminar? J.C.F.: No va a pasar nada. Lo que han hecho todos los últimos Gobiernos con palabras como “consenso”, “mesa de trabajo”, “concertación”, “negociación” es nada. ¿Por qué? Porque quienes tienen excesivos privilegios no están dispuestos a ceder en prácticamente nada. En una entrevista, Sebastián Edwards, uno de los economistas más prestigiosos neoliberales de Chile, quien hizo una carrera brillantísima sobre la ola del supuesto modelo chileno, dijo hace poco que ese modelo está muerto. Hay aspectos que fueron copiados aquí, casi al pie de la letra, que no satisfacen a la ciudadanía. Que la salud sea un negocio ya no es el camino, que la educación solo sea un negocio ya no es el camino. Esa propuesta del presidente va a naufragar porque es lo mismo de siempre: dilatar y entregar dos cositas, acusar a unos de subversivos y se acabó.

SEMANA: ¿Cómo califica el gobierno de Enrique Peñalosa? J.C.F.: El alcalde cometió un gran error: regresó a Bogotá como si acabara de ser elegido en el 98 y la ciudad ya había cambiado. No entendió, por ejemplo, los cambios en un campo como el medioambiente. Las ciudades han empezado a entender que el asfalto es terrible para el calentamiento global porque la tierra deja de respirar y acá lo que queremos es más cemento. Los países han entendido que si encajonas un río, por las lluvias, colapsará. Peñalosa redujo la zona de protección del río Bogotá y en esa zona reducida vamos a meter parques, es decir, más cemento. También mantuvo los combustibles fósiles en TransMilenio, que están hoy de salida en las principales ciudades del mundo… “La propuesta del presidente Duque va a naufragar porque es lo mismo de siempre: dilatar y entregar dos cositas, acusar a unos de subversivos y se acabó". SEMANA: ¿Cómo ve el futuro de Bogotá en manos de Claudia López? J.C.F.: La doctora López debe pasar de ser una extraordinaria analista a una gobernante, en una ciudad en un periodo muy difícil, cuando la paciencia de los ciudadanos frente a cualquier político es reducida. La capital tiene unos problemas de mucha envergadura. Señalaría uno de ellos: el hueco en el costo de la tarifa en TransMilenio para el año entrante. El actual presupuesto trae más de 1,2 billones de pesos para tapar el hueco, pero las fuentes de financiación son inciertas. Una de las fuentes era lo que se iba a recoger del parqueo en vía, pero se cayó la licitación, de manera que no sabemos de dónde vamos a sacar esa plata. Recordemos todo lo que significó para Chile el aumento del pasaje del metro… SEMANA: Aunque usted es amante de los carros, decidió moverse en transporte público o a pie. ¿Qué le pide a la próxima alcaldesa como ciudadano en esta materia? J.C.F.: El principal déficit en Colombia es la falta de civismo. El mal ejemplo de la clase dirigente, que abusa de sus privilegios, que disfruta de una descarada impunidad, ha hecho que el resto de los colombianos digamos que podemos hacer lo que se nos da la gana. Y sin civismo es imposible construir ninguna civilización. ¿Cuánto hace que el grupo dirigente colombiano no hace un sacrificio? ¿Cuántas son las exenciones que tienen grandes empresas del país en todas las reformas tributarias de todos los Gobiernos? Todas. Nada de lo que pretenda hacer la alcaldesa en los temas de movilidad, en los temas de lucha contra la corrupción, funcionará si no hay civismo, y civismo no es cultura ciudadana. SEMANA: ¿Qué es civismo entonces? J.C.F.: Con el mayor respeto por el exalcalde Mockus, la cultura ciudadana es solo una etapa del civismo. El civismo es cómo aprender un segundo idioma. Por más que hagan campañas, pongan carteles y pongan unos mimos, no voy a aprender esa segunda lengua si no tengo educación en el colegio y en la familia en civismo. SEMANA: ¿Qué puede hacer entonces la alcaldesa para que haya civismo? J.C.F.: Si la alcaldesa llega como Peñalosa o Petro a predicar que hay que usar el transporte público, pero ni ellos ni su equipo lo usan, salvo en los días de show, algo fallará. ¿Por qué el servicio de salud está como está? ¿Por qué la educación pública está como está? ¿Por qué el transporte es el que es? ¡Porque las élites jamás lo usan! Hoy, por ejemplo, es más barato subirse a una moto que subirse a un TransMilenio todos los días, y, además, no tiene pico y placa. Los políticos no se dan cuenta de eso porque no usan el transporte público. "Necesitamos reformas claves. Si no, Bogotá seguirá siendo un sitio de clientelismo en el que el alcalde puede ser el más impopular de la historia, pero el Concejo le aprueba todo por un plato de lentejas" SEMANA: Uno de los temas de su interés ha sido la educación. ¿En qué tendría que concentrarse la nueva Alcaldía? J.C.F.: Una vez, el secretario de Educación de Petro dijo que el problema no era la jornada única. Le pregunté si su hijo iba a un colegio público y se demoró en responderme. ¿Por qué lo mandaba a un colegio privado? Porque él sabe que los privados tienen mejor calidad. El niño acomodado estudia casi todo el día, el que no lo es, al mediodía lo espantan del colegio. Es decir, menos horas de clases o actividades extracurriculares. Tenemos a los muchachos más pobres con más exposición a las pandillas y a las drogas en las calles.

SEMANA: Otro tema de su interés es el Plan de Ordenamiento Territorial (POT). Se había hundido en el Concejo y ahora la magistrada Nelly Villamizar está pidiendo que lo voten de nuevo con el argumento de proteger el río Bogotá. ¿Eso en qué va? J.C.F.: Yo he utilizado todos los recursos jurídicos de defensa y hasta hoy la magistrada no me ha respondido. El consenso de los abogados expertos en el tema es que hay una clarísima extralimitación de funciones de la magistrada. Nos quería obligar a volver a votar el POT, lo cual es ilegal. La Procuraduría le critica que su única fuente de información es el Distrito cuando ella presenta los fallos. Ahora bien, teníamos tiempo de firmar lo del río (incluir en el POT reformas para el saneamiento del río Bogotá) hasta abril del año entrante y nos estaba pidiendo que lo hicieramos antes. La Universidad Nacional expidió un comunicado muy duro en el que pregunta ¿qué intereses quiere favorecer usted, señora magistrada? (En este momento el Concejo está en receso. Juan Carlos Flórez, por haberse retirado del concejo quedará por fuera de la discusión al menos en el cabildo).  SEMANA: ¿Cuál fue la sensación que le quedó después de tantos años en el Concejo? J.C.F.: El escenario del Concejo redujo su capacidad de incidir sobre los asuntos de la capital. Necesitamos reformas claves. Si no, Bogotá seguirá siendo un sitio de clientelismo en el que el alcalde puede ser el más impopular de la historia de la ciudad, pero el Concejo le aprueba todo por un plato de lentejas, como ha pasado hasta ahora.