SEMANA: El ICBF ha hablado con más de 14.600 jóvenes en medio de las jornadas de protesta social. ¿Qué se logró?

LINA ARBELÁEZ: La conversación con los jóvenes se da desde el 8 de mayo, cuando el presidente Iván Duque se reunió con 40 de ellos en Bogotá y que provenían de la Sierra Nevada, Buenaventura, Quibdó y Putumayo, entre otras regiones. Fue una reunión crítica, en la cual el mandatario se comprometió y pactó la realización de parches de escucha activa y de construcción de soluciones desde el territorio. Empezó todo el proceso de oír a los jóvenes, armar las líneas de diálogo y se generaron estructuras de confianza. Hoy tenemos resultados importantes después de 492 mesas.

SEMANA: ¿Qué resultados?

L.A.: Tenemos un pacto con 12 líneas de acción en temas como trayectorias educativas; empleo, emprendimiento y desarrollo económico; arte, cultura y deporte; salud y bienestar; derechos humanos; paz con legalidad; medioambiente y desarrollo sostenible; equidad de género, identidad y diversidad; y conectividad, innovación y cierre de brechas. Todos estos procesos se enmarcan en acciones de corto, mediano y largo plazo.

SEMANA: ¿Cuáles son esas acciones para cumplir en el corto plazo?

L.A.: Tuvimos más de 1.272 propuestas de los jóvenes, de las cuales 266 son acciones que el Gobierno puede empezar a cumplir. Hay 200 acciones a largo plazo y 75 a mediano. Hablemos de las acciones de corto plazo: uno de los temas recurrentes que salió de las charlas con los jóvenes fue la salud mental. La primera reacción es que el ICBF y el Ministerio de Salud ya nos sentamos. Estamos construyendo una estrategia integral de salud mental con una inversión superior a 7.371 millones de pesos para prevención del suicidio, promoción de la salud mental y prevención del consumo de sustancias psicoactivas. Empieza a desplegarse el semestre que viene en ocho departamentos. Los jóvenes de las zonas urbanas nos decían: ‘Ojo, ustedes no se pueden olvidar del desempleo de los pelaos en las zonas rurales’. Esto nos llevó a hacer una gran alianza con el sector privado, directamente con Asocaña y la Federación Nacional de Cafeteros, para la generación de 1.500 empleos rurales, única y exclusivamente en Risaralda, Valle del Cauca y Cauca.

SEMANA: Ustedes no solo hablaron con los jóvenes, estructuraron un documento Conpes de 25,9 billones de pesos. ¿Cómo se cristalizará y de dónde saldrá el dinero?

L.A.: Una cosa es el pacto que recogen estas 12 líneas de acción, pero esa condensación de todos los clamores de los jóvenes se vio reflejado en un Conpes en el que se venía trabajando desde el día uno del Gobierno. El 89 por ciento de las propuestas se acogieron, tiene una inversión de 25,9 billones y son proyectos que van hasta 2030. Es una hoja de ruta clara que permite la apropiación de recursos, por ejemplo, mediante la presentación de proyectos de ley como lo ha hecho el presidente para garantizar la educación gratuita de los estratos 1, 2 y 3 en la universidad pública, además de la formación técnica y tecnológica. Otro ejemplo implica, mediante ley de la república, aprobar de manera continua el subsidio para la permanencia del empleo joven, es decir, pagar 25 por ciento del salario a quienes generen un empleo nuevo para un joven entre 18 y 28 años.

SEMANA: De todo lo propuesto en el Conpes, ¿cuánto alcanza a invertir el presidente Duque en lo que resta de su Gobierno?

L.A.: 2,1 billones de pesos.

SEMANA: El Conpes es a 30 años. ¿Cómo garantizar que los nuevos gobiernos no lo reviertan?

L.A.: Es importante que los jóvenes entiendan qué es un Conpes: es un documento de política pública que deja la trazabilidad sobre qué y cómo se deben invertir los recursos. Nosotros, en la tercera fase, estamos montando un esquema para que transformemos juntos: los jóvenes harán un seguimiento al cumplimiento de todas las metas.

SEMANA: ¿Qué es lo que más piden los jóvenes?

Han reiterado trayectorias educativas y de salud mental. En mi época hablar de ese tema era un tabú, pero para ellos se volvió algo natural. Nos dicen: necesitamos que nos ayuden en salud mental, llevamos año y medio encerrados, colapsando sin tener redes de apoyo. Muchos de los miembros de sus familias están en depresión y necesitan ese apoyo del Gobierno. Por eso se accionó de manera inmediata.

SEMANA: Frente a la salud mental de los jóvenes tras el encierro por la pandemia, ¿tienen un diagnóstico?

L.A.: Sí, pudimos evidenciar un alto consumo de sustancias psicoactivas y ellos lo han manifestado de manera abierta. Por eso empezamos a trabajar en esa estrategia integral de prevención del suicidio, consumo de sustancias psicoactivas y promoción de la salud mental. Y en la línea 141 del ICBF estamos abriendo un numeral específico para que puedan encontrar atención inicial por parte del instituto.

SEMANA: ¿Cómo seleccionaron a los jóvenes con los que hablaron?

L.A.: Personalmente llegué a Cali el 3 de mayo y entré a todos los puntos de bloqueo: Puerto Rellena, Calipso, Siloé, Paso del Comercio, entre otros. Estuvimos en Pereira, Cartagena, Barranquilla, Lloró y Quibdó, en todas partes. Eran espacios abiertos. En Antioquia se hicieron más de 32 mesas en diferentes municipios y podían inscribirse los jóvenes en una página que dispuso el ICBF. Llegaron algunos que estaban marchando, bloqueando, otros que no hacían parte de los paros, pero que estaban de acuerdo con muchos de los clamores de la juventud, y muchachos que no estaban de acuerdo ni con la marcha, ni los bloqueos, ni el paro.

SEMANA: Y conversó con la primera línea, con ellos logró hablar. ¿Qué encontró?

L.A.: Fue un proceso de aprendizaje para todos. Hay una sensación de desolación, de soledad, de pérdida de confianza. No creen en ninguna institución, han perdido la fe en el sector privado, en los medios de comunicación, en el sector educativo. Es una juventud ávida de encontrar canales propios, mostrar esos liderazgos y garantizar que sus sueños se puedan cumplir. La mayoría de los jóvenes con los que hablamos han demandado el tema de participación política y por eso se dan los Consejos Municipales de Juventudes, cuyas elecciones serán en noviembre. Es la primera vez en la historia que jóvenes entre 14 y 28 años se podrán postular para tener incidencia en las políticas públicas, las leyes y programas que tienen los gobiernos.

SEMANA: ¿Encontró el ICBF a menores de edad en la primera línea?

L.A.: Sí, nosotros dispusimos desde el primer día en Cali y varias ciudades un equipo de atención especial y de protección para garantizar que los niños y las niñas menores de 18 años, que estuvieran en el marco de las marchas o involucrados ante cualquier acto de vandalismo, fueran dispuestos ante el ICBF para que se iniciara su proceso de restablecimientos de derechos o responsabilidad penal adolescente.

SEMANA: La primera línea sigue viva en varias zonas del país. ¿Ustedes siguen tendiendo puentes?

L.A.: Seguimos abriendo los canales de comunicación para los jóvenes que quieren construir. Evidentemente aquí tenemos que ser contundentes, como lo ha dicho el presidente: una cosa es la protesta pacífica y el querer construir un país distinto desde el disenso, buscando puntos de encuentro, y otra cosa muy distinta es ser permisivos con la violencia y el vandalismo. Nos sentaremos siempre con todos los jóvenes que quieren construir un país distinto.

SEMANA: Si esta entrevista la lee un integrante de la primera línea que se cansó de estar en las calles, ¿aún puede hacer parte del Pacto Colombia por las Juventudes?

L.A.: Totalmente. Y los hemos encontrado. Hay muchos jóvenes que nos terminaron diciendo que los manipularon y se cansaron. En Cali tuvimos muchos que, en su momento más álgido, quisieron salirse de la primera línea y estaban amenazados.

SEMANA: Conclusión, ¿es el momento de los jóvenes en Colombia?

L.A.: Así es, es el momento de los jóvenes.