Esta semana, Aura Rocío Restrepo, expareja de Gilberto Rodríguez Orejuela, arremetió contra el expresidente Ernesto Samper. Lo hizo luego de que el exmandatario le pidiera explicaciones al candidato presidencial Federico Gutiérrez por supuestas relaciones con la Oficina de Envigado. Restrepo aprovechó para recordar el “rabo de paja” de Samper.
SEMANA: ¿Por qué terminó respondiéndole a Ernesto Samper?
AURA RESTREPO: Él siempre ha sido un dolor de cabeza y me molesta su cinismo. Para todos está claro que recibió dineros del cartel de Cali, del cartel del Norte del Valle, de todos los narcotraficantes de la época, pero en especial del cartel de Cali que lideraba Gilberto Rodríguez Orejuela, que era mi pareja. Si a alguien le consta eso, es a mí. Y es tan descarado que a cada rato hace publicaciones hablando de honestidad. Cada vez que veo sus escritos en Twitter no me aguanto y le contesto.
SEMANA: Usted dice que vio cajas con dólares que iban con destino a la campaña de Samper. ¿Cómo fue eso?
A.R.: En las campañas, y sobre todo en esa, así como en la de la Asamblea Nacional Constituyente, era mucho el dinero que los Rodríguez Orejuela entregaban, dinero propio, y que recogían de terceros, también narcotraficantes.
SEMANA: ¿Gilberto Rodríguez Orejuela le dijo que ese dinero era para la campaña de Samper o lo escuchó de terceros?
A.R.: Estábamos en la campaña y se estaban recogiendo los dineros. Vivía escondida con Gilberto en una casa, era casa-oficina, allá llegaban los dólares, nos tocaba ayudar a contarlos y empacarlos. También giraban cheques desde cuentas de terceros a nombre de terceras personas, a quienes les daban dinero a cambio de la firma y la huella. Casi todo se manejaba en efectivo. Todos sabíamos para qué era el dinero en ese momento: para la campaña presidencial. La misión del momento era que Samper fuera el presidente para lograr tumbar la extradición de los narcotraficantes.
SEMANA: ¿Gilberto habló alguna vez con Samper?
A.R.: Ellos hablaron en muchas ocasiones, a mí me consta una vez. Aclaro: eran amigos desde mucho antes. Gilberto, antes de ser tildado públicamente, tenía cargos representativos. Eran amigos del club, en fin, pero durante la campaña llegaron a hablar, aunque por las prevenciones lo hacían casi siempre por intermedio de terceros. En una oportunidad, estábamos en una casa en el barrio El Bosque, siempre buscamos viviendas escondidas, la llamábamos La Paila. Ese día, Gilberto llamó a Samper para hablar de la elección de Manuel Francisco Becerra en la Contraloría General. En esa ocasión escuché a Gilberto dialogar con Samper.
SEMANA: El expresidente opina como cualquier ciudadano porque la justicia falló a su favor…
A.R.: No pasó nada contra Samper gracias a los hermanos Rodríguez Orejuela. Si se hubiera comprobado que Samper llegó a la presidencia gracias a los dineros del narcotráfico y los principales testigos hubiesen sido Gilberto y Miguel Rodríguez, hubiera sido complejo. ¿A ellos qué les tocó hacer? A pesar de que no podían contar con Samper y que no les iba a cumplir sus promesas (la no extradición, legalizar sus bienes, pagos de penas mínimas y después disfrutar de su libertad en Colombia), les tocó pagar y manipular la investigación para lograr que Samper quedara absuelto. Si lo condenaban, ellos eran los más perjudicados. El juicio de Samper fue manipulado, pagado y comprado por Gilberto Rodríguez Orejuela y todo el grupo narcotraficante de la época.
SEMANA: Usted era la mujer de confianza de Gilberto. ¿Él qué le decía de Samper?
A.R.: Gilberto decía sobre Samper y los políticos que eran muy descarados. Afirmaba algo así como: son tan descarados que uno les da el dinero y piden más. Yo viajé con Gilberto a Bogotá en varias ocasiones, él salía a reunirse con los políticos, era algo manejado, pero no puedo dar fe con quién se reunió, salvo alguna excepción. Él decía que los políticos, además de que no cumplían, tocaba darles más y más dinero, hacerles fiestas y, en algunos casos, llevarles prostitutas para entregarles la plata para que ellos siguieran siendo los mismos sinvergüenzas de siempre. Samper era la persona a la que Gilberto más desconfianza le tenía, decía que no era una persona en la que se pudiera confiar. Desde el día en que ganó Samper, y cuando Pastrana sacó los casetes de las interceptaciones, ellos ya sabían que el expresidente no les iba a cumplir.
SEMANA: ¿Usted se ha encontrado alguna vez con Samper? ¿Ha podido decirle lo que piensa?
A.R.: Aunque no debería decirlo, desafortunadamente Samper me genera fastidio, desprecio. Es un hombre que a estas alturas de la vida debería estar con bajo perfil. ¿Por qué tiene que seguir con su soberbia y prepotencia de salir en medios a pregonar una honestidad que no tiene? Si me toca decirle en la cara lo que pienso, se lo digo y se lo sostengo. Si en algún momento lo ponen frente a mí, le digo todas las verdades. Me genera repudio y fastidio, eso me lo genera Samper y otro personaje de la política que no quiero ni mencionar.
SEMANA: ¿Quién es?
A.R.: Le tengo rabia a la guerrilla. A mi hermano lo asesinaron las milicias de las Farc y esto se comprobó cuando yo estaba con Gilberto. Lo asesinaron a él, de 21 años, y a su novia, que iba a cumplir 17 a los 15 días (...) Conozco, además, que el M-19 recibió dineros del cartel de Cali y de todas las mafias, sobre todo en el momento en que esa plata se manejaba por intermedio de Gilberto y Miguel. Gustavo Petro ahora se viene a dar importancia con la Asamblea Nacional Constituyente cuando en la época él era un pelele. Entonces, le tengo fastidio a Samper y a Petro.
SEMANA: Pero, coincidencialmente, Samper respalda la campaña de Petro. ¿Cómo ve ese apoyo?
A.R.: Ellos se atraen, se juntan, son tal para cual. No sé cuál de los dos es más mentiroso y payaso. Además, Samper llegó a unirse a Petro y empezaron a buscar la propuesta del perdón social en las cárceles. Tal como ocurrió en su época con Gilberto y Miguel Rodríguez.
SEMANA: ¿Su animadversión contra Samper es por algo personal?
A.R.: Comprendo perfectamente la actitud que asumió Samper cuando fue presidente, es lo que hubiera hecho cualquier persona. No le tengo rabia, sino fastidio. Cuando ingreso a Twitter, y me aparecen sus mensajes mostrándose como el ejemplo a seguir, me molesto. Esa actitud mentirosa y falsa fue la que me generó desprecio. Lo que a mí me genera Samper y Petro es rabia por su descaro y cinismo, por la forma tan descarada en que mienten. A Petro le creen algunos, pero ellos mismos se creen sus cuentos.
SEMANA: Samper tiene derecho a seguir en redes y expresarse. Es expresidente y no fue condenado por el proceso 8.000.
A.R.: Digamos que no se retire, pero que sea honesto, que opine de política, pero no se ponga esa aura de santidad con la que ataca a los otros cuando él tiene rabo de paja.
SEMANA: ¿Se arrepiente de haber sido la mujer de Gilberto Rodríguez Orejuela?
A.R.: He vivido muchas cosas en mi vida, pero estoy convencida de que la vida lo lleva a uno por un camino. Cuando conocí a Gilberto, me lo presentó un senador que salía con una amiga, él me llevó unos pisos arriba en el mismo edificio donde Gilberto estaba reunido con varios magistrados. Mi exesposo no me perdonaba porque yo le decía que no me podía arrepentir, que me sentía orgullosa de que ese hombre se hubiera enamorado de mí. Yo le decía que no me podía arrepentir. En este momento doy charlas, me invitan a colegios, universidades, las conferencias son gratuitas, hablo con los jóvenes, les muestro fotos abriendo plazas, en el reinado, en el yate. Ellos se deslumbran y, cuando capto su atención, empiezo a contarles lo duro que fue eso, porque esa vida fue miserable. En medio de tanto dinero y tanta riqueza económica, era miserable. El mismo Gilberto lloraba y se arrepentía diciéndome que él daría toda su riqueza a cambio de devolver el tiempo y poder volver a construir su vida de manera diferente. Era su ambición de poder, por la miseria en la cual vivió cuando niño, lo que lo llevó a convertirse en lo que fue. La cárcel, el dolor, el sufrimiento, eso llevó a que mi exesposo, el papá de mis hijos, me golpeara y usara como excusa en un juicio en Medellín que apuntaban a que yo era la ex de Gilberto Rodríguez. De todas formas, soy privilegiada.
SEMANA: ¿Usted volvió a hablar con Gilberto? ¿Cuándo fue la última comunicación?
A.R.: Comunicación de tú a tú fue cuando salí en libertad la segunda vez, porque estuve detenida dos veces, casi cuatro años. Estaba en mi apartamento y Gilberto me llamó. Terminamos discutiendo, ese día nos tratamos fuerte. Nos agredimos mucho, nos sacamos cosas en cara, yo estaba muy dolida porque él me manipuló todo el tiempo. El título del Ajedrecista se lo pusieron por eso: él manejaba a todas las personas de una manera asombrosa. Después, él estaba en la cárcel de Palmira y me mandó a decir que si podía ir. Me mandó la razón con el Flaco, su exsecretario, también preso, pero no acepté porque ya estaba casada y embarazada. Yo filmé un video en VHS, le dije que era el momento de sanar las heridas, de cerrar ese capítulo, que yo por fin había podido ser madre.
SEMANA: Usted dice que para olvidar a Gilberto le fue infiel. ¿Qué pasó?
A.R.: Eso jamás me lo va a perdonar porque él lo sabía y lo publiqué en el libro. Si quiero que haya veracidad en lo que digo, tengo que confesar hasta mis peores pecados. Por principios, he sido una persona fiel, antes y después de Gilberto, pero yo estaba perdidamente enamorada de ese hombre. Fue el amor de mi vida, estaba dispuesta a dar la vida por él, me arriesgaba porque Pablo Escobar estaba encima de nosotros. Cada vez que intentaba dejarlo no podía, volvía de nuevo a su lado. Se dio una oportunidad y le fui infiel, traté de aferrarme a esa persona, pensé en casarme. Lo hice, no estuvo bien hecho, no es fácil para las personas comprenderlo, pero yo vivía un infierno: vivíamos encerrados, y Gilberto, en ese estrés que manejaba, se descargaba contra mí. Él necesitaba desahogarse. Además, él nunca dejó del todo a su exseñora. Él vivió conmigo todo el tiempo desde que Virgilio Barco impuso la extradición, nos refugiamos en la clandestinidad hasta el 9 de junio de 1995, cuando nos capturaron. Estábamos 24 horas, pero estaba el fantasma de su exseñora. Mi mayor sueño era tener hijos y no podía porque él me lo impedía. Cuando mataron a Luis Carlos Galán, yo estaba embarazada y él manipuló al médico para que me hicieran un legrado.
SEMANA: ¿Cómo una mujer bonita, profesional, termina enamorada de un narco? ¿Le gustaría volverlo a ver?
A.R.: Quedaron muchas cosas inconclusas. Me gustaría volverlo a ver, fue la persona que marcó mi vida. En muchísimos aspectos, me hizo crecer como mujer, como persona. Cualquier mujer se hubiera enamorado de él: es supremamente inteligente, ese es mi punto débil. Yo tenía que ir a su oficina una y otra vez porque vendía seguros, se volvió mi mejor amigo, y el día en que menos pensé me tenía enamorada y no sabía (...) Yo jamás hubiera decidido enamorarme de alguien así, ni conocía de su medio, solo sabía que Miguel era el dueño del América, y Gilberto era su hermano. Ni siquiera siendo infiel, con propuesta de matrimonio, fui capaz de dejarlo. Lo dejé estando en la cárcel porque comprobé que me había engañado frente a mi maternidad (en esa ocasión del legrado). De lo contrario, estaría en las puertas de la cárcel de Estados Unidos, donde está pagando su extradición, visitándolo. Si me dejaran lo haría, así fuera a través de un vidrio.
SEMANA: Por último, usted prepara un nuevo libro. ¿Qué contará?
A.R.: Hay muchas historias que se quedaron por fuera en el primer libro que se publicó titulado Ya no quiero callar. Quisiera titularlo Mujeres en jaque. A mi primer libro quería titularlo Jaque a la reina porque Gilberto era el Ajedrecista y yo fui reina hace mucho, pero no (...) Hay muchas cosas que el mundo tiene que saber.